lunes, 30 de abril de 2012



DIA PRIMERO FUERA DEL MAURINHISMO



Querido diario:

Hoy ha sido mi primer día fuera del maurinhismo. Todo ha resultado complicado, nuevo, y he caminado con la vacilación primera de los críos. Era yo sin mi certeza postural, sin la mirada de estar de vuelta, sin la unción brillante del agravio. Era yo, un hombre solo, asido a mi raro apetito futbolero y al apagado madridismo que se me queda tras la victoria.

Yo, madridista singularísimo, no podía entrar ya al Txistu a pedir un churrasco, a comulgar con el churrasco del madridismo oficial, pero tampoco me sentía integrado, feliz, en el maurinhismo, por más que allí habitasen articulistas admirados, blogueros exceltentes y tuiteros dueños de la actitud chulángana.

El tuit es el aforismo del chuleta.

La cofradía es un sitio estupendo para vivir, pero yo necesitaba gritar mi disconformidad. Apartarme.

No he sentido jamás placer estético viendo al equipo de Mourinho. Su 4-2-3-1 es la mayor decepción, la última decepción de mi devenir futbolero. Ya no me volveré a ilusionar con heterodoxias, con un 4-3-3 de puñales sistemáticos, ni con un 5-4-1 de delanteros robinsones esperando la llegada, provisoria, de un centro del campo trasatlántico. Ya no, sería imposible, con la libertad destructora, primitiva, del defensa ocupando zonas delanteras. Esa libertad trastocadora del orden dado por la cual Pepe es devastador y libre y Ramos el soplo de energía que no tiene el centrocampismo anémico de Alonso.

La energía del defensa, eso quería yo.

Mourinho, entrenador perfecto, me tuvo de su lado con pasión en el trance de semifinales del año pasado, cuando Pepe era un exotismo, casi una herejía. Ahí sí, ahí me tuvo de su parte (¡pluma libre de madridista que rompió el molde!), cuando hubo que defender la razón cínica y troglodita heredada del Inter. En Pepe, en su desmesura, en su zancada (la zancada de Pepe es la gloria no cantada del maurinhismo), esa zancada que crece a medida que avanza, contemplaba yo el nacimiento de un fútbol que al Madrid le empujaba desde la defensa, que le nacía del torrente que es Pepe, pues este Madrid no era un Madrid vertebral, sino un Madrid roto, sin centro del campo, con una defensa zumbona y un Cristiano inconmensurable. Mi Madrid era ese, pero no entendía, sigo sin entender, qué ha sido su centro del campo y en las últimas semanas de la competición yo casi me sonrojaba al ver que Alonso y Khedira (nunca sé dónde le toca la h, como no sé todavía cuál es su verdadera dimensión) parecían estorbos en el avance de los defensas. El centro del campo del Madrid me empezaba a parecer dique de su propia avalancha. Contención del fenómeno Pepe, de la pujanza fija de Ramos.

Para mí, el centro del campo de Mourinho ha sido una transacción, una impostura, un trecho del campo que Mourinho ha regalado al oficialismo, al academicismo de la pelota. El Madrid han sido Pepe, Ramos, Marcelo y su delantera y no he comprendido qué se proponía en ese trozoo del campo que ahora decide los campeonatos.

Yo fui mourinhista cuando hubo que defender un fútbol distinto y a Pepe, jugador fascinante.

Y digo mourinhista, que no maurinhista, porque al igual que Maurinho es la forma degradada en que la pipa pronuncia el nombre del nuevo Helenio Herrera, el maurinhismo es la sinrazón unánime del mourinhismo.



Proseguiré en mi diario de esta deserción, pero he de irme al gimnasio. Pese a esta luz costrosa que he de soportar, tengo la saudade portuguesa en la mirada, como una pena íntima que no sé de dónde viene, a santo de qué porto, pero lo que tengo de lusitano ha de acompañarse de la dotación vigorosa, fibrosa, de la carnosidad del muslo cristianita. Ese muslo y Pepe han sido las últimas instancias de mi mourinhismo. El triunfo del físico.

Así, el muslo, Pepe y su locura, la comprensión de Pepe, la evidencia del músculo y el egotismo, el impar egotismo desesperado, en eso resumo yo mi mourinhismo, que no podía estar por más tiempo encerrado en la unanimidad del agravio y de la grada, aunque allí se encontraran ídolos y amigos.

viernes, 27 de abril de 2012



NO TENGÁIS MIEDO



-No tengáis miedo.

Así, con palabras de Papa, dejaba Pep Can Barça. Huérfanos, le miraban el Presi y Andoni, con su sonrisa de invidente, y también algunos de sus pupilos, qué digo pupilos, sus discípulos: la mandíbula de Puyol, el belfo de Xavi, las sienes de Iniesta, el ceño de Cesc. Los Barçatoons.

Decía Ramón Besa, que estas cosas las dice mejor que nadie, que “el Barça de Guardiola es ahora mismo el equipo romántico por excelencia en el fútbol y, como tal, es más propenso al suicidio que a batirse contra el enemigo”. Y yo creo que esto resume perfectamente lo que ha sido Pep, que no ha creado un equipo de fútbol, sino un Werther.

En esta crisis, la gente no saltará de los grandes edificios financieros de Wall Street, sino del Nou Camp. Habrá suicidas del fútbol, como hubo en Maracaná, que quedan mitificados y como poco contrastados y Besa, que es el Hölderlin culé, cualquier día se volverá majara y ya no sabremos si es Besa o García Calvo.

Hay algo anfetamínico y delicioso en todo esto.

Pep, al despedirse, se ha desnudado un poco y ha desvelado que "Keita y Abidal eran sus barómetros morales y éticos". Abidal es un hombre que fue a visitar a un niño enfermo de cáncer y tanto se emocionó que se quitó el rólex y se lo regaló al niño, para asombro del padre, que se quedaba con su niño, el tumor y un reloj de oro.

Era todo un disparate de bondad. Como los amigos de zoolander en la gasolinera, pero en una orgía de virtud. El único vestuario en que cabe imaginar al utillero con cilicios.

¿Qué vería Pep en Abidal y Keita? La depuración del dolor en Abidal, la superioridad del enfermo, y en Keita quizás la eticidad africana y su humildad esencial.

No lo sabíamos, pero no eran los vástagos de La Masia, eran ellos las baterías morales del Barça. Los canteranos eran su crew socrática, su gang conceptual, su diálogo permamente (el fútbol como un diálogo, no como una dialéctica, como una dialogación sostenida, con un miedo infantil al silencio. Así Xavi, en cuyo ritmo hay un bajo sostenido, así en las paredes, en las que hay un encabalgamiento). Pep acababa sus frases más personales con una pequeña negación, que yo no entendía, hasta que comprendí que ahí había un ritmo, una especie de Groove que el nada negrata Pep estaba sintiendo. Ray Charles hacía el mismo gesto, el funky tiene el mismo gesto. Pep -es lo que yo creo- no era la ética, y ahí se equivocó, Pep era la música. Dentro de Pep había un negro y en ese negro no sólo estaba el tam tam primero, ¡estaba también la humildad esencial!

A la bondad por el tikitaka, pero el tikitaka (quién si no Montes, melómano negro, pudo ponerle el nombre al tikitaka) no era moral, ni concepto, ni utilitarismo, ni geometría, el tiquitaca era un soniquete, una musiquilla.

¡Pep era músico! ¡Y la Masía un romanticismo musical, un ansia de espíritu dándole música al deporte!

Pep ha sido el deportista más musical de la historia. Pep ha sido un maniático de la música, un instructor riguroso y vienés de niños cantores, ¡y su equipo un coro! ¡pero no el coro de la Abadía de Montserrat, no! ¡Cualquier coro!

¿No fue Pep un director de orquesta ya de futbolista? ¿No ha sido siempre Pep un hombre con batuta ¿No son todos en la Masia pequeños Luis Cobos?

Caer en la mano de los Besas, en su propia doctrina del petit país ha impedido el perfecto entendimiento de lo que es Pep, que es música.

