martes, 31 de julio de 2012


TRASTABILLEO

El Rey recibió ayer a Soledad Becerril, Defensora del Pueblo, y al ir a entrar al despacho, como ella no quiso hacerlo primero, vacilaron ambos y se amagaron cortésmente, como si fueran Özil fintando a Mascherano. Se produjo así un curioso trastabilleo, que se demoró más de lo normal porque no sólo era la duda de la cortesía, también la del protocolo. Y lo que pasó fue que Doña Soledad, creyéndose protocolaria, se fue a la Zarzuela sin saberse el protocolo, que consiste precisamente en que el Rey lo rompa. Quedándose la Defensora del Pueblo quietísima y muy súbdita, como si hubiera visto tres episodios de Juego de Tronos la noche anterior, parecía estar recordándole al propio Monarca su prioridad, pero Don Juan Carlos, seguro de su propia modernidad, insistía. No imponerse hubiera sido como el tartamudeo vacilante de Colin Firth. Al final, entró primero la Defensora del brazo gentil del Monarca y fueron dos órganos del estado graciosamente prendidos, como si fueran a un baile de la rosa monegasco. Duda considerada de lo no ejecutivo, ternura de protocolo renovado. El rey entró detrás de la Defensora del Pueblo, pero la Ombudsman lo hizo de su brazo elegante, como en el vals suave de un Estado muriente de novela.


                                                   (LAGACETA, 31-VII-12)

domingo, 29 de julio de 2012




JUGAR A LAS PALAS


Olimpismo es el encendido del pebetero, el eternizante estribillo del Hey Jude sostenido ecuménicamente (Rosendo dice que a veces es difícil llegar a un estribillo, pero en ocasiones, como con esta canción, lo difícil es salir) y olimpismo es que Michael Phelps eche de las portadas a Bustamante, que se bajó del andamio para cantar y parece que se hubiera vuelto a subir para trabajarse un cuerpo de Hércules ibérico con el que llevar al límite el cuerpo del español bajito. Él le roba un poco la luz a Paula Echeverría, que sin embargo ha extendido su biotipo a la mujer española media, que hasta parece que la Campanario se le va pareciendo. Los Bustamante han exhibido una felicidad playera este verano, pues también eso es el verano, la impudicia de la felicidad, incluso de la felicidad gordezuela y rubia, de gineceo, de las Goyanes. La felicidad goyanesca a la que aspira realmente la mujer.

En el verano bogan infinitos barcos las aguas de Ibiza y el sol rompe todos los blancos. Allí, eslora rima con Fedora, tocado de chiringuito (¿No sería hermosa una tragedia chic titulada así, Fedora?). En el verano, a España la recorren infinitas niñas de Serrano, las que ve salir Ruiz Quintano en primavera, luciendo su outfit sobre piernas juncales mientras los hombres las piensan como Sergio Ramos, el pensieroso, pensaba a su novia sobre una piscina que parecía de David Hockney.

El autorretrato de Hockney lo calcó Íker Casillas, con esa autofoto a los pies –las mujeres laS hacen también al muslamen descendente- con paraiso al fondo, autorretrato hegemónico contemporáneo gracias al iphone. Íker pensaba contra el poniente y pensaban sus pies, con la elocuencia terrible y muda que tienen los pinreles, en los que parece que quieren hablar una comunidad de hombrecillos.

Íker se fue con Sara a las Islas Vírgenes y allí se empequeñeció y ella se agrandó aún más. Perfecta, boquiabierta, mohína, salía del agua color azul olímpico como una Brooke Shields, sin alcachofa, perfectísima, con claque de gaviotas peripuestas y así exhibía su felicidad, pero también su portento de carne tostada (¡brasa del verano, churrasco definitivo de la carne!) con el punteo mercurial de las gotas de agua, que la recorrían como un subtexto de cirujano plástico.

Sara, que se ha convertido en una nueva Carmen Sevilla, musa absurda, con derecho a la indulgencia tras el gazapo televisivo, se ha ido con Íker y su Fundación a hacer solidaridad en verano –esas paradas solidarias de Íker, al que le chutan de buenas y él se tira a parar, mascotizándose-, mientras Pedrito y otras criaturas de La Masía jugaban con los delfines, asexuados y tiquitaquescos.

Luego, en la soledad edénica de las islas Vírgenes, la pareja se ha puesto a jugar a las palas en la orilla, que es algo que hacen las parejas en verano y una metáfora del amor, un diálogo corto, interrumpido, imposible, porque siempre se le acaba cayendo a uno la pelotita. Amor es ese set cortísimo a las palas en la orilla abrumada de belleza del Caribe.


                                              
                                                                     (Publicado en LAGACETA, el 29-VII-12)


miércoles, 25 de julio de 2012




TABLAOS

Un alcalde gallego sembró su pueblo de tablaos. Había más que en Sevilla. La deshora gallega llena de zambras improbables. Al parecer, unos listos de allí aprovechaban que los tablaos pueden cerrar con horario de discoteca, porque el legislador aún respeta la juerga gitana y permite que chapen más tarde, para, según una sentencia judicial, “hacer la competencia desleal a las verdaderas discotecas”. Bares con licencia de tablaos, pero sin serlo porque -enorme simpleza administrativa- “no tenían tarima ni vestuario”. Y nada dice la sentencia del flamenco, ni de que allí no hubiera gitaneo alguno. ¿Serían tablaos si hubiera habido facas colgadas, ornato nazarí y una tarima?

¿Y si hubo un jumao que una sola vez se hubiera arrancado por peteneras? ¿Y si una gallega morena alguna vez movió los brazos faraónicamente? La soledad del flamenco, del flamenco fantasmal gallego, se ha despechado como corrupción, cuando si el tablao galaico dejó de ser tablao fue porque los gallegos no quisieron.

-Yo me tomo dos cervezas y me arranco por El Cabrero.

