martes, 29 de mayo de 2012


EUROVISIÓN

El lapsus de Pastora Soler en el que confesaba que se le había recomendado no ganar el certamen de Eurovisión ha permitido que este año lo veamos de otro modo, como si verdaderamente ningún país hubiese querido ganarlo nunca y  hubieran ido enviando lo peor que pudieran encontrar para no resultar vencedores, creando de modo involuntario un álbum de identidades nacionales de serie b.
El pop fue la primera soberanía que cedieron los estados y hay una Europa musical de dos velocidades: los de la Eurovisión paródica y los que recurren a ella con intenciones propagandísticas. Así Azerbayán, que construyó un decorado para la gala que era la fantasía delirante y Cecil B. De Mille de José Luis Moreno. Entre actuaciones soltaban un abusivo “Ven y cuéntalo” con medievalismo y arquitectura nueva de Bakú, “conjugando tradición y modernidad”.
Eurovisión ha sido el do de pecho agónico y preocupante de Engelbert Humperdinck, que casi se nos queda en el intento de alcanzar una nota; el baladismo tremebundo de la cantante albana, mezcla alucinante de Bjork y Beth de OT; el cantante serbio que afirmaba tocar 14 instrumentos (¡César Vidal de Eurovisión!) que nos mató con su pena de Perales balcánico; drama también, aunque hermoso, en el desgañitarse a lo Mónica Naranjo de Pastora, que iba guapa de griega, con su cara de sonreír con las cejas y con los dientes y su respingo de nadadora sincronizada. Pastora tiene tantos registros que su enorme boca parece que se quiere comer la copla, lo melódico y hasta el soul.
Se rozó el bochorno cuando la cantante rumana, de muy buen ver, cantó “Mandinga, Mandinga everyday” o cuando salieron las abuelas vodka de Putin.
Hubo también pop de imitación, porque Suecia ganó con una canción que sonaba a Britney Spears, Italia clonó a Amy Winehouse –esos vestidos suyos de maja neorrealista- y Estonia a un Gary Barlow de baladismo hierático.
Noruega llevó a un cantante de origen iraní –Europa y la asimilación cultural pueden ser eso: el efecto que Noruega ha tenido en las cejas depiladas de ese hombre iraní-.
Y hubo novedades escénicas: Francia llevó el concepto bailarín a un nuevo estadio, apostando por gimnastas que se dedicaban a la pirueta, mientras que los de Turquía se convertían en barca para que su cantante, marinero de Versace, bogara con reminiscencias de Odisea rosa. También estuvo brillante el cantante lituano, que cantando sobre la ceguera del amor se puso una venda, inventando el baladista invidente, de modo que ahora Bisbal puede hacer de José Feliciano si le place. Luego se quitó la venda y empezó a hacer acrobacias sin parar, como retando a Bustamante a un duelo a muerte.
Lo mejor fue la ligereza del discopop, que desembocará en el house latinorro que la Europa alegre y pobre bailará este verano. El sonido playero de la diva de Chipre o el hit bailable de los dos gemelos dorados de Irlanda, con armaduras de amor. Brillantes como euros, saltarines y eufóricos, parecían preguntarle a Europa qué quería ser, si gay o austera. 

                                                      (Publicado en LAGACETA el 29-V-12)

viernes, 25 de mayo de 2012



PITINA

Cuando se dice que detrás de un gran hombre hay una gran mujer a veces sucede que la mujer está literalmente detrás. Así sucedía con Pitina y Florentino Pérez.

Doña María Ángeles, Pitina, era el rostro inteligente y amable que encontrábamos detrás del presidente en el palco del Bernabéu, aunque hay una foto reciente en la que es Florentino el que aparece tras ella, sonriente y travieso, cogiéndola dulcemente por el cuello, como tomándole el pulso y haciendo justicia.

A Pitina la respetó hasta el antimadridismo, que en pocas cosas se paró durante esos años. Pitina era la mamá del amigo que nos preparaba la merienda perfecta. Qué infantilismo mayor provocaba Pitina en el infantilismo del fútbol.

Todos los madridistas éramos adoptados y ahijados por su madrinazgo dulce y parecía que quedábamos en el Bernabéu para merendar en casa de Pitina, que nos miraba a todos con sonrisa indulgente.

