martes, 4 de octubre de 2011

JOBS


Día perdido, tono menor, diario rumiante.
Sale a la venta el iphone5, con aire de estreno de saga hollywoodiense y caen en los almuerzos reportajes sobre Steve Jobs. Este hombre es un empresario-visionario, lo que debe ser un paso más allá del empresario schumpeteriano, cuando el innovador linda con el profeta. Creo que Apple lo fabrica todo: hardware, software, pero eso, integrarlo todo, lo hacen muchas empresas. La gran innovación será la utilización tecnológica del pellizco de monja. Jobs y sus genios-de-noventa-horas-a-la-semana han creado la caricia tecnologica con la pantalla táctil, destacando la importancia fundamental de la yema de los dedos, algo en lo que sólo se para uno a pensar cuando las arrancan en las pelis de serial killers. Mira uno a la gente con sus ipads y además de parecer romanos es que ponen los deditos como si fueran a dar de comer a un pajarito. Jobs pretendía ofrecer comodidad y el público, agradecido, le devuelve ternura. Un usuario pasando un menú del ipad parece un niño acariciando el lomo de su perro. También tiene algo del gesto de pasar la página, como supervivencia de ese acto moribundo. Esa es la visión de este genio, porque otra cosa que se lee mucho sobre él es su lema de vida al límite, su carpe diem minimalista y gerencial que veo de difícil aplicación en España. ‘Vivamos esta reunión laboral como si fuera a acabarse el mundo’, y el currela que lo escucha se va directo a por la secretaria a darse el lote final. ¿Y cómo sería el carpe diem jobsiano en la Administración? ¡Todo el mundo apurando los días de asuntos propios! En esa línea de desespero existencial, Jobs dijo una vez que ‘la muerte es el mejor invento’, que me pareció una cosa de un barroquismo punsetiano, digno de un Quevedo con power point. No, Jobs, no, no abrumes, la muerte no tiene nada que ver y tú eres un genial charlatán. Tenías la idea y la idea es pasión: ¡Has tecnologizado la caricia y el pellizco! En esta coincidencia con la lamentable enfermedad y retiro de Jobs, hay una truculencia que le confiere al iphone número cinco un halo palpitante, de legado, de última palabra. Parecerá que nos vibra a todos el corazón del genial Steve cuando lo tengamos sonando en la mano.


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