Pero si no te arrancas, el local con licencia de tablao será siempre un triste bar. El alcalde gallego hizo todo porque Galicia fuera cuna flamenca, juerga con duende, girón de brazos (¡Alcalde bibianesco y flamencólogo buscando lo gallego moro!) ¿No salimos por las noches a lugares que deberían tener su reverso de tablaos hirvientes de lutos ávidos, cobres viciosos y gitanas ciclones? Salir y que sola se fuera organizando la jarana del trasnoche, con morapio y guitarras y cuadro flamenco y que entonces el regente del local, previsor, pudiera exhibir su licencia de tablao, la gran licencia juerguista.

Pero se despacha con que no eran tablaos ni podían serlo jamás porque no tenían tarima. No, Señor juez, no eran tablaos porque allí no se arrancó nadie por bulerias, ni por sevillanas, ni zapateó nada.

Pero incluso si eso hubiera sido corrupción, qué maravillosa idea. En la corrupción verdadera, la que aspira a durar, siempre hay un pacto con la sociedad, con la realidad, sellado a través de la tapadera. La corrupción es la trastienda de algún negocio visible y esos negocios son una España ideal, como la España ilusoria que se proyectó cuando hubo dinero.

La corrupción ha generado una España posible, ideal, rupturista, del revés, fumada, lisérgica, como ese equipaje olímpico, que parece el resultado de frotarse los ojos y esperar lo que se ve con los ojos cerrados. El chándal de las chiribitas del surrealismo español.

En un país sin demasiado talento empresarial, no estamos para despreciar las iniciativas soñadoras de los corruptos. Las tapaderas de las corrupciones ¿Acaso no compra el dinero negro el sueño de las loterías? A veces, la corrupción es una variante del genio emprendedor, que en España coge extraños caminos. En las tapaderas hay mucha emprendeduría y en la corrupción ambiciosa la proposición, el sostenimiento falaz de algún negocio, alguna ocupación. Tan cerca de resultar o de no hacerlo como las otras.

                                                                                            (LAGACETA, 26-VII-12)

domingo, 22 de julio de 2012



SEISCIENTOS


En las últimas horas, la prima de riesgo, como si fuese una Isinbayeva indesmayable, ha superado la barrera del seiscientos, determinada como psicológica por los medios, que hacen cabalismo con la prima como con los ciento siete goles de Toshack. Rubalcaba, instado por las manis, reclama más keynesianismo, que se tendría que hacer con dinero prestado, porque el keynesianismo español es siempre de ida y quiere que la prima baje “por su ser”, como dijo el banderillero de la regla de la frutera de Ortega Cano.

A estas horas, se desconoce la resolución que el lunes adoptará el BCE, tachado por un ministro español de banco clandestino. ¿Saldrá el BCE de su clandestinidad para enfriar el incandescente mercado de la deuda? Desde hace años, se escucha la palabra gobernanza, y cuando apareció la Merkel quien más quien menos pensó que la gobernanza era ella, por su aire mandón y matronal. O entre mandón y patronil: matronil. Pero la Merkel, a estas horas, está ejerciendo de gobernante alemana, no europea.

Alemania es quien más ha tentado la definición de Europa, su razón y sus límites en el último siglo y sigue haciéndolo y a ella le tocará determinar qué será del continente y alguien dijo que el pathos germanoliberal, que ahora invocamos, es una mezcla de investigación sin fundamento y cuerpo de bomberos voluntarios.

Sin germanofobias, desde luego, no hay que obviar que la situación actual le beneficia y que, en términos generales, la deuda global del continente permitiría un esfuerzo por corregir los desequilibrios de financiación de paises como España, clientes del mercader alemán de Holbein que sigue mirando. A cambio, claro, de lo que se llama condicionalidad, el inevitable ajuste fiscal. 

Estamos ante los asuntos cruciales: Europa y el crédito. Es decir, la historia y el futuro.
Más Europa, nos dicen, pero Europa se ha venido haciendo en silencio por los Monnet y los tecnócratas, desbordados, claman ahora por el político, sin encontrarlo, porque hay concejales, pero no políticos, que la tecnocracia y la primera oleada de la crisis derribaron a los grandes capitanes democráticos.

Sarkozy, dijo su padre en Madrid que estudia para Presidente de Europa y sería necesaria una ambición personal al nivel de la deuda pública, grandiosa, colosal; un Bonapartismo chic, la rijosa ambición del genio. Alguien que quisiera gobernar una cosa llamada Europa.
Los estados extienden cheques sin fondos, dijo un poeta, pero ahora sí, los estados pueden merecer la cárcel. Europa es el perfil naciente de un mármol bruto, o una Antígona punk y riot, como las chicas rusas, contra el texto estatutario del BCE.

Nuestros abuelos fueron los hombres de la guerra y necesitamos alguien que nos diga (y nos convenza) de que seremos la generación perdida y mártir de una guerra incruenta para fertilizar otra soberanía. Un edificio fiscal sobre las ruinas de nuestras haciendas. Para esas cosas estaban los políticos y los generales, y los modernos generales, que pueden ser los economistas.

                                           
                                                                                         (LAGACETA, 22-VII-2012)

jueves, 19 de julio de 2012




TANTRISMO


El gobierno ha subido el IVA de los peluqueros del 8% al 21%, algo que, sin duda, no puede molestar al perroflautismo, de tendencia más bien desgreñada, pero que complica mucho el negocio de esquilar. Sin embargo, los peluqueros no han protestado. No se les conoce gremialismo ni han ocupado una arteria madrileña con el chirrido de sus tijeras. Ciertamente, hubiera sido desasosegante una multitud de señores dando tijeretazos en el silencio de una calle ocupada. Tijeretazos al aire caliente del verano, lo que sonaría a graznido amenazante, como en Los Pájaros de Hitchcock, dejando la impresión de una performance masiva de ajuste fiscal.