¿No eran los ultras más educados cuando Pitina los miraba desde el Palco?¿No era la reprobatoria mirada de Pitina sanción suficiente para cualquier desliz galáctico y nocturno?

Mi madridismo, que es florentinista, tenía un rincón para ella desde que la vi por vez primera en un debate electoral de primeras damas.

El Madrid, como dijo Mendoza, es más que un ministerio y obligaba también a que las esposas de los aspirantes dieran su opinión y allí nos empezó a ganar la sensatez humilde de Pitina, con su voz ligeramente ronca.

Florentino mira sin decir mucho, pero para mí los ojos de Pitina tenían la inteligencia inquisitiva o la dulzura amable que oculta en su mirada el presidente. Suma complementariedad de la mirada, como si se permitiera lo que Florentino, hermético, no deja traslucir, dueño de esa flema suya que roza la socarronería.

Florentino es la sonrisa de paciente satisfacción con la que posa ante el último peñista, pero quizás ahora empiece a mirar de otra manera.

¿No es la mujer la que nos permite una mirada menos terrible al compartirlo todo?

Se escribe poco sobre la viudedad. Para Marías, con la muerte de su esposa llegó una vida distinta, insoportable, sin proyecto. La mujer, el largo amor sostenido, cotidiano, es el proyecto vital, el fondo de sentido de la vida y tras ella llega una “implosión sentimental”, porque dicen que todo se quiere menos cuando se es viudo. Con la viudedad también llega una esperanza en la inmortalidad. La presencia cierta del espíritu.

Ignoro las convicciones de Florentino, mi presidente, el sostén de mi infantil afición futbolera. Le deseo absoluta serenidad en el dolor y esperanza. Pitina será, para los madridistas, el simbolismo del señorío femenino, valga la expresión, el revés femenino y suave del tan traído señorío y será también el barco familiar del verano, aquel en que las superestrellas, los Ronaldos, acataban con su firma un madridismo familiar, ordenado y amable.

Un orden matriarcal en el que también mandaba Florentino. Porque Pitina, elegante y consorte, ha sido lo más cerca que el Madrid ha estado del matriarcado.

(Publicado en LAGACETA el 25-V-12)






YO PITARÉ



Esta noche se juega la final de la Copa del Rey, trofeíllo pintón, escenográficamente vistoso con el que acaba el tostón del fútbol. El dios del balón o quizás Mou o las ganas de ganar a Mou han querido que últimamente a este partido postrero lleguen buenos equipos. No pudo estar el Madrid, cosa de la que  me alegro aunque sólo sea para que se jodan los maurinhistas, que seguirían con su prosa mecánica y fascista comparando a Mou con Moisés, Grace Kelly o Galileo, pero están el Barcelona muriente de Pep (el Pep, ya siempre para mí el Pep) y el Athletic de Bielsa, ese entrenador de cabeza napoleónica y aspecto melancólico, que sufre por parte del Segurolismo algo parecido a lo que Mou sufre del Maurinhismo.

Bielsa tiene ese cabezón que se le vence en plan bebé o niño chico porque es que está soportando el peso de la prosa bielsística, que no le deja al hombre ni descansar de sí mismo. Nos caiga mal o bien, el caso es que el Athletic ha sigut un tros d’equip que dicen en la tierra del buen fútbol.

El Athletic ha alegrado el campeonato y el Barcelona quizás despida una trayectoria histórica, única. Es una final hermosa y hasta podría justificar perderse el Deluxe. El equipo de Bielsa, no tanto quizás por Bielsa como por los tres o cuatro jóvenes jugadores a los que se adivina potencial, ha sido eso que ya casi no hay: un equipo al que ver olvidándose del forofismo, por la simple expectativa. Es un equipo al que se ve eróticamente, despojándolo, desnudándolo, fichándole a Martínez, Muniaín, Llorente…