Pep es el ritmo como negación de la muerte, y eso era Pep cuando salía de su silencio (¡jo vinc d’un dilenci!) con su musitación que en los momentos de mayor énfasis rompía en desgarros dramáticos que malinterpretamos.



Pep es la sensibilidad de la reiteración, el único hombre de nuestra vida pública que se permitía el énfasis de la reiteración al hablar.

Y su fútbol era una repetición, un minimalismo.

“Hay que ser modernos, hay que ser intensos”, dijo alguien, y eso ha sido Pep. Cool e intenso como un especial de la Rock de Lux.

Cabe añadir que el Barça con él lo ganó todo y ya de antes era campeón moral. Luego añadió el triplete de la humildad y ahora Zubi nos acaba de desvelar que ha conseguido el trébol: la derrota ante el Chelsea fue, en realidad, el triunfo del orgullo, la copa del orgullo.

Belleza, ética, humildad, orgullo. Es lo que te llevas de un banco cuando sales de allí sin un puto duro. Te inflan a valores. La vida moderna es una inflación de valores, que es el marketing sentimental. Pep es ese tono suave, confidencial, intimista y corporativo de los anuncios de las grandes empresas.

Quizás se les haya ido la mano a los amigos culés, se nos esté yendo la mano a todos, pero pese a todo voy a echar de menos a Pep. Su intolerable palmarés es una inspiración, su estilo de juego me gusta, pese al abuso maníaco y su vanidad es la mía y yo he de confesar que ante el espejo ensayo ruedas de prensa imaginarias como las que Pep, de míster, ha podido dar.

Yo también gano mi tercera Copa de Europa y ante el espejo me acuerdo del rival, del recoge pelotas y del último parado.

Yo también cambiaría a Tello para abrir el campo y ser fiel a mi estilo ganando 5-0 al Racing de Bollullos.

Pero abriendo el campo con extremitos, Pep nos ha ampliado las ideas, que en España ya no van más allá del fútbol.

Si no fuera por Pep en España todos iríamos por el carril del centro, dependiendo de que un Özil tuviera el día.

Pep ha sido el sistematizador, el aclarador de ideas de lo popular en España. La Institución Libre de Enseñanza, devolviendo el fútbol español a su inicio extranjerizante y antipopular.

Pep ha sido el más grande deportista en travestir su competitividad. El ansia de un boxeador demente disfrazada de filantropía cantautora.



Le sustituirá Tito Vilanova, al que Mou bautizó Pito. Vilanova es el dueño de la pupila que se interpuso entre Mourinho y la luna y el Barcelona se reproduce por gemación. Pep futbolista dio lugar a una sucesión de replicas que desembocan en Cesc y ahora pretenden lo mismo con la figura del entrenador. De Pep a Tito, y habrá un Quimet. Diminutivos, familiaridad absoluta.

Alguien lo dijo en Twitter:

-Se va Pep, ¿pero se lleva Cataluña consigo?

Es tan esencial, Pep, que parece que se lleva la semilla.

Se va casi sin derrota y ya es mito, que para el terreno, tampoco es mala cosa para ser.

Ha construido algo musical, y algo que admitía el consuelo de poder hablar. Gracias, Pep.

EL CORNUDO PAGAFANTAS (Publicado en LAGACETA el 27-IV-12)


Ayer se discutían los Presupuestos y, oyendo a los nacionalistas, ya sabemos que estos presupuestos del pobreterismo y las habas contadas son, también, centralistas... http://www.intereconomia.com/blog/columna-hughes/cornudo-pagafantas-20120427

miércoles, 25 de abril de 2012



REAL MADRID, 2-BAYERN, 1. MI VERDAD



Podría contar mi vida describiendo las distintas actitudes ante el Bayern. El Bayern al que el locutor llamaba de “miunic”, como poniendo morritos, cuando los alemanes dicen de “munchen”. El locutor era de canal9, la tele del régimen de Camps, el faraonismo catódico que explica muy bien lo que han sido estas cosas: un déficit para que retransmitan al Madrid con énfasis muniqués en el arbitraje.

Durante todo el partido añoré el demoledor talento para la obviedad de Sanchís, porque en ella yo me reconfortaba.

Durante todo el partido también pensaba en De Guindos y en cómo estaría viviendo este partido.

Somos una España para que hubiera habido santiaguina.

El Bayern salió asustado ante un Madrid embravecido por las desgracias ajenas. El público marcó su gol y el otro lo marcó la ola de furor que provocó en el madridismo la derrota culé.

Juego no hubo, hubo velocidad, rapidez, cambios parabólicos de Alonso, fulguraciones de di María, sobre el que apetecía fundar un peronismo y dos definiciones de Cristiano, que celebró sus goles con los gestos que sustituyen al muslo, las dos manos como dos mazas medievales.

Este Bayern, que Jupp Heynckes miraba con su cara de gremlin rosa, no tenía ningún demonio como Effenberg, si acaso Schwesteiger, ni provocabala reacción meridional. Un Bayern discreto, pero enorme, que se creció y enseñoreó del campo a partir del golpe anímico del gol de Robben, tras discutible penalti de Pepe a Mario Gómez. Discutible porque no sé si era absolutamente necesario.

El centro del campo del Madrid no ha sido capaz de imponerse a ningún gran conjunto y se ha vivido del talento ofensivo y de la genialidad de sus defensas, sobre todo de Pepe, que tiene un talento para haber jugado más arriba.

El Madrid se fue apocando, con su juego de exterioridades. Özil, por ejemplo, la sutil copulativa, es un media punta que no juega jamás de media punta, y que borda una jugada impropia: los 110 obstáculos en banda derecha, empujando la pelota con talento único, como empujamos la zapatilla a lo largo del pasillo.

Alonso queda cada vez mejor antes de lanzar las faltas. Mira como un modelo y luce barba de Hemingway, pero junto a Khedira conforman un centro del campo menor. Kroos, por ejemplo, tiene un recorrido mayor, más parecido al juego del Barcelona.

Los dos mejores equipos del mundo, como fueron bautizados por la prensa española, tan tercermundista, han demostrado la crisis, el paroxismo, de dos modelos desequilibrados.

El único fallo de Mourinho ha sido no lograr la alternativa del tercer volante.  

En la segunda parte el dominio del Bayern fue más evidente. El Madrid no podía sacar la corneta porque dos goles ante este equipo eran demasiado.

El Estadio invocaba a Juanito, que es el símbolo de la frustración racial ante el Bayern.

Ribery, con su cara a trozos, me recordaba al frío asesino de Boardwalk Empire, porque tiene un punto de traumatizado francotirador.

Robben lucía su camiseta antiagarrones, que le dibuja el talle descoyuntado de extremo que se va hasta de si mismo.

La segunda parte era un crujir de dientes. La cena se apelotonaba en el estómago y subía como el gemelo de los futbolistas. Era el miedo. El Madrid iba a jugar la prórroga, que es una cosa de italianos, como llevar mocasines.

Quien más quien menos estaba versificando en el primer cuarto de hora y llamando a amigos para montar el viaje a Munich, todo cervezas y poderío.

No estábamos preparados, tras la derrota moral de Pep, para afrontar a nuestro coco, que es el Bayern.

En el palco había tantos alemanes que parecia que ya nos habían intervenido.

Y llegó la prórroga y entonces el Madrid se vino arriba y el árbitro pitó como un urbano todo en contra del equipo de casa. Cristiano se aceleraba, Kaká estaba siempre a punto de (Kaká, con su irrelevancia de exjugador no podía resolver nada) y salió el Pipa a intentar su heroismo patatero.

No fue posible el gol, aunque a Granero le agarraron en el área y los penaltis en casa obligaron al público a gritar el nombre de Íker. El estadio había invocado abusivamente a sus ídolos, el siete eterno y el santo, toda la conexión posible con el más allá, y sin embargo, pese a ese talante tan irracional, no hay verdadera superstición, porque para que saliera se tenían que haber callado.

La Copa de Europa es superstición, es silencio, es ritual, y memoria. La Copa de Europa es el agolpamiento, golpe de sangre, de recuerdos muy nítidos del miedo a Aughentaler, del odio a Effenberg, de la admiración aria hacia Rummenigge.