No han protestado, pero ha salido su más agregia figura, Llongueras, que demuestra siempre lo que de pícaro tiene el daliniano, a reafirmarse en el sexo tántrico y a desvelarnos la primicia de que el sexo es vertebral, de que el semen sale de la espalda y que por eso muchos hombres de cierta edad acaban encorvados.

Llongueras ha reconocido haber dejado alguna vez sin conocimiento a su esposa a base de tantras. Otro tántrico famoso, Dragó, afirmó hace años en un programa de Hermida –gangbang del tertulianismo- haber penetrado flácido a una mujer viva. Así, estos tántricos españoles acaban paradójicamente fardando de orgasmos, lo que los convierte en un insospechado nuevo machismo.

El tantra sexual es correrse hacia adentro, la eyaculación retrograda, luego es un poco de derechas. Y todos, de jóvenes, hemos tenido que afrontar una decisión tántrica: la vía de la mano izquierda o la vía de la mano derecha. Los más progres y leídos, ante el hecho recesivo del gatillazo, lo proponían como alternativa:

-Es la primera vez que me pasa, pero… te puedo hacer el tantra.

El tántrico español opone la exterioridad elocuente y la facundia (¡incontinencia!) a su introversión eyaculatoria, así que podriamos llegar a adivinar quién es tántrico en la vida española.

¿Será tántrico Montoro? No, porque lo suyo es titubeo fiscal, pero seguro que Don Mariano sí, porque en Rajoy ha habido siempre un tantrismo de la gobernación, habiendo llegado al trantrismo fiscal de ser uno y todo con la Merkel (lo femenino) en confusión de cuerpos gobernantes, no en intervención, violenta, sino en deliberado abandono del ego, en mística unión y dilatación eterna, demorada, gloriosa y extática del liberalismo libidinoso de bajarnos el impuesto y de que, por fin, llegue el dinero.

Tras haber inventado España el catenaccio hacia adentro, que dijo Ruiz Quintano, ahora llega el liberalismo tántrico.

El tantrismo, que es una forma de avaricia, quizás sea un intermedio orientalista en tiempos de crisis hasta el objetivo de ser chinos y el nuevo Barça-Madrid pudiera ser un duelo tántrico y televisado entre Dragó y Llongueras, con sus respectivas, por ver quién resiste más sin eyacular. Ambos, retenidos y con austeridad blanca, provocando orgasmos a troche y moche, rozarían una eternidad apocalíptica de amor y un nuevo español, campeón tántrico. Viejo, sí, pero erecto.

                                           
                                                                (LAGACETA, 19-VII-2012)

domingo, 15 de julio de 2012



TODOS LOS ROSTROS EL ROSTRO


Hace unos días, Gema Ruiz, inevitablemente conocida para los restos como la ex de Cascos, chica rubia y provincial que nos enamorara tan joven del brazo del ministro, se casó de nuevo. La ceremonia fue también la presentación de su nuevo rostro. Al parecer, Doña Gema ha pasado por el cirujano plástico, cosa en absoluta excepcional, pero su faz, novísima, sí tiene rasgos que merecen ser comentados. Con la debidas reservas, claro, porque en la prensa un experto comentaba que se trataba aún de un “rostro sin asentar”, es decir, sin conformar del todo, como pendiente de salir sus definitivas facciones de la bruma quirúrgica. Eso nos lleva inevitablemente a ese momento, tan de culebrón, en que la mujer que ha sufrido un accidente se empieza a quitar el vendaje para descubrir, como una Blancanieves sin inocencia, su nuevo careto de mujer fatal.

Las mujeres que se aplican retoques tienen cierto histerismo en la risa y una esponjosidad contradictoria en los pómulos tensos. El bótox y el quirófano han hecho estallar los pómulos, como el hueso secreto de la belleza femenina. Tienen poca expresión y una congelación fatal en el rictus. No es el rigor mortis, pero quizás sea el rigor distinto de una belleza perseguida y artificial.

Y aunque no sabemos ya dónde acaba el fotosop y dónde empieza el bótox, el nuevo rostro de Gema Ruiz es una mezcla perfecta de los rostros de Lara Dibildos, Paula Vázquez, con (cito ahora a una redactora estupenda del sálvame, cuyo nombre no sé) la cosa pizpireta y pija de Carla Goyanes.

Y esa mezcla aún no conseguida de rostros hemos de empezar a verla como un logro, como una mejora de lo femenino. Lo femenino antes era una mujer frente al tiempo, pero ahora, cuando el esposo mire a su esposa, lo estará teniendo todo: a la antigua Gema, a la Gema de siempre, reconocible aún en algunos gestos en la estructura ósea, en la mirada; la boca salvaje de Paula, con la misma melena de acentos sexuales; la delicadeza de nariz y el perfil de princesa de la Dibildos y la simetría de moneda, de niña goyesca de la Goyanes. Se sacrifica la naturalidad por la simetría, siguiendo una regla antigua y se consiguen muchas mujeres en una, como todas las Venus de la mitología. La Venus pandemica (¡Oh, Paula Vázquez!) y la Venus Celeste de la niña Goyanes. Y saliendo de ellas, el amor tierno de la Gema Ruiz de siempre, aunque aún rechine de fondo en esa cara las caras de Latoya o de Paloma San Basilio, pioneras y Evas de esta nueva mujer.

Yo, como hombre voluble, donjuanesco, caprichoso y tornadizo, aplaudo esta consecución del ideal de todas las mujeres en un rostro, de muchas mujeres en los visajes de un único rostro.

Para saber de amor ya no será necesario haber estado con cuatrocientos cuerpos en cuatrocientas noches diferentes. Bastará una cara operada, en la que rían, parpadeen y ardan muchos rostros saliendo del rostro inicial de la mujer amada.