Algunas “plataformas” –extraños entes, las plataformas- promueven una gran pitada reivindicativa, nacionalista y antiespañola cuando suene el himno (¿he dicho himno? El Himno, tengo problemas porque últimamente estoy llenando de mayúsculas todo lo que escribo. Siento que a cada rato degrado las cosas y empiezo a querer restituirlas con la mayúscula. La mayúscula como nueva corrección política, no como algo antiguo, sino como una nueva modernidad). A esta tontá ha contestado la reserva espiritual de occidente, la Santa Juana del liberalismo este que tenemos que nacionaliza bancos y sube impuestos y chapa medios. Doña Esperanza Aguirre, especializada en “no tener complejos”, en un rasgo muy francofoní ha pedido que si eso ocurre se suspenda el partido. Y esta ocurrencia puede interpretarse desde el punto de vista del fútbol –podría abortarse una semifinal mundialista con esta soberanía renacida del tribunero- o desde el punto de vista más general de la política y el sentido común. Ciertamente esta pitada tiene algo jodido, y es que no hay defensa y será un minuto eterno. No es como cuando los italianos pitaban a Argentina y Maradona podía defender el orgullo jurando en Arameo ante la cámara. Aquí el español sentido estará maniatado. Será como esas pelis porno en que al marido lo atan mientras otro se tira a su señora esposa. Y ante eso o se desvive uno y se le llevan los demonios o… ¡o disfruta con el morbo voyeur y swinger!

Y eso haré yo. Por un lado, porque el pitido es purificador, como una catarata del Niágara del sonido, purificando la noche madrileña, dándole a la noche madrileña un soplo distinto, ajeno -¡gran logro del fútbol, llevar el discurso político de allá acá!-, llenándola de miasmas libertarios de pluralismo troglodita y nacionata. Por otro, porque hay que disfrutar el ultraje con la superioridad del hombre que se sabe dominador y libre y que seguro de si mismo, disfruta de la posesión ajena de su fetiche.

-Sí, silbe usted, sople usted, desgañítese usted, que yo disfrutaré morbosamente en mi superiodidad de dueño

EL nacionalismo nos va a hacer de garañón con antifaz en el club nocturno y vicioso de los nacionalismos y no nos deberíamos perturbar (¡si acaso…!).

Ese espectáculo de la nueva violencia. Si en los ochenta fueron las patadas voladoras, en esta noche serán los decibelios agudos del pitido. ¿Cómo pitarán?

¿Es acaso éste el momento para confesar que yo no sé silbar? Yo silbo finamente, yo sólo sé silbar a la chavala que me viene cerca, el silbido campestre fue un arte menor que nunca pude aprender.

¿Quién silba? ¿Qué es eso de silbar? El silbido es casi por definición y po cuestiones naturales algo fugaz, del momento, con una razón de ser cortísima, pero estos señores van a prolongar artificialmente el silbido durante un minuto, arriesgando incluso la vida.

Urtains del silbido, poniendo el ceño furioso del que silba o metiéndose los dedos en la boca y soltando la baba silbadora.

Yo silbaré por solidaridad un rato, pues es un ejercicio que desfonda y que aclara las cosas. ¿se puede odiar una cosa tras silbarla un minuto y medio? Yo quiero sostener que ese silbido va a ser un largo beso.

El pitido del estadio va a atraer al Calderón todos los perros vagabundos y a todos los descarriados de Madrid y los grandes nacionalistas morbosos de la españolidad quizás descubran el placer negro, gozoso, culpable y vedado de que se le tiren a uno  la Patria en absoluta indefensión.



(Este textillo es mi primer textillo no laboral escrito con Garamond, letra que recuerda a un local de copas. El mayusculeo moderno y el baile tipográfico son las dos cosas más importantes que me han sucedido “intelectualmente” en los últimos días. Tal es el nivel).

martes, 22 de mayo de 2012


FISCHER-DIESKAU  (Publicado en LAGACETA el 22-V-12)



  Hace unos días murió el barítono alemán Dietrich Fischer-Dieskau, una de las grandes voces del siglo XX. Al leer la noticia, era como si se hubiera muerto Schubert otra vez. Contemporáneamente, moría la gran Donna Summer y los puretas de la Prensa recordaban los últimos días del disco, cuando la transición y las patillas, pero con Fischer-Dieskau parece que se iba una determinada Europa. Habrá otros cantantes, pero él era el gran intérprete de algo único, el lied. Los alemanes han tenido grandes obsesiones y producir la obra de arte perfecta ha sido una de ellas. Con el lied, la música se despoja de fanfarrias y grandilocuencias, se reduce al piano y a la voz y se somete al texto para expresar los matices del alma y las sutilezas románticas del individuo. Para Elis Regina cantar era un sacerdocio y Fischer-Dieskau, con su envergadura a lo Cortázar y su sólida apostura, con un aire al actor John Forsythe, parecía un pastor torrencial, compungido y artístico.