Mou saludaba a su gente como si de verdad se fuese a marchar. ¡Eso parecía una despedida!

El público gritó Íker, Íker y Cristiano, como Zico o Maradona, falló el penal.

Para Neuer, decía el locutor exacto, y yo escuchaba para-noia.

Para-noia. Para-noia. Y Mourinho hizo un gesto de incredulidad alzando las cejas y me ganó para siempre. Mi mourinhismo es esa ruptura del ambiente.

El mourinhismo es la ruptura ambiental, la huída del clima predominante. El talento para determinar el clima emotivo del deporte.

Cuando todo estaba perdido Íker demostró su inclasificable genialidad, su talento sobrenatural. Hizo dos paradas que me hicieron gritar ¿Desde cuándo no gritaba así?

No me podía creer lo que estaba pasando. Era la tanda de penaltis más asombrosa que recordaba. Íker, que había vencido a Kahn, a Buffon, se medía con Neuer.

El último penalti era para Sergio Ramos. La tele enseñaba al equipo alemán abrazado. Un primer plano de los ojos verdes de Mou, a través de los que hemos visto la última temporada. El último penalti era para Sergio Ramos, pero el clímax ya había pasado. No era, ciertamente, el jugador en que depositar tanto espiritismo.

martes, 24 de abril de 2012

SI SALE TONTO (Publicado en LAGACETA el 24-IV-12)


Lo más complicado de escribir es que le venga el tema a uno.
Afortunadamente, existe Cayo Lara, que es Gala, Guiomar y
Beatriz juntas, pero en señor maduro... http://www.intereconomia.com/blog/columna-hughes/si-sale-tonto-20120424

viernes, 20 de abril de 2012


UN ABUELO DE SU TIEMPO (Publicado en LAGACETA el 20-IV-12)

Aquí casi todos se decían juancarlistas y toleraban la monarquía por simpatía hacia el monarca. Tras los últimos sucedidos africanos se abría la posibilidad de un neojuancarlismo... http://www.intereconomia.com/blog/columna-hughes/rey-abuelo-su-tiempo-20120420

UNA PRIMERA APROXIMACIÓN A LO ARGENTINO


En la imagen del periódico, la Kirchner enseña la primera muestra de petróleo argentino y recuerda a Dexter cuando se extasiaba ante las filminas en que guardaba la gota de sangre de sus víctimas. La Presidenta había decretado la expropiación como Paloma San Basilio en una comedia musical donde no hubiera boys, sino parlamentarios cantando con jovial unanimidad, como Los Inhumanos.

Doña Cristina tiene una notoria cara de mala de culebrón.

Los Kitsch-ner, con su espiritismo doble, el peronista y el de papá, y su halo edípico son la monarquía de allí, aunque uno preferiría a Máxima Zorreguieta, Princesa Máxima de los Paises Bajos y argentina nobiliaria y regia. Parece que manda algo Máximo, al que allí conocen por Mínimo, que es como un niño gótico de la casa rosada que se hubiera hecho mayor y Conde-Duque.

Y manda algo también Kicillof, en cuya patilla apunta la patilla de Menem. La naturaleza del pensamiento económico argentino se entiende en sus ministros. Hay algo efébico en la economía argentina, una busqueda de renacimiento, origen y feracidad y por eso sacan ministros kronen, ensayando el efebismo, que no pensábamos que pudiera ser también un populismo.

La economía allí es como la música o el cine, un renacimiento, una inconsecuencia, un arrebato y por eso sus ministros se parecen más a Ariel Roth que a de Guindos.

Esto es postkeynesiasmo y cuasi peronismo, pero es un desparrame y un patrioterismo del recurso. Los recursos naturales son como las esencias, y justifican la atrocidad nacionalista. El petróleo es como el paisaje licuado, interior, la bilis negra de cada país y excita la pasión chovinista.

En España a la Kitsch-ner ya le ha respondido su némesis, la Lomana, que le ha llamado elementa. Mientras se busca la multilateralidad, que es lo más parecido a la legalidad internacional, España estudia represalias que pueden acabar en una escalada terrible. Han pensado empezar con la soja. De la soja en adelante será cuestión de que cabreen a Mariano.

martes, 17 de abril de 2012



Dejo un texto motivado por las palabras del Papa antes de dejar Cuba. Me vine arriba y me creí Juan Manuel de Prada. Lo cierto es que todo estaba motivado por una honda conmoción humana. Y, digámoslo todo, porque esa tarde no había comido ni almorzado y el ayuno tuvo en mí un efecto espiritualizador, como una droga sutil.

EL PAPA EN CUBA

Benedicto XVI dejó en Cuba unas palabras que no me resisto a traer a este rincón, aunque triste altavoz es uno, y débil. En su despedida de la isla el Papa dijo “que nadie se vea impedido de sumarse a esta apasionante tarea por la limitación de sus libertades fundamentales”. La tarea era el camino de Cristo que todos, creyentes o no, conocemos bien.
Si hay un conocimiento puro, universal, propio al hombre quizás sea ese, la conciencia de qué sea Cristo, de en qué consiste la bondad cristiana y nuestro deber humano. Cristo es como las matemáticas: una facultad del juicio a priori, la primera abstracción y la primera sinceridad del hombre. Cristo es la intimidad. Es lo que vemos si miramos bien, pongámosle el nombre que queramos. La música primera, el primer deber, la primera noción. La primera geometría es la rectitud del alma, la confortación noble del hombre y la redondez del juicio humano libre.
A menudo las preocupaciones se pierden en lo social, en la política o en el gran fenómeno atmosférico que empieza a ser la economía y nos dejamos llevar por una idea instrumental de bien o de deber-ser. O el utopismo, o el progreso o determinada idea de orden, o el mantenimiento de cierto estado de cosas. En ello empleamos nuestros esfuerzos y nuestras energías cuando el régimen político es solo el clima, la circunstancia en que ser hombre. Ni más, ni menos.

La más grande incorrección política es decir que la política no importa, que el régimen es lo de menos, que la solidaridad humana y la dignidad individual son una conquista interna, individual y pletórica y que no hay estatuto, reglamento o régimen que pueda con ella ni pueda dispensarnos de nuestras obligaciones humanas, de la exaltación fundamental del hombre, que es su libertad.
La libertad no es un lujo, es una obligación.
No se trata de religión, se trata de la obligación humana de poner en juego nuestra facultad primera, que es el amor al mundo. La libertad individual está en la conciencia, y se ahonda en la estrechez y en el sufrimiento. La libertad y la dignidad del hombre son un abismo interior, inacabable, inagotable, inatacable.
También nos dice el Papa que nadie debe verse eximido de esa tarea “por  desidia o carencia de recursos materiales”, pues son los privados, los dolientes, los más dotados  y nuestros inevitables maestros.
La gran riqueza es la vida interior, la precisa imprecisión de la vida interior, y lo circundante, lo cercano, es un imperio vasto en que ser libres. El encadenamiento humano del afecto es la primera obligación cívica.
Llevábamos años unos y otros, desde distintas orillas, mirando a los cubanos como a seres impedidos, dejándonos apresar también nosotros por la dictadura y de repente llega el Papa y los conmina sin excusa alguna. Y nos conmina de paso, con esa capacidad suya para estar hablándonos siempre.
Así que perdone el lector la arrogancia de permitirme glosar estas palabras, pero la mayor impostura quizás sea huir de lo serio por tratar de evitar lo solemne.
Cuelgo aquí un artículo de cuando la huelga, que no se publicó y olvidé colgar. Mejor dejarlo aquí, aunque sea a destiempo, que perderlo. 