El don quirúrgico es el de la variedad que esa máscara de la femineidad de siglos le pone a la mujer.

(LAGACETA, 15-VII-12)

viernes, 13 de julio de 2012



LOS PIGMEOS Y LOS MINEROS

La Fundación del Madrid y una ONG se han ido a Camerún a preocuparse por los pigmeos. Según rezaba la noticia, su pequeña estatura provoca que en ese país se les considere una minoría socialmente discriminada, con la consiguiente merma de derechos. Los pigmeos siempre han sido para nosotros una felicidad antropológica porque vivían ajenos al concepto de ser bajitos. Ahora, las oenegés van a descubrirles que en realidad lo son y a redimirles por no tener los derechos que jamás tuvieron.

Lo cierto es que más que su altura, lo problemático es su condición de desplazados. Han sido expulsados de los bosques por la explotación agrícola, maderera y minera y se han quedado sin el mundo que habitaban.

Coincidiendo esta preocupación por los pigmeos con la marcha negra y las reivindicaciones obreristas de la minería española (la cohetería astur contra los helicópteros de la Guardia Civil quizás sea la primera evidencia de “lucha obrera” de mi generación), lo anterior da que pensar, porque los pigmeos son en cierto modo víctimas de la minería africana indiscriminada e incluso en algún caso han tenido que acabar como mineros ellos mismos. Y tiembla uno imaginando a los pigmeos en inmensas minas escuchando los sones quejicosos de un Victor Manuel polifónico y zulú.

A los pigmeos los echa la minería y se mueren étnicamente; los mineros no pueden seguir con su minería subvencionada, y perecen en tanto mineros. ¿Y si se fuesen los mineros asturleoneses al África y los pigmeos poblasen los montes del norte?

Nos duelen los pigmeos, pero también nos duelen los mineros y en esto hay una colisión de sensibilidades y redentorismos, una característica de nuestro tiempo, que se quiere condoler por todo y no alcanza y a veces produce una contradicción de sensibilidades y compunciones, como llorar en el entierro del asesino y en el del asesinado; porque ¿no son en realidad los mineros como unos nuevos pigmeos asturianos que ven morir el mundo que fue suyo? pero a la vez… ¿no son los pigmeos víctimas inocentes de unos mineros barreneros de allí?

Yo trato de estar al día con comprometida sensibilidad, y sufro por el pigmeo y maldigo los intereses de la minería africana, pero luego me solidarizo con el minero español, al que ya veo con otros ojos, porque lo veo un poco pigmeo y realidad muriente y vislumbro que los redentores del pigmeo quizás están honrando también a su abuelo, como Victor Manuel, porque si me imagino a mi abuelo en taparrabos me doy cuenta de que era talmente un pigmeo menos oscuro. Cuando pensamos en nuestro abuelo, somos todos colonos románticos.

Victor Manuel cantó al minero, sobrepasando la conformidad del minero de Antonio Molina –minero de buen conformar de la sociedad paternalista-. Y Aute les cantó Al Alba, certificando con ello su ocaso inevitable. Los pigmeos ululan también su gritería de siglos por última vez, y cabe preguntarse si cuando nos empecinamos en permanecer contra toda evidencia, no estamos siendo un poco como los pigmeos o como los mineros.

(LAGACETA, 13-VII-12)

martes, 10 de julio de 2012




CASTIÑEIRAS



Con la entrega del Códice Calixtino al Arzobispo, Rajoy le pone un broche como de cuento de Canterbury, moralizador y reconfortante, a lo que parecía un caso del Padre Brown metido en la literatura de Fernández Flores. Además, promete un próximo convenio entre el gobierno y el arzobispado, un convenio, digamos, anticastiñeiras.

El robo del códice ha sido algo entre el secuestro, el secuestro de un niñito gallego de Kashogui, la profanación y la sisa. Dejar a la catedral sin códice era un escándalo de beatas e intranquilizaba al pueblo, como si se le quitase una oreja a un santo, pero además, y aunque no ha sido exactamente una sisa, sí ha sido un hurto por goteo. La sisa es el orballo del robo, el robo cotidiano y tiene de bueno que no rompe el edificio social, que hace posible cosas como hurto y matrimonio. La sisa es el robo más respetuoso y llevadero. Y hay mucho Castiñeiras en España, mucho que va con la mochila al trabajo y regresa con unas sábanas, unas aspirinas, unos folios o unas latas de atún, lo que pasa es que Castiñeiras llevaba a cabo una sisa catedralicia y secular, una sisa contra nadie y contra todos que el personificó en el deán expiatorio de sus obsesiones trinconas.

Castiñeiras presenta además la pasión ibérica del contrato fijo. Si estaría obsesionado que se falsificó el contrato y -¡prodigioso castiñeiras!- se preparó uno, porque aunque llevara veinticinco años trabajando necesitaba un papel firmado. Si el Dioni perdió la cabeza por la mulata, él por el contrato fijo, que es una forma de eternidad y este hombre, frente al Dioni, que fue un héroe popular, arrojado y golferas, ha sido un ladrón mezquino y respetuoso (¡ladrón con valores!). Primero familiar, porque no se fue de mulatas a Brasil, sino que lo hizo todo en familia y por la familia. Luego, un ladrón inversor, de comprarse pisos. Realizaba además un hurto no subversivo, pues la sisa le permitía ser electricista -la sisa es el robo de la conformidad social- y, después, un ladrón piadoso que dejó de comulgar cuando excomulgaron al ladrón descononocido del códice. Ladrón no nihilista, ladrón españolísimo y tradicional.

Este Castiñeiras, de ser verdad la imputación, sería un avaro negro, silencioso y un ladrón callado, manilargo y provincial. Nada que ver con la vindicativa y arrebatada impugnación del Dioni.
Castiñeiras quería seguir siendo Castiñeiras. El Dioni impugnó lo primero su condición de calvo, luego el orden social y su propia vida. Tuvimos el peluquín del Dioni, pero de Castiñeiras un triste retrato robot con los rasgos difusos de cualquiera.