   El barítono es un cantante introspectivo, sólido, redondo, estable y a veces truculento. El tenor es saltarín y voluble, el barítono es perfecto para el tormento y, así, los lieder son como lamentos del alma. El tenor enamora, el barítono llora.

   La voz de Fischer-Dieskau era absolutamente reconocible, incluso para alguien no avezado. Así, este portento tonal era como una primera melomanía. Un intenso apasionamiento, una dicción maniática y una vibración noble, luminosa al final. De todos modos, alguien dijo, creo que Zappa, que escribir sobre música era como bailar sobre arquitectura. Acometía los textos sagrados alemanes, sus ciclos bucólicos, lacrimógenos, con un supremo patetismo que el mundo recibía como una oración sublime. El alma alemana es esa mezcla aún apreciable de sublimidad y entereza y solidez rural. La voz de Dietrich era como un Schweinsteiger llorando todas las Copas de Europa.

   Hay veces en que pienso que Schubert, su intimismo revolucionario, pudo ser un origen remoto del cantautor. Luego, estremecido, rechazo la idea. El lied, que ahora suena de un elitismo masónico, era en realidad una búsqueda de lo popular, de lo llano, de lo más humano y antirretórico.

    El lied es el músico repoetizando el poema a base de escuchar su música íntima. Esto significa atención al sentido, al espíritu del texto. Una autenticidad. Es un recitativo que toma vuelo. Los grandes músicos acudiendo a la minería de los grandes líricos.El lied es como la exuberancia de la austeridad renana –¡y la Merkel es la bella molinera!–. Fischer-Dieskau trabajó toda su vida en ese territorio mágico que une el texto y la música, erizado de Heideggers. Ha sido una de las maneras más hermosas de sonar que ha encontrado el alma humana. Un intento de pronunciar lo sublime, que es algo que sólo puede intentar un alemán, y una absoluta atención al texto y su sentido.
Los líricos estremecidos del mundo, los grandes germanófilos, los señores elegantes con un viaje invernal por dentro lloraron el otro día su muerte y el fin de una época.

lunes, 21 de mayo de 2012


EL TORO HEGELIANO (Publicado en LAGACETA el 18-V-12)


En España parece que siempre se nos acaba yendo la mano. En tiempos de amenaza a la Fiesta estaba bien que algunos la defendieran recurriendo a los argumentos culturales. Si algo se funda en un mito, o lo hizo un griego o lo pintóPicasso parece que tiene carta de eternidad. Ahora, sin embargo, los simpáticos defensores corren el peligro de excederse fundando una tauromaquia culturalista y sin sangre, llenándola de palabras y amaneramiento como otros han hecho con el fútbol.
El último año futbolístico ha sido horrible, inaguantable. A la política de bloques del clásico se ha sumado un ejército de novelistas que han inflado de metáforas aberrantes y conceptismos alambicados una cosa simple y liberadora, llenándolo todo de ideología o de esas formas de ideología en que se encubre la vanidad, que es la madre del cordero y no Mitra ni Júpiter ni el Dios Ra, ni Osiris, ni Apis; que si escucho una vez más a Dragó fundamentar culturalmente los toros me planto en cueros en Las Ventas no para que protejan al bello animal, sino para que nos protejan a todos nosotros.
Actualmente, hay un antitaurinismo que no huye de la sangre, sino de otras cosas: de las poses de spot de Emidio Tucci de los toreros –machismo de alpaca–, de la mirada intensa de bovino seductor que pone Manzanares, que como mire así al toro un día se le va a subir uno al traje de luces, o de la cuadrilla renacentista y apostólica de José Tomás, el matador kultur.
Para mí, los toros son Anson arrobado en la tarde recitando poesía del 27 como si su localidad fuera un diván oriental o Dragó admirando un único chorro de energía entre el sol, el toro y su miembro, y extraña que nadie haya pedido aún arena azul del Open de Madrid para el coso de Las Ventas, albero blue para que sobre ese mar los toreros tiesos fueran arponeros del toro ballena y Moby Dick, toro salido de las aguas, cretense y marinero, fundando otra mitología poseidónica en la que Alberti reapareciera en la prosa delicuescente de los tomasistas y el torero fuera un nuevo Poseidón.
Yo de todo esto me quedo con la genialidad del propio José Tomás, que en el país de la tertulia nos ha devuelto el socrático y cervantino coloquio al presentarnos a su toro hegeliano. Toro que todos toreamos mal que bien, pues es el otro, el opuesto, la otredad, que nos ayuda a ser y junto al que damos lugar a otra cosa.
Escritor dialogando con lector, ministro y reformado, funcionario con administrado, patrón con obrero, policía con multado, voyeur con contemplado. Todos tenemos un toro hegeliano y si no lo tenemos debemos encontrarlo (¿no le falta al parado dramáticamente su toro para dialogar?).
Fecundidad filosófica y social de este renacido diálogo del conocimiento que nos trajo José Tomás con un cívico sentido de lo culto. Me gustó. Y espero que de ahí evolucionemos al monólogo hamletiano, como mayor ahondamiento en la autenticidad española. Ya lo estoy viendo: Pep entre el ser y el no ser con su balón en la mano, Rajoy con el tupper, Arriola y su dato…