GORILAS EN LA HUELGA

Hace unos días venía en la prensa la noticia de un experto que aseguraba que los simios desarrollan comportamientos equiparables a la huelga humana. Si ante el mismo trabajo obtienen dispares recompensas, los simios cesan en el empeño. La huelga simiesca podría hacernos pensar en el rasgo darwinista del huelguismo, que nos ha hecho lo que somos, o en la animalidad huelguista, rastreable en Méndez, con su algo de bonobo albino. Si durante tiempo creímos que el hombre era homo faber, y luego supimos que se podría ser hombre sin trabajar y que incluso eso iba a ser lo normal, ahora nos enteramos de que el huelguismo tampoco es específicamente humano. Había algo grupal, gutural y asalvajado en la huelga, como un intento del hombre culturizado por salir al campo. Yo me imagino a los huelguistas en las praderas, rememorando una libertad anterior al trabajo, dando saltos de plenitud vitalista y por eso me entristezco mucho cuando veo a Toxo, que es tan plenamente laboral.
Por lo que a mí respecta, me reservo siempre días antes de la huelga, holgazaneando para dar lo mejor de mí en el día señalado y busco en el estajanovismo una disculpa izquierdista para acudir a trabajar. Trabajo conmovedoramente, como rehén de alguna quinquenalidad. El izquierdismo es la huelga, acto del socialismo real, pero también el estajanovismo y si me acusan de burgués pongo cara de ruso mecanizado y le doy al teclado metalúrgicamente y así respondo con una figura mítica del universo izquierdista.
Ese redoble de mi esfuerzo obrero me sucede porque me siento observado en el día en que ir a trabajar se convierte en un acto consciente, en un libre albedrío.
Otra actitud habitual es la del trabajador derechista que se queja siempre del trabajo, pero que el día de huelga acude a su puesto silbando El puente sobre el río Kwai. El entusiasmo del trabajador muy de derechas es sospechoso y parece provenir del antagonismo político. Se trabaja un poco por joder.
De entre todas las manifestaciones de ese día, me quedo con la coquetería del huelguista indeciso. De aquel que jamás confiesa en su centro de trabajo si acudirá o no, como el equivalente obrero del indeciso electoral que tantos disparates políticos ha justificado. El indeciso cultiva su duda con un cierto narcisismo ideológico, como dejándose desear por los extremos -¿pero vendrás, no?-, y cuando al final aparece tras resolver un arduo debate consigo mismo, se le recibe como si llegara de vacaciones, con sonriente expectación. Este indeciso de la huelga lo que quiere, me parece a mí, es la alegría en el rostro del compañero.
Si algo tienen estos días es que nos permiten reflexionar sobre el acto de trabajar, que se llena de resonancias incómodas. La costumbre maquinal de ir al curro con automatismo zombi, sonámbulos en los polígonos rosados de la madrugada, adquiere una importancia excesiva: el deber, la ideología, el perpetuo narcisismo. Es decir, que vamos a trabajar como si pudiésemos elegir, como si siempre fuera un acto libre.



EL JUANCARLISMO ERA ESTO

Es conocida la frase: Todas las familias felices se parecen, pero las infelices lo son de un modo diferente. Quizás la demencia cinegética y la disgregación cosmopolita sean la forma borbónica de la infelicidad familiar, algo, por otra parte, tan normal. El español no era tanto juancarlista como familiero y ha sido fallar al nieto y darle la espalda el pueblo, y quizás haya faltado piedad para entender que no se estaba tanto ante una crisis de la institución, como ante la crisis de un orden familiar.

El rey es cazador y no caza dinosaurios porque no quedan. Me imagino los safaris de nuestro rey tapioca como algo entre El Cazador de Cimino y Mogambo o Hatari, con algo de cinemascope. O El hombre que pudo reinar, pero que además reina. Quizás un poco como en Tropic Thunder, con hilaridad vietnamita y metálica tras las bestias. La caza es el dandismo final del rey, rey acotado, que tiene su desfogamiento en el absolutismo de la selva, cazando piezas, como cerrando el círculo con la llamada de la sangre, pues el origén borbón (borbón, ahora, suena a borbotón) está en los Capetos, que eran unos señores franceses remotamente carniceros. El rey está dando piezas al despedazamiento capeto, como preso de un atavismo.

¿Queremos que el rey represente a un Estado o que represente a su época? El rey, monarca auditado, es la soledad del símbolo, sin corte ni boato, sin familia, sin poderes, pero con yernos y una prensa que ahora le sale con la austeridad, como aspirando a una monarquía nórdica, sindicalizada, blanca y de trineo.
La selva es el palacio de Don Juan Carlos, harto de versallismos y el elefante, con su trompa depuesta, era su moby dick, su ballena blanca.

El pueblo español quiere una monarquía representativa, es decir, que la monarquía represente a su tiempo, como un avatar de las costumbres. España no se pone de acuerdo en qué significa una monarquía y quiere que la familia real sea una familia de teleserie, que los Borbones sean La tribu de los Brady y Don Juan Carlos un Emilio Aragón beatífico y ejemplar que desayune con su prole rubia.

De algún modo, los cuñados, los yernos reales, han introducido la desconfianza humana intrínseca en el cuñado. Han cuñadizado a Su Majestad, al que le vemos lo que tiene de cuñado posible. 

La monarquía se quiere nuevo funcionariado, una monarquía que ayer fuera dialogante y hoy austera, cada vez más cerca de su figura en cera, como un muñeco al que se saca de paseo, y se le vuelve a meter para que entre medias dé hijos y nietos y fotos perfectas para el Hola, el Gotha eterno y la composición mental del español.

El rey, en el próximo desfile, nos va a parecer más rey, más gallardo ante el paso de las tropas. Le hemos visto como un mercenario temible ante un elefante mustio. Rey bizarro y bizarre. Que se vayan retirando los  falsos juancarlistas y queden los últimos monárquicos, los que no se espantan de un fin de saga en la savana.

De algún modo, se ha roto el ensueño familiar de la monarquía, surgiendo algo más personal. Una monarquía verdaderamente individualista, solitaria; el verdadero juancarlismo. La majestad del símbolo en el trueno final de la edad.

LA PRODUCTIVIDAD (Publicado en LAGACETA el 17-IV-12)


Beteta, Secretario de Estado de Administraciones Públicas, dijo
hace unos días que el funcionariado ya podía ir olvidándose de
la prensa y el cafelito de las mañanas... http://www.intereconomia.com/blog/columna-hughes

sábado, 14 de abril de 2012



UN RATO DE TELE: EL DELUXE DE MATAMOROS



El programa se presentaba como una profundización en el drama de Kiko Matamoros. Su drama es el glaucoma, estrechamiento del campo de visión. Matamoros y Carmen Rigalt son los dos enfermos de glaucoma más conocidos y están haciendo de divulgadores, avisadores e introductores de ese drama. Es la progresiva ceguera.

Matamoros, de traje perfecto, con una flor en la solapa, se demoraba en las contestaciones como un ponente cerebral, recogiendo las manos en gesto de novelista o canciller. Kiko Matamoros se sienta en el deluxe como se sientan los mandatarios en las cumbres, mientras que Jorgeja se pone en el filo del asiento, con los pies juntos y acercándose al entrevistado, como una vieja chismosa en una silla.

La entrevista, al ser dramática, tenía sonidos misteriosos de fondo y mucho silencio.  

Matamoros, calvo, con traje british, hablando con gravedad sobre la vida y ciego es, ahora mismo, lo más cercano a Borges que ofrece la tele.

El problema de la entrevista es que ya le habían hecho antes una Caja y una hipnosis, y claro, quedaba poco en el alma Matamoros que no conociera el espectador.

Habló de su padre, del que ya conocíamos el desapego, el autoritarismo y el facherío.

Habló de su madre y su agonía. Recordando ese instante mencionó una anécdota sobre el inicio del Alzheimer: ella hablaba a la tele. Conviene saberlo, pues es un hecho comprobado, la cabeza se pierde cuando uno comienza a saludar a las personas de la televisión. Cuán cerca estamos de ello…

Con la madre, Kiko se emocionó. Tardaba segundos en contestar. Un sonido de fondo. Jorgeja poniendo morritos. Los ojos humedeciéndose. La lágrima era como cucaña a punto de caer.

La lágrima repunta la audiencia de cada programa y Jorgeja maneja las lágrimas de sus colaboradores como si fueran mascotas. Son como una atracción en la que el éxito, la pirueta, el logro, es llorar, o ponerse histérico en el momento oportuno.