Ladrón costumbrista y silencioso. No impugnó nada, no perseguía ninguna mulata ideal. Castiñeiras era el trabajador rencoroso, el inversor secretísimo, el avaro colchonero y el trinque callado, hormiguero y diógenes. Su robo no era la gloria de la mulata, sino comprarle un piso al hijo. En Castiñeiras hay mucha España y entre nosotros demasiados Castiñeiras menores, así que no parece que nadie vaya a dedicarle una canción.

(LAGACETA, 10-VII-12)

sábado, 7 de julio de 2012



UN RATO DE TELE. UN DELUXE EN CRESCENDO

El deluxe de ayer tuvo un ritmo creciente, algo que le viene muy bien porque a medida que el programa avanza y se va acercando a la orilla marginal de la tele de madrugada, de tarotistas y teletiendas,  genera en el espectador –a mí me pasa- un sensación de soledad y tristeza. El momento en el que el prime-time muere y, desfalleciente, se convierte en horario de madrugada es dolorosísimo y parece una aurora catódica, otra carta de ajuste. Hay un momento entre el prime-time y el trasnoche en que quedarse viendo la tele ya es disfuncional y el televidente no es ajeno a ello, aunque se engañe.

Contra esa sensación triste de personajes menores y teletienda emocional, el deluxe de ayer se pensó con ritmo ascendente. Comenzó con un cara a cara entre Noemí y Aless, que fueron la gran historia de amor del GH 12+1. Una historia de amor fallida que ayer se intentaba reavivar. LaPatiño, o mejor dicho, lo que de Patiño sobresalía de los zapatos de la Patiño, proclamó que el plató olía a sexo y Jorgeja trataba a Noemí como un alter ego, como si la muchacha, por ser canaria y desinhibida, fuera un estricto gay con pulsiones varoniles, rosas y devoradoras. Ella tiene, la verdad, arranques súbitos que no sabe uno si interpretar como concesiones al show de la tele o como jamacucos neuronales, pero lo cierto es que no pega con el italiano, que fue definidido con mucha justicia como “un pan sin sal”.

Noemí, que es un gran culo y una mirada triste, tenía el pómulo oscuro y el pómulo dice mucho de una mujer. Claro que ayer, no sabemos si por la iluminación o por la maquilladora, los pómulos eran algo problemático. Lydia Lozano los tenía de tal forma, con tales amoratamientos, que parecía que le habían zurrado en casa. De pelo iban todas como siempre, delirio goldmine en la Bollo, que parecía un chino con sus complementos, en Lydia o en Belén. La peluquera de telecinco parece que trabaja el pan de oro.

Noemí y Aless se fueron a una improbable noche de amor y después apareció un personaje a mi juicio estelar. Su nombre es Tere y dice ser novia de Bernardo, hermano de Isabel Pantoja.

Bernardo es otro más del universo Cantora, que es como Yoknapatawpha, aunque no vive allí, sino en Sevilla y arrastra fama de llevar una vida algo irregular. Personalmente, encuentro que se le parece mucho a Kiko y en las fotos e imágenes aparece besando a esta Tere como si fuera uno de Kiss. Ella dice que él es muy besucón, pero es que no besa normal, no da un pico sin más, sino que parece buscar la humedad del beso. Bernardo tiene diabetes, que ya es como un malditismo televisivo. Antes tenía uno diabetes y bueno, era un fastidio, pero  en telecinco la diabetes es como un achaque de Pete Doherty.

Teresa concedió hace unos días una entrevista en la que afirmaba ser novia de Bernardo y denunciaba el poco cariño que éste recibía de su hermana Maribel, a la que llamó “pájara”. En esas imágenes, Teresa parecía la protagonista de esa peli de Mike Leigh, Brenda Blethyn, pero con el ojo pintado como el protagonista de La Naranja Mecánica.

Tere, que también es un poco Flor ex de López-Vázquez, dice que Bernardo vive puesto de nolotiles y que pasa frío y la Bollo, de cruel defensora de la Pantoja, le replica que a ver si al señor se le antojan  unos “zapatitos ortopédicos”para sus pies, afectados por la enfermedad. Luego deja esto:

-Ella es Teresa y pone el coño en la mesa.

-Yo el coño lo pongo donde me da la gana

La cosa se complicó cuando la propia Tere desveló que Bernardo vive con Junco, que es japonesa. Junco es la legítima y Tere es la otra y la queja venía a ser que Junco no se dobla lo bastante, que no acepta con suficiente flexibilidad la situación.

Llegados a ese punto, la soledad de Bernardo empezaba a ser un poco cuestionable: esposa, amante, hija… y además, hermana.

Teresa, pluriempleada,  dijo currar en un bar y luego en la Necrópolis de Carmona y dejó una frase que todos hemos dicho alguna vez:

-Mi casero miente.

Tras Tere y Bernardo, el besador kiss, llegó Mario Vaquerizo-y-señora, porque yo a Mario y Alaska me los empiezo a imaginar así, como muy aposentados y diciendo eso de aquí mi señora.

Era el cumpleaños de Mario y Jorgeja le preparó una entrevista. Mientras Mario ponía mil caras a la cámara, como un niño en un plató, Alaska hablaba de Monereo (que no Moneo), el cirujano de las celebrities. Algo así como el arquitecto Joaquín Torres. El concepto de cuerpo que tiene Alaska es tal que podemos agradecer que Monereo no haya dejado a la cantante convertirse en una Jocelyn Wildenstein.

Lo mejor vino cuando del pastel de regalo salió Topacio, amiguísima de la pareja y próxima colaboradora del programa. Topacio repetía constantemente la palabra electrodos al hablar del juicio de la Pantoja y, sentada en el sofá frente a Belén, parecían dos proyectos inacabados, paralelos y heridos de alguna rubia ideal que alguien pensara.

viernes, 6 de julio de 2012







LA COPA HIPERBÓLICA



España acabó la Eurocopa pidiendo la hora. Casillas, quizás ajeno al hecho de que no fue el árbitro el autor de ninguno de los cuatro goles, le pedía “respect for the rival”, sin reparar en que existía la posibilidad técnica de que sus palabras (a gritos) fueran captadas por alguno de los centenares de periodistas que allí se encontraban. Tras ello, los campeones hicieron pasillo al perdedor y sólo por el férreo curso de lo protocolario pudieron dejar de dar caricias a los italianos y disponerse a recoger la copa. Después, para olvidar las lágrimas de Pirlo, bebieron noche y día.

En Madrid, al día siguiente, a un niño le preguntaban qué quería ser de mayor:

-Yo Iniesta, porque es ejemplar.

Después, como la especulativa escalada de la prima de riesgo, la prosa periodística desbocó un juicio sobre Del Bosque que sólo cabe calificar de justo y ponderado. Entre la prensa y el marqués se empezaron a interponer palabras. En pocos días se ha elogiado su conservadurismo, su progresismo, su prudencia, su mesura, su catolicismo, su sentido del deber, su ugetismo, su institucionalismo, su refrescante sentido de la informalidad, su apertura de miras, su familiaridad, su cercanía, su justa distancia, su callada nobleza, su mando en plaza, su bigote normal, su calva cincuentona, su semblante hidalgo, su exquisito tacto, su competitividad europea, su española postura, su civismo mudo, su paternalismo sin gestos, su gestualidad calmada, su patronazgo, su liderazgo, su diplomacia, su marquesado, su segundo plano y su comprometida lucha con el colesterol. Incluso algunos periodistas lanzaron admirativas indirectas sobre su miembro.

La izquierda fetén, la derecha mariana, el centrismo budista y la transversalidad magenta aparcan sus diferencias irreconciliables para hablar de él. Del Bosque es marqués de la excellence, pero podría ser ministro, académico o mamá de Tarzán.

Recordando la genialidad del niño Panero, que a sus padres preguntaba cuando daban la luz: ¿Adónde va lo oscuro? la infanta Leonor preguntó a los del fútbol qué había dentro de la copa. Con ello, la niña quitaba hierro simbólico al trofeo. De un modo distinto, algunas aficiones gamberras  rechazan el simbolismo de la copa y despiden a sus jugadores antes de la final, desromantizándola, con el grito de “queremos la copa llena de farlopa”.

En las fotos, el trofeo despide el reflejo distorsionado del que la mira. Por ello, la copa está resultando un poco esperpéntica.

Los economistas, vencidos por los mercados, suman los botellines ingeridos en el torneo para medir el incremento del PIB. Otros, más sentimentales, y sin reparar en que el ser humano ha pasado la historia sin ganar nada salvo quizás alguna guerra, consideran que debemos mirar la copa como Meryl Streep miraba a Clint Eastwood cuando regresó: como nuestra única y fugaz posibilidad de ser felices.

Hay quien ya lamenta que Dragó haya quedado de único intelectual antifutbolero y pide un Krugman (azote de lo austero) contra la ejemplaridad.


(LAGACETA, 6-VII-12)

martes, 3 de julio de 2012



VALENCIA EN LLAMAS



El viernes, llegar en coche a Valencia provocaba una sensación de creciente extrañeza. Al aproximarse, el cielo se oscurecía de modo inquietante, en las lunas refulgía un sol apagado y eléctrico y las cosas se anaranjaban. El gris del asfalto era más denso y las flores de la mediana ganaban un irreal rosa de intensidad onírica. Durante las horas siguientes, del cielo caían cenizas como pájaros muertos.

A la atmósfera se le da poca importancia, pero vivir tres días en Marte le devuelve a uno el orgullo terrícola. La gratitud por el cielo conocido y por la luz, cursilería fundamental de la vida. El sol ha sido un sfumato naranja en un vaho de estaño. Todo del color en que lo ven las folclóricas que no se quitan nunca las gafas de sol. Desquiciamiento ambarino y el presentimiento de las dentelladas de un fuego cercano, como en los antiguos asedios de las ciudades. Valencia callada para oírlo llegar. Algunos necesitaban la megalomanía de un Nerón nuestro y pronto, como en Roma hicieran con los cristianos, se buscaba autor para el fuego. Al parecer, un tío quemando rastrojos y un par con placas solares –sarcasmo de lo sostenible-. O la austeridad, el recorte en la partida correspondiente. Si no hay dolo, al menos debe haber responsabilidad y la demagogia, siempre con poderoso estilo, lo fijaba así: la fórmula uno ha dejado a Valencia sin árboles.

Clubes secretos de pirómanos inocentes acercaban sus coches a las laderas para gemir abrazados y gozar del espectáculo. La oposición clamaba por más hidroaviones (¿dónde está el hidroavión, joya socialdemócrata, sobre el que un presidente de diputación haga el milagro de llover?), en el periódico todas las metáforas herían (tal cosa, un bosque; tal medida, un cortafuegos; cierta portada torpe…), y esa sensibilidad anunciaba el nacimiento de una corrección política a lo Prestige en la otra propagación de internet. Rajoy, temiendo quizás un nuevo lapsus de hilillos negros, dejaba la manguera institucional por la vuvuzela unísona de la marca España.

Mientras escribo, el viento de levante, no sabemos sin instado por algún cargo electo, parece colaborar en la detención de los incendios que ya han arrasado la franja interior de la provincia, llegando a las inmediaciones de la Sierra de Espadán en Castellón. Valencia, ternaria como todo, es ese interior y luego asfalto y playa. Los bomberos y voluntarios, como Prometeos, parece que ya guardan el indómito fuego en su cajita, porque apagar el fuego es como volver a tenerlo. 