Jorgeja, es un domador de emociones de sus colaboradores. Un príncipe sádico que logra la lágrima como un orgasmo exacto.



Luego estuvo Brenda, una joven valenciana que participó en MYHYV y en el reality de la granja. Fue a contar su proceso de desintoxicación. Por momentos, lo que contaba se parecía al programa Hermano Mayor.

-Yo era un monstruo. Hablaba mal a mis padres, pero era porque consumía…

Bueno, visto así, y entendiendo la amplitud del consumo, todos hemos sido un poco Brenda alguna vez.

Brenda se equivocó de casting y en lugar de ir a Hermano Mayor acabó en la factoria risueña de Telecinco y pienso ahora en la relación que pueda haber entre Hermano Mayor y Gran Hermano…



Brenda consumía, pero ya no consume. Ha dejado el escarceo del porno y sigue siendo amiga de su novio Gerard, que es “antidrogas total”. El acento valenciano de Brenda es tan fuerte que todo le suena abierto, irritado, torrencial.

Luego salieron las piernas de Adriana, que hizo con ellas una operación muy parecida a la de Sharon Stone. La lágrima, el consumo, el improbable parrús… Un programa con audiencia es eso: presente sucesiones de bochornos.

EL AVE (Publicado en LAGACETA el 14-IV-12)


El AVE es el tren sin cadencia, sin chacachá. Es el paisaje dulce de los japoneses y una puntualidad desconocida... http://www.intereconomia.com/blog/columna-hughes/ave-atraviesa-mancha-diligencia-far-west-20120413

viernes, 13 de abril de 2012


UN MITROFÁN DE PELUCHE (Publicado en LAGACETA el 13-IV-12)


Hay quien dice que el de Favila y Mitrofán eran el mismo oso, un oso que los monarcas llevan toda la vida cazando y que Froilán tuvo su accidente cazando un Mitrofán de peluche... http://www.intereconomia.com/blog/columna-hughes/un-mitrofan-peluche-20120413

jueves, 12 de abril de 2012


PITIN-GO HOME


Al cantante Pitingo, que tenía organizada una gira de conciertos por los E.E.U.U., le han denegado el visado de acceso por coincidir su nombre real con el de un presunto terrorista.

Lo primero que sorprende es que Pitingo no se llame en realidad Pitingo, pues si hay un nombre artístico apropiado al artista es el suyo. Un gerundio inglés en un diminutivo. El rebajamiento de la nombradía terrible del flamenco impulsado al mundo exterior por un gerundio y un verbo de acción. Pitingo, amarillo y afilado, como el rostro de Pitingo cuando canta. Pitingo, que le quita al artista el apellido real, común, y con su nombre de guerra (¡de guerra!)se crea un perfil divertido, familiar, irreal, un nombre de mascota.


Pitingo se llama Antonio Manuel Álvarez Vélez y sólo reconocemos en Pintingo el Vélez, pues tiene el cantar dentudo y sonriente, de ciego, de José Velez.

Pitingo tiene un swing renqueante, dulzón, y canta siempre su mismo palo personalísimo. Pitingo es su propio género y la incomprensión que sufre se debe a que en España nunca se ha valorado la música negra. Pintingo es un palo, o ,si se quiere, un palillo. 

Me imagino a Pintingo al enterarse de la noticia, tratando de convencer al funcionario de su amor por los EEUU cantándole una souleria desesperada, pues la soulería, mezcla de bulería y soul yanqui, es su gran aportación al acervo. El funcionario atónito, Pitingo demostrándole lo negro de su quejío.



Pitingo es la fusion, y no hay nada más contrario al fundamentalismo del terrorismo que la fusión. Pitingo es un gitano que canta como un negro y tiene ya cobre y cana de hindú. Pintingo es el sincretismo del artista nuevo y el paradigma de un mundo pacífico, mezclado, sonriente y banal.

Si hubo una burocratización del mal, del terrorismo, ahora estamos ante la burocratización de la lucha contra el mismo. Así, se dan casos como éste, de severa incomprensión del individuo.

Que a Pintingo le confundan con un terrotista es como si en Los Demonios de Dostoyevski saliera Luis Aguilé. Esa burocrática lucha contra el mal está generando situaciones de nueva banalización, de rebanalización del terror, emparentando en situaciones hilarantes (comicidad de embajada, de aeropuerto, donde a uno le pueden tomar por otro, trastocando la certeza de su identidad) a Llamazares con Bin Laden, o a Pitingo con un terrorista.

Ni los españoles hemos comprendido la negritud almíbar de Pitingo, ni su mismidad de palo que se basta a si mismo, ni los EEUU han entendido el efecto que genera que el crisol de cosas que es Pitingo, que es un individuo Benettón, sea tomado por terrorista. Él, que es estrella de la fusión y un empecinado de la americanización del cantaer agitanado.


Sospechoso aquí ya era Pitingo, y ahora es sospechoso allá. Rehén paralizado en embajada, hombre detenido en aeropuerto, cuando de todo esto huyo Pitingo (¡y de su ramalazo Vélez!) al cambiar su nombre.

Debería haber un registro internacional de Pitingos, que no necesitaran visa, ni permiso, pues han abolido todas las fronteras.

miércoles, 11 de abril de 2012




ATLÉTICO, 1-REAL MADRID, 4. MI VERDAD



Llegaba el Madrid al Calderón, con un césped en el que Pep no sacaría al perro a pasear.

El Calderón me pone un poco nervioso por su condición de inacabado, pero por esa esquina abierta se le va la fuerza por la boca al Calderón, su fuerza ambiental.

Sus aficionados, verdaderos tiffosi, ganan siempre la liga del tifo, que es como la manualidad del gamberro, que está siempre aprobando pretecnología.


El público gritaba mucho. El árbitro hablaba con los jugadores como se habla en una discoteca. También con la misma chulería.


En el Madrid, un miedo al silbato, versión futbolera de la inseguridad jurídica. Un sopapo a Pepe, que Pepe olvidó dramatizar (Pepe, actor a destiempo, no disfrutó de la única condición que tendrá para ser víctima) lo vió todo el mundo menos el árbitro.

Benzemá remató en escorzo inverosímil, pero la repetición demostró que lo hizo con mucha malicia. Benzema es un jugador sin malicia aparente, que hace las cosas con una especie de indiferente angelismo, no como Adrián, el excelente delantero rojiblanco, que es un resabiado con cara de llevar boina y fumar picadura.



Hoy jugaba Coentrao, decolorado. En una toma, la primera, creí estar viendo a Raúl y entonces su aspecto anterior, tan Farrah Fawcett, tuvo más sentido.



El Madrid no tenía la posesión, predominantemente colchonera, y el centro del campo las pasaba canutas. Di María, en banda derecha, corría, pero no liaba pases; Kaká estaba intrahistórico, que diría Jarroson, y sólo con el gol y los espacios apareció. Los mediocentros, por su lado, bastante tienen con que no se los merienden Pepe o Ramos en algunas de sus embestidas. La fuerza en el Madrid está en defensa y arriba.

Cristiano marcó un gol extraordinario, una falta que era una recta sinuosa, con más extraños que la mirada de Colombo. Efecto de bolas chinas ese balón.

En la segunda parte salió Özil, que está siempre asfixiado, como Ostos junior en la Isla de los famosos. El Madrid pudo tener más la posesión, algo más aplicado, pero el Atleti marcó en una proeza de pasividad de Arbeloa. Las masas rojiblancas estallaban, parecía eso el Estadio Azteca.



Yo ya iba buscando el álmax, pero de la zozobra nos sacó otro golazo de Cristiano, un chut dese fuera del área, parabólico, con fluctuaciones de íbex.



Cristiano se fue al fondo enemigo y se señaló el muslamen. Es el triunfo de la musculación y una llamada de atención hacia la riqueza fibrilar, la grandeza muscular, la conmovedora elocuencia muscular de ese portento, que es lo más grande que tiene el Madrid desde Puskas y Di Stéfano.

Es el muslo más grande desde Jenny Llada.



El Madrid estuvo mejor en la segunda parte, y llegó mucho, muchísimo para un partido así. Con todo, sigo echando de menos la controvertida figura, verdadera incorrección política, del tercer volante. Falta juntura, soldadura, la argamasa del volante complementario.