El fuego no ha dejado nada de un mundo coherente. La gente llora y nadie sabe dónde va a descansar la mirada en los próximos años. Lo cierto es que a la España interior –la periferia de toda provincia-, sólo le quedan las instituciones, y eso es poco. Y que apagar un fuego complica el virtuosismo del encaje competencial más que un nacionalista. Hace años, el Todos contra el fuego logró mucho sacando a Serrat al monte para que cantara a los horteras de la barbacoa eso de que el entorno no es de adorno.



(Publicado en LAGACETA el 3-VII-12)


lunes, 2 de julio de 2012



ESPAÑA, 4; ITALIA, 0. MI VERDAD (UN POCO REVENIDA)



Yo fui un niño preocupado por la selección y su falta de estilo y resultados. El noventayocho yo lo conocía ya de antes de los libros por esa razón. Muchas madrugadas estuve acostándome tardísimo escuchando tertulias al respecto y hubo un momento en que creí que estas cosas sólo nos preocupaban a mí y a Enrique Ortego. Cuando veía al equipo español jugar sus partidos clasificatorios en Cartagena, Logroño o Almendralejo –con todos los respetos- sentía una sensación intensa y triste que entonces despachaba con un adjetivo único y  útil: cutre. De fondo, el bombo de Manolo era como el tambor de un barco de esclavos. El España lastimoso que nos arrancaba ese bombo lo vieron muy bien faemino y Cansado en uno de sus chistes.  Ahora añoro fuertemente esa cutrez perdida y estaría dispuesto a entrar en el más que probable mercado negro de partidos grabados de La Furia, con esas retransmisiones vintage de José Ángel de la Casa.

Porque debe de haber un mercado retro y parafílico en el que uno puede conseguir esos partidos. Ponerlos de madrugada, con Suspiros de España de fondo y un cubata de whisky DYC produciría una sensación de españolidad marchita y la nostalgia del gusto. Si de fondo sonara el Butano el vello se le erizaría a uno como si fuera la crestilla de Balotelli.

España ha igualado en Eurocopas a Alemania; junto con el sometimiento sexual de las suecas conseguido por algunos de nuestros jóvenes compatriotas gracias al programa Erasmus, esto es lo más importante que le ha pasado al español en las últimas décadas.

La Eurocopa es el más bello trofeo. Es como un ánfora griega hecha duro metal, labrada con el nombre de viejos estados. La Eurocopa la ganaba el flequillo visionario de Schuster, tan elegante, o el terrible Sammer, mitad Schwesteiger, mitad Fernando Hierro, con su porte marcial y su zancada, que era como el paso de la oca del futbolista. La ganaron Yashin, Van Basten, Platini o Luis Suárez.

Y España, barriendo a la Italia petrarquista de Prandelli, ha igualado a Alemania y ha metido a los Iniesta, Xavi e Íker Casillas, en ese olimpo del puro fútbol.

Cuentan que Sergio Ramos es el dj de la selección y que les pone una canción titulada Tacatá. Magan, enorme letrista, le dice a su ideal femenino que le gusta su tratratrá. Yo creo que hay que reformular el tiquitaca hacia esa forma más latinorra, sensual y abreviada. Esta selección está en el tacatá, nuestro estilo debería ser ese tacatá chuleta y vacilón. El tacatá o el tratratrá es lo que yo ansiaba en Iniesta y sus diagonales, en el caracoleo de Xavi, rotatotio como un derviche y panorámico. Al lado de ellos, todos los demás centrocampistas parecen tener glaucoma. Iniesta juega aún como me lo imagino yo en la era manchega, con un panorama abierto y redondo, plano, sorteando niños y mieses. La amplitud del fútbol de Iniesta es manchega  ¿No es La Mancha la nueva planicie holandesa del fútbol?

Iniesta me ha fascinado y agradezco a La Roja (me entrego ya, la voluntad rendida) que me haya permitido disfrutar del talento culé, de los valores culés y de la música de Pep (música que Pep tarareará en algún lugar, con musitación de Lluis Llach). Hay un momento exacto en que mi adoración por Iniesta se hace devotísima, infantil: cuando se para, cuando cesa su caracoleo, su oteo –tanta animalidad en Iniesta, ¡tanto campo!- y quieto decide emprender una vertical de kamikaze sobre los defensas. Esa vertical va por un lado y el balón va por otro y el éxtasis y el probable gol llegará cuando uno y otro vuelvan a coincidir tras el intermedio del toque ajeno, a través del hecho español, dialogado, amoroso de la pared.

En ese pararse y lanzarse kamikaze buscando al otro en la pared veo yo a Emilio Butragueño y lo descubrí ayer y digo más: En el tiquitaca deXavi e Iniesta se vislumbra un gusto por la tenencia más que por el envío, muy lejos de Pep (Pep era el fanatismo del tiquitaca absoluto, el constante reenvío de la crucial cuestión de la pelota a través del pase). Xavi e Iniesta buscan la pelota, tener la pelota con un sobeteo que es el de Laudrup y Laudrup fue siempre el derrote madrileño hacia el dream team .

Yo no sabía -y estaba sufriendo- que mi amor por Xavi e Iniesta era también (también, Señor, constante machacona en mi vida) puro y duro madridismo.

E Iniesta, manchego, soleado, abierto, panorámico, llano y mesetario al fin, no es tiquitaca ya, es tiquitá, o tacatá. Es acortamiento del sobeteo por la verticalidad de buitre que le nace en las inmediaciones del área. De la misma forma que a Xavi, ayer de nuevo “trascendente”, le salían pases alegres y definitivos.

Busquets, por ejemplo, está aquejado de una grave impotencia al llegar cerca del área, pero eso es porque en él no hay mesetarismo ni madridismo ambiental. Busquets, como Pep, son el lado duro del tiquitaca, son pura Masia.

Iniesta, lo voy dejando, es punto de encuentro y es tacatá manchego. Es tiquitaca juguetón y muy cercano al gusto madrileño y al transoceánico perreo latinorro, que es la nueva hispanidad.

Italia me gustó, Italia era el petrarquismo de ese heterodoxo que es Prandelli, que recoge sus brazos para ver el fútbol como si estuviese viendo un cuadro o a una señora estupenda. En Prandelli hay un evidente esteticismo y su equipo ha compensado a Prandelli con un vigor, una belleza y una nobleza etruscas. Etrusco Chiellini y etrusco Pirlo, que lloraba demostrando que su entrenador es un enorme psicólogo pues esas lágrimas son lágrimas que hablaban de un previo convencimiento frustrado ¿Sobre qué prodigiosa arenga en dolce stil nuovo convenció Prandelli a Pirlo de que podría no perder frente al más grande centro del campo que han visto los siglos? Pirlo lloraba y nos explicaba que los surcos de tahúr de su rostro de regista fino quizás eran de tanto llorar.

Del Bosque es Turing (¡con la manzana anticolesterol!) y sus seis centrocampistas están siempre descodificando el mensaje cifrado del rival, hasta una lectura absoluta del partido. Hoy Peces Barba nos habla de Del Bosque e insta a Florentino a un abrazo de Vergara. Más importante es que introduce la cuestión del ugetismo familiar de los Del Bosque, superando cualquier izquierdismo salonnard de un Valdano. Este Del Bosque aspira a la centralidad de lo español, como un buda en su banquillo heredado.

España, que no llenaba antes el Bernabéu, que había que llevar a los mendigos y darles un bocadillo de chopped, es ahora una chabacanería y una finura y sus goles los gritan en la radio en pareja, pues ya no es suficiente con uno. Gritan gol Alfredo Martínez o Manolo Lama y luego otro les dobla en bárbaro contrapunto y grita más fuerte, como en doloroso e hiriente combate de amor garañón.

España ha generado también un verbenerismo y un cancionero que tiene su cosa. Bisbal, que ya cantó el mundial, ha ganado mucho con el perreo de Cali& El Dandee y la selección es juerga, pantalla en la plaza, discomóvil y amor estival. El tiquitaca mueve las caderas, se latiniza. Se hace tacatá.

Balotelli, con ese pelillo de putito zulú, que parece el pelillo de un cepillo para los recovecos últimos del coche, le quería disputar el partido a Sergio Ramos con sus andares de púgil (Balotelli es la renovación de lo italoamericano, es como un negrata criado en el hogar corleone). ¿No sabía Balotelli que a Ramos le habían nombrado el tío de los huevos cuadrados en el país del cojonudismo? ¡Si lo primero que ha dicho Ramos en Cibeles ha sido “te como los huevos” a Reina!

El sueño de un español es que todo el mundo se descubra ante sus huevos, ante su huevamen –qué error, por cierto, el de la Academia, no incluyendo huevamen en el diccionario, y qué nuevo machismo- y Sergio Ramos ya no puede llegar más alto y en su mundo, en su visión, todo es cuestión d echarle huevos, todos son huevos, todos son los huevos bardemitas de Bigas Luna y su barba aspira a la madurez de barba de Alonso, incluso a la barba capitana y un poco ultra de De Rossi.

Imaginemos lo que debe de ser que cuarenta millones de personas le digan a uno a cada rato:

-¡Qué huevos tienes!

Esa frase salió espontánea en todas las emisoras y fue el españolismo de la Eurocopa.

En los laterales ha estado para mí otra gracia del torneo. Arbeloa, que es correcto, que lleva siendo correcto siempre, que nació ya correcto. Que lo tuvo el médico y le dijo a la madre: correcto, tiene usted un hijo correcto, este Arbeloa no nos da nada, pero tampoco nos lo quita. No canta como cantaba Ramos a veces en el lateral, pero arriba como mucho llega u ocupa un espacio. Esos son sus méritos, absolutamente posicionales. Yo creo que Arbeloa, en su equilibrio final, es el único tío que en España cumple con la estabilidad presupuestaria.

España ha evolucinado mucho, pero es que el lateral derecho no es cualquier cosa. Si España hubiera resuelto el problema del lateral derecho ya hubiese sido demasiado regeneracionismo. No olvidemos que el lateral derecho lo ocupó Chendo y luego el Chapi Ferrer y que el día en que nos salga un Cafú España podrá decir que ha llegado a un tipo de culminación.

Lo que no ha podido Arbeloa en la derecha, dejando la cuestión demorada, lo ha intentado Alba en la izquierda. Su gol de anoche es portentoso y muslero, técnico y exuberante. El lateral izquierdo era la heterodoxia española. Los heterodoxos que podía dar España. Nuestros tristes raros. El descoyuntamiento espindargo de Gordillo, el renqueo de Villarroya, que parecía jugar escocido, la cojera traumatizante de Lasa, el juego agarrotado y como manco de Sergi, con sus porfías de muñón… Laterales con el estigma de lo desperfecto. Y este Alba, pequeñito y secreto, se ha destapado como un lateral cortito, pero efervescente, con chispa, reprís y buen toque, sin cojeras excesivas, ni asimetrías. Sin esa sensación antigua y española de ser zurdo por tener una pierna más larga que otra, sino un zurdismo, una siniestrez armonizada, conseguida, europeizada.

Y Piqué se ha dejado un tupé rebelde y kortajarena con el que protestar silenciosamente por los estilismos avasalladores de Ramos.

España, en fin, ha ganado la Eurocopa en Ucrania. El próximo mundial querrá ganarlo en Brasil. Otro infierno para los enviados especiales. Quién fuera solamente enviado ordinario…