El Madrid llega mucho arrioba, pero llega, salvo Ronaldo, muy justo, como en falsete. Llega estirando la voz. Preferiría llegar menos y mejor, con solidez barítona.

Hubo otro gol de Cristiano, su número cuarenta, veinte dentro y veinte fuera, que ya hay que ser incordiante, y luwgo la puntilla canterana de Callejón, que siempre mete el mismo gol. Con nuevo peinado y mismo gesto: señalar el escudo, muy serio, con gesto de displicente obviedad. Porque a los del Atleti todos los años hay que enseñarles que dos más dos son cuatro.



Al final, el Cholo seguía con su pose de pensador navarro y los colchoneros dejaban el estadio con laxitud, como si hubieran estado apretando todo el rato una bola antiestress.



Al Madrid le faltan dos puntos para sentirse favorito en una liga que está cruda, pero tiene a Cristiano, al que, pongámonos más cursis todavía, el fútbol debe algo grande, inolvidable.



Salía CR9 con el balón del hat trick a modo de barriga y ppanti, con mucho tino, decía en twitter que estaba gestando un balón de oro. Por lo menos. 

martes, 10 de abril de 2012


SEMANA SANTA (Publicado en LAGACETA el 10-IV-12)



En Boardwalk Empire, Nucky Thompson, el Tony Soprano sin cólera que borda Buscemi, dice en un momento culminante que cada hombre decide la cantidad de pecado con la que puede vivir. http://www.intereconomia.com/blog/columna-hughes/semana-santa-20120410

domingo, 8 de abril de 2012



REAL MADRID,0-VALENCIA,0. MI VERDAD

Antes del partido, en el Bernabéu sonaba el nessun dorma, por si no fuera poco solemne el himno de Plácido. Cualquier día ponen el Así Habló Zaratustra de Strauss.

Íker calentaba muñecas con movimiento de sevillana manca.

El realizador buscaba chavalas guapas entre el público, y ellas buscaban el Muslo de Cristiano. Que con el muslo se va a quedar el madridismo este año.

Mourinho comparecía con una prenda rara, entre el plumífero y la gabardina, un anorak largo y gris, como una gabardina deportiva para él, que es el Humphrey Bogart del fútbol.

El Madrid salía con todo lo que le gusta al Movimiento. Cristiano, özil y los dos nueves. Sólo faltaba Granero. Este equipo ataca de una forma extraña, de un modo que exige, para la perfecta ejecución de la jugada, que al menos haya una dejada de tacón en cada una. El Madrid es una diagonal desencadenada de Cristiano y otra diagonal de Benzema, y se juntan en Özil. EL alemán y Benzema hablan un idioma propio, zurdos, sigilosos y escuetos. Parece que de niños sus padres los llevaron a ballet.

Higuaín hace un fútbol de signos de puntuación, de silencios, de desmarques, pero ha perdido autoridad ante la portería y capacidad con el balón.

Los ultras, radicalísimos, cantaban por Tony Ronald y el Madrid llegaba con un disparo de Cristiano que conmocionaba el estadio. El Valencia respondía con Feghouli, con estirada de Casillas, que de amarillo y con palomitas parece un aspirante a superhéroe.

El Valencia estaba bien plantado en el campo y Emery enseñaba las encías en la banda. Sus jugadores perdían tiempo ya en el minuto trece de la primera parte, como si se jugasen una liga.

El Madrid atacaba con argumentos livianos, personalistas, con mucha elegancia de Benzemá, que en alguna ocasión, ante el marcaje individual (ay, Nagore) a Alonso, se convertía en el conductor del juego. El Madrid atacaba con diagonales que eran como envíos de la western unión y en una de ésas el locutor dijo que el Madrid tenía “la diagonal abierta”, como si fuera una femoral.

Ricardo Costa tiró al palo. Iker volvía a volar en el aire como una abeja maya.

El Madrid se partía, táctico flato, y en el centro del campo cabía un 15M de acampada. EL locutor de nuestros pecados, claro, vibraba: -¡Memorable! Decía al finalizar la primera parte, pues buen fútbol es cuando gritan las señoras. Si sería correcalles el Madrid que en una jugada narró “una recontra del equipo blanco”. El Madrid tacaño de Mourinho había inventado la recontra, que es como el recontrasoponcio.

En la segunda parte salió el Pipita, que se ha desmourinhizado con Mourinho y entraba Di María.

-Di María, ¡madre mía!

Era el verso que se escuchaba ante el televisor.

Tino Costa chutó a la cruceta. Un ser ingrávido amarillo brillaba en los flashes.

Salía Kaká también, con su fútbol cortés, y Callejón, que es la proyección canallita de Arbeloa.

El centro del campo del Madrid era… ¿qué era ese centro del campo? Alonso aparecía en las jugadas como si fuera un jugador de cricket. Él y Khedira trotaban como caballos de la feria de abril.

Nuestro narrador dijo que Ricardo Costa intentaba hidratarse y yo me imaginé al valencianista poniéndose una crema.

Pepe, que es James Coburn, estaba entre el loqueo y la exhibición, siempre en ese filo suyo tan sublime.

Güaita paraba dos goles cantados, Di María era el solista absoluto del Madrid en un zafarrancho en el que faltaba (si, Mou, sí) el Pipita.

LO intentaban todos y hasta lo intentaba Arbeloa, cuyo disparo fue denominado centro-chut. Uno se preguntaba por qué injusticia el chut del lateral siempre se degrada a centro-chut.

Qué será exactamente un centro-chut, me preguntaba yo, con la intención de focalizar la desesperación en un punto concreto.


EJEMPLARIDAD CON DESLIZ  (Publicado en LAGACETA el 6-IV-2012)





Alguien en inglés ha dicho últimamente que el problema de España no es de corrupción, sino de “incompetence”. Incompetence no sé si es incompetencia, para lo que tenemos palabra, y que se trata de algo individual y anterior a la crisis (“Usted es un incompetente” es una frase ancestral), o de “falta de competitividad”, mal sin palabra en el diccionario (¿incompetitividad?) y que remite más bien a un problema estructural.



En el énfasis público en la corrupción hay una miopía en la que podemos trastabillarnos todos, aunque la miopía tenga el encanto de lo difuso y de lo lejano. Cuando uno tiene miopía mira siempre como Greta Garbo y todo parecen horizontes fabulosos y languideces de poniente, cuando la realidad es feamente concreta. En realidad, todo nos obliga a mirarlo, todo tiene la insidiosidad de ser mirado, y hay muy pocas cosas que admitan la divagación de la mirada.



La pobreza, desde luego, no es una de ellas. Podemos llegar a ser una economía éticamente perfecta y pobre, una economía de convento.



La corrupción ha pasado de ser un grito ciudadano -ese ciudadano que como Lola La Piconera va derramando al andar la primavera- a un elemento retórico más del político, que la tiene siempre en boca, como la austeridad. Antes todo era sostenible, ahora todo es austero. Integradas estas palabras en su enorme artefacto retórico al enfatizarlas se les está haciendo el caldo gordo.



¿Hay algo malo en hacer el caldo gordo a los políticos? Alguien dijo que el caldo es un reponedor de conciencias ¿y acaso la tiene el político? Él gana votos como el tenista devuelve pelotazos, por un automatismo sin conciencia.





En el último Congreso, Rajoy reclamó rigor ético, aunque introdujo una cláusula de sabiduría: el desliz. Éticos y austeros, pero siempre sometidos al azar del desliz. ¿Qué sería nuestra vida sin eso? ¿Qué empresas emprenderiamos si no lo tuviéramos a él? ¿Habría matrimonios sin la rendija esperanzada del desliz?



El desliz es como un resbalón de la voluntad por una cáscara de plátano que las circunstancias nos ponen delante.



Ejemplaridad con desliz, a eso vamos, pero cuando se carga la mano en la ejemplaridad, ¿quién está determinando lo que es ejemplar? En España se empieza a utilizar al sistema judicial como señalador de ejemplaridades, abusando de él, dándole así un ribete político a todo lo que sale de los tribunales. Una sentencia es un documento que extrae justicia de los hechos a partir de la aplicación de unos procedimientos. Ahora queremos que además la sentencia valide reputaciones e incluso mantenga o arruine instituciones.



Y cuando un político dice que acata y respeta una sentencia ya se está equivocando, porque parece que la está mirando desde arriba. Acatar una sentencia es como acatar un análisis de sangre.



El justicierismo -la vulgarización de la justicia-, es una expresión más de la pobreza, que es el verdadero problema y parece que existe una relación estrecha entre demagogia y corrupción o, al menos, una demagogia de la corrupción.

sábado, 7 de abril de 2012




UN RATO DE TELE: EL DELUXE DE MERCEDES MILÁ y Mª LUISA MERLO.



Abortadas las procesiones, nos quedaba el Deluxe, que ofrece al viernes noche, noche televisiva por excelencia, la garantía del buen directo. La noche de los viernes era la noche del ‘Un, dos, tres’, la noche en que el alma laboral se abre al show business, al mundo del ocio.

Anoche el programa estaba dedicado a Mercedes Milá, compañera de cadena, que no de productora. Llegó la Milá con pantalón y camisa negra varonil, con su acostumbrada chupa vaquera que es la misma chupa vaquera que lleva siempre Ramoncín. Además, sus zapatos planos, porque Mercedes es como una vástaga feminista de Audrey, y descalzándose del taconazo parece conquistar no sabemos si una elegancia o una libertad femenina. Además, tenía aderezos de cutreluxe, pacoclavelizada. Unos pendientes de corchos y un anillo que era una ficha de dominó. EL pelo revuelto, los ojos del padre fallecido y una impostada (a mi juicio) frescura, una frescura forzada que en la Milá ha sido siempre un tic.

El programa tuvo un algo de homenaje al género de la entrevista. Jorgeja, que fue felizmente definido como un parvenu al mundo de Cantora, repasaba con ella las míticas entrevistas de los ochenta. Una Pantoja retadora y obstinada en su viudedad o Encarna, como “un canto de sinceridad constante”, estrella y rehén de una megalomanía de corte peronista. ¿Fue Encarna nuestra Evita?

Mercedes encarna un izquierdismo menguado y salonnard, que se aferra a causas simbólicas: La defensa de una pequeña librería de barrio, convertida en última bastión del libro como elemento revolucionario y zen (el enraizamiento del lector a la tierra, bella metáfora que anoche apuntó), la defensa talibana del prohibicionismo del cigarro o la moralización abusiva de las cosas, como cuando acusó a Jorgeja de que los aplausos del público estaban motivados por un animador. Ella ha prohibido esos efectos en su plató, porque entiende por inmoral la falta de sinceridad en el aplauso.

En el ambiente estaban estas cosas, tan suyas, junto a una cierta incongruencia que ella reconoce (“soy una mafiosa”), visible en la diferencia que media entre la dureza con la que hace llorar a un concursante de GH y la ternura acrítica con la Pantoja o Miguel Bosé, al que “ama y del que sólo recibe amor”.



Tanto amor hay entre ambos que si uno se fija comparten muchos gestos y hasta una forma de hablar. Mercedes Milá parece también parte del clan Bosé.



Lo mejor de la entrevista fue que rebautizaran a la misteriosa pareja de la Milá como Torso. De su identidad sólo se conoce el vigor pectoral y un abdominal marcado y Torso, que suponemos que no será Hugh Jackman, ya no podrá ser otra cosa que Torso. Torso y Mercedes son felices. Torso para Mercedes es un hombre-hombre, como otros buscan una mujer-mujer.

Al final, el Deluxe viró hacia lo sentimental en el recuerdo del padre (papá). La Milá cansó un poco y Jorgeja incurrió de nuevo en algo que puede ser su final: el lado Gemio de lo televisivo. La sorpresa. La emoción grata y dulzona. En el deluxe los colaboradores navajean cada vez menos y ya aparecen las largas piernas sin argumento de Adriana Abenia. En el trasnoche del deluxe, la cacha de Adriana ejerce una magnetización de la mirada. Una pierna que es como un circuito de fórmula uno, con virajes imprevistos y una pantorrilla sorprendente, sustancial, que desmiente la constante elevación rubia. Pierna de vedette, pierna joven, de la suma sensualidad sin fetichismos.

Tras la extremidad de Adriana y la Milá, con su histrionismo afectado, llegó María Luisa Merlo, de histrionismo libre y serotonino, quien a mi juicio merecía el programa entero. Con setenta años “muy trabajados en no tener ego”, esta mujer, que es hija, ex, madre, abuela, prima, sobrina, vecina, bisnieta, suegra, madrastra, ahijada de actores nos habló de su historia (cósmica) con Carlos Larrañaga y de paso nos informó de su mejoría. La Merlo huye del papel de víctima en esa relación y disculpa al actor (“Carlos ligaba consigo mismo”), se reconoce Don Juan Femenino y dice algo hermosísimo: “cuando somos infieles, los románticos organizamos unos ciscos tremendos. Rompemos familias, destrozamos vidas y todo por quince días”. La Merlo es el divorcio sin desamor y el amor de reojo y la aceptación de las pasiones en el mundo bohemio del teatro antiguo, donde enamorarse era solamente “juntar el baúl”.

En un momento de la entrevista todo el mundo era “estupendo” y la vida de los Larrañaga-Merlo parecía un método stanilavski. Doña María Luisa habló de las drogas; “Me ponían mística y cuando iba bien puesta me iba a misa” y de los hombres:

-Noto que no me miran, ¿será que no me fijo?

Llegada cierta edad, todas las mujeres adquieren la condición de divas de una comedia perfecta.

viernes, 6 de abril de 2012



UN RATO DE TELE: MÁS QUE AMIGOS, MTV



He visto una historia del programa ‘Más que amigos’, de la MTV. Sorprende la capacidad de esa cadena, especializada en video-clips, para la creación de formatos de tele-realidad. Este ‘Más que amigos’ consiste en que un adolescente enamorado se declare a su amigo con el engaño de llevarlo de carabina a una cita con un tercero misterioso. Es una exploración en la amistad, el amor y, no se olvide, en el concepto clásico pero inmortal de la carabina. La carabina es como el asistente personal del corazón, el bastón en la conversación, un bastión del ego, el lugar donde descansar la mirada en el cortejo. La carabina es la convención en medio del romance y un elemento de comedia.

El programa consigue emociones (materia prima del producto televisivo) y el enamorado consigue una forma espectacular de salir de la “zona de amistad”. La territorialización de la amistad, con sus desagradables limites, sus fronteras. Quienes queremos a los amigos, pero no de un modo romántico, vemos la amistad como un ilimitado campo, pero el enamorado, ante la amistad, ve limitaciones, muros, alambradas.

La amistad puede ser un infierno.

Salir de la “zona de amistad” a través de una declaración indirecta, que va dirigida a un tercero y que el amigo recibe sorprendido.

El episodio que he visto estaba protagonizado por una pareja gay. El enamorado era un chico con algo de sobrepeso, pero no falto de atractivo, pues era un gordo proporcionado, con bellos ojos claros y cierto encanto entre tímido e inteligente. Llevaba un año de outing y en su amigo veía la encarnación de su ideal, en un claro ejemplo de hasta dónde, hasta qué lejos, nos lleva la imaginación. EL muchacho temblaba con solo recordar su olor. Perfect guy, exclamaba, cuando el maromo no dejaba de ser un extravagante osezno de algún lugar de Nueva Inglaterra, opositando a bombero, que es una cosa que hace medio mundo, opositar a bombero, cuando parece que cada vez hay menos incendios. El romanticismo funcionarial y vigoroso del bombero, que es el funcionario de la fantasía sexual de ellos y ellas, con el que nadie se mete. Si llevas manguera a nadie molesta que tengas trienios. El muchacho pretendido presentaba extraños dibujos capilares, piercings, tatuajes tras la oreja y una estética muy mtv, de amaneramiento punk, de punk sucio y degradado. Punk con complementos. Había, no obstante, una dureza en él, un fondo perverso que no casaba con la enorme dulzura de su amigo, una auténtica montaña de ternura gay y autolaceración romántica. Parecia que fue para él que escribió Evan Dando su ‘Big gay heart’. Pon tu el cuerpo, le diría al amigo, que ya pondré yo el incendio.

El amigo enamorado se lo lleva a una isla gay friendly, lejos de todo, out of conventions o como se diga, y allí, bajo la bandera transnacional y transexual del arco iris, piratas del amor, se le declara. El amigo hardcore, que tenía el chollo del best friend suave, solícito e inteligente le dijo que no, que amistad toda, pero nada de tálamo. Además, y con razón, dijo sentirse manipulado, avergonzado. Esta reacción es propia de algunos individuos ante la tele-realidad. La desagradable dignidad humana, que queda muy mal en televisión. El sentido del ridículo es el gran enemigo catódico.



EL chico dulce, pasados los meses, sigue yendo a la isla, refugio gay, y se toma mojitos con nuevos amigos. Su amistad con el aspirante a bombero se mantiene, pero redefiniéndose. Territorializada la amistad, ha encontrado en la isla un nuevo ámbito, quizás el que buscaba.

El éxito del programa es la desaparición fulminante de la carabina. El fracaso: el llanto y el repliegue hacia las formas más tácitass y convencionales de la amistad. Esa amistad silenciosa del no tratarse mucho.

-Quiero salir de la zona de amistad. Explorar lo desconocido junto a ti.

Estas palabras las dice con ternura, casi con los ojos, azules, bajo la pérgola de un flequillo rebelde como una mala costumbre, tras una enorme protección de timidez y dulzura.

Viniendo de un amigo, estas palabras quizás no suenen tan terribles.  

jueves, 5 de abril de 2012



EL MOFLETE DE MOU



Tras la ronda de cuartos de final, tras ese nuevo arbitraje nórdico al Barcelona -nórdicos para el sueño del niño culé, según Ruiz Quintano-, arbitraje de escandalosa complacencia, aunque sin el escándalo mímico del árbitro mediterráneo, que organiza auténticos atestados, Mourinho, al ser preguntado por los favoritismos en lo que queda de competición ha contestado con dos cosas, un nombre, el del Barcelona, y un gesto, o mejor, dos gestos.

-¿SU favorito?
-EL Barcelona
-¿Por algo en especial?
(Gesto)
-SOn buenísimos

En rueda de prensa el gesto consistió en meter los mofletes hacia dentro, en leve succión, como queriendo posar en plan zoolander. Carrillos adentro, con coquetería que subrayaba lo que estaba diciendo, una visible rebelión de sí mismo contra sus palabras.

En zona mixta (casi la intolerable mixtura de héroes y periodistas, auténtica promiscuidad de fotocol), respondió siguiendo la misma secuencia, pero con un gesto similar: sacar mofletes, de un modo algo infantil, con la ternura que explotamos al llenar de aire los carrillos. Un poco chapulines.

Moflete hacie fuera, moflete adentro. El moflete de Mou es su salida de la impasibilidad western. Mou, que mira al mundo en rueda de prensa como a una mujer, se ha permitido la coquetería gestual de hablar sin hablar (¡puro guardiolismo!) con un gesto que lo es todo: la interiorización sexy y madura del moflete, que afila el pómulo y da cara de seductor, y la exteriorización carrilluda, cariplena, infantiloide del moflete (¡moflete de niño que Casillas querrá acariciar!). El gesto ambivalente y sistólico de Mourinho, que es la ruptura de su silencio, su romper a hablar, la gran preparación de lo que se avecina, porque ese gesto, tan cerca de lo oral, es la tentación de lo que quiere decir y no puede decir, pero dirá. Su coqueto y juguetón "no me tiréis de la lengua".

Coquetería seductora y coquetería juguetona, he ahí los dos Mourinhos, frente a la coquetería solemnie y virtuosa de Pep, que es muy de usar el moflete. Guardiola es moflete y mirada y musitación y alargamiento onomatopéyico de las dubitaciones y miradas desde abajo y carraspeo, todos los recursos gestuales de la seducción guardiola contra Mou y su máscara, pero contra eso se rebela este gesto del primer Mou actoral, del primer Mou de la mueca decidora y del hablar gestual. Mourinho era la palabra (¿Pur qué?) y el acto (el dedo en el ojo ajeno, el dedo señalador de córneas). Mourinho no necesitaba el gesto, al no ser político.

Ese gesto del moflete decidor, de la expresión mofletil por la que nadie le puede sancionar, es el mismo gsto que tenía Aíto García Reneses que de tanto hacerlo se le quedó perpetuo y al final ya parecía Sara Montiel pidiendo tiempo muerto.





El mourinhismo, que es una raza moral de serios, de responsables, de los que quieren la plena consecuencia y la integridad de lo que sucede, no sabe aún, a estas alturas, si aceptar este gesto como forma suya, como forma de negociar con la realidad.




martes, 3 de abril de 2012




LA PANTOJA (Publicado en LAGACETA el 03-IV-2012)



Se llegó a un punto en España en que cuando la Pantoja y Julián Muñoz, Cachuli en el siglo, cogían un avión para irse de vacaciones los periodistas les preguntaban si se dirigían a algún paraiso fiscal, confundiendo la evasión fiscal con la Riviera Maya. Era como si la corrupción fuera un lugar físico donde con pai pai y pareo los ediles ibéricos fueran a ligar bronce y asegurar los capitales, que en esos retiros paradisiacos se alejaban del frenesí electrónico y especulativo en que devino el dinero moderno. El paraiso fiscal sería un gran resort donde tomar mojitos mientras el dinero, más o menos blanqueado, que ya se sabe que el dinero tiene una mácula original con la que no hay manera, se preservaba de la gran devoración de la burbuja y la crisis. Al final, el paraiso fiscal era una huída del mundo moderno y un lugar sin fiscalidad, es decir, sin políticos. El edén, vamos. 
La Pantoja está dando el último paseíllo de coplera (marcialidad femenina y muriente de la copla, última manera de andar de la española) y es una Mona Lisa con más pelo que no se sabe si ríe o llora.
El mundo pantoja es un macondo flipante de la vida nuestra. Cantora es una Mandeley a la que volvemos siempre, un universo profundo de aparceros, chóferes y secretarias, como una Dinastía de campo saliendo de la mente de algún novelista de un neorrealismo fungible y rosa.
Cantora limita con el bollerío fino y apócrifo de Encarna y el secreto sáfico del coplerío nacional, con la corrupción política (¡tú me has comprado con dinero malayo!), con el cancaneo rociero y su leyenda de éxtasis marianos y roneos carreteros; y con el elenco completo de la prensa rosa y el escarnio público, es decir, con nosotros, el vulgo, el pópulo guillotinero.

Isabel, Maribel, mi Gitana tiene un entourage que le gravita, del que se caen personajes como spin-offs: el hermano Agustín, de rizo perfecto, su hijo Kiko, que dice que ya no sale, que él hace bolos, la sobrina, la Bollo y Luis Rollán, que parece un secretario gitano de Cole Porter y junto a ellos estuvo Julián Muñoz, gran bigote retro, protagonista de talle altísimo (vagamente toreril) de una hoguera de las vanidades marbellí.
La Pantoja, ella misma un caso, tiene todas las ramificaciones y las arborescencias que admite la vida española. Hay que ser pantojólogo para saber de ella, meterse en su mundo legendario. Ella es el clavel ensoñado del último mariquita, la dicción señoroña del cantable español y el misterio que queda y paradójicamente resiste a la televisión, porque cuanto más voraz es la televisión ella más se sustrae, más cerrado parece su misterio y hasta le han tenido que hacer una faction en telecinco, que lo real necesita de la ficción para explicar su misterio,
Tras las elecciones andaluzas y viendo cómo se le resiste el sur a la derecha, fantasea uno con otra alternativa al PSOE, el partido que Muñoz y la Panto nunca crearon, un neopopulismo de faralaes y machismo urbanistico que dominara España desde el occidente mágico de Andalucía.