miércoles, 16 de mayo de 2012



IT’S HARD TO BE A LANNISTER

Debo reconocer que me senté a ver Juego de Tronos como una obligación marital, aunque acabé entusiasmado. No pude dejar de ver episodio tras episodio hasta descubrirme hablando como en La Venganza de Don Mendo, con un sentido del honor y de la caballerosidad que ni el marido de Telma Ortiz. Es el tipo de serie que después te hace estar varias horas viviendo una fantasía. Yo era John Snow y blandía la baguette por mi pasillo, deseoso de echarme a la cara a un Lannister. Estaba preso del quijotismo entre cruzado y prófugo de La Guardia Nocturna.
Hay gente que lo pasa peor, quien ha necesitado comprarse las novelas e incluso consultar el mapa del territorio ficticio de la serie. Es la chaladura extrema de necesitar desesperadamente una topografía de la ficción, porque hay gente a la que la ficción le afecta topográficamente. Son los minuciosos que no soportan la indeterminación y necesitan a toda costa saber qué distancia exacta separa Winterfell de Storm’s End.

Juego de Tronos tiene lo que González Pons denomina “una trama profunda”, aunque para mí no haya muchas diferencias a nivel de dinámica neuronal (¡el córtex!) entre los grandes culebrones y las mejores series de la HBO. Las sitcom fueron ensayos familiares (familia con perro, familia con mayordomo, familia con extraterrestre, familia con cuñado…) y las grandes series son sagas, con el ramalazo shakesperiano, vengativo y traumatizado. También son la exhibición estilizada de mundos extraños al hombre actual, cerrados, violentos, con reglas propias y callejeras. Juego de Tronos es como una mafia medieval: jerarquía militar, violencia, vínculos sanguíneos y relaciones de dominación, no contractuales. Y en ese mundo, tan fascinante e infantil, el hombre moderno, solo y asustado como una mascota en una estación de servicio. En esta serie, ese papel –la conciencia moderna y dolorida, desubicada y superconsciente- lo tiene el enano Lannister, Tyrion, el enano mejor conseguido en el arte desde Velázquez. Un monstruoso héroe de Villon, cínico medieval, nacido bufón en la corte de los Lannister. Este enorme actor redime a los de su estatura de un paso triste por el cine –todos nos acordamos de ese enano que era como Felipe González y que salía en una de James Bond-, algo que casi consigue Boardwalk Empire con un conato de sindicalismo enano que cruelmente desmonta Nucky.
Debemos concluir, quizás, que la mayor fantasía no sexual del hombre moderno es pertenecer a un gang, a una banda, medieval, en el Chicago de la Ley Seca o en un reciente New Jersey. Como si harto de la individualidad, el hombre, al sentarse ante la tele, ansiase gregarismo, fidelidades inquebrantables y pandillerismo. Estar en un grupo, al margen de la ley, sin burocracia, pagando y cobrando las deudas con sangre, en una vida sin formularios, ni letra pequeña. El salvajismo criminal y adolescente del recreo, el colega, la fidelidad incuestionada y el menor análisis racional posible. Esto es el corazón de la ficción que tanto nos gusta.

En Winterfell, el norte, se vive una especie de espartanismo molesto y algo sospechoso, aunque allí destaca una prostituta pelirroja maravillosa que, claro, acaba en la Corte, donde mangonean los Lannister y circula el dinero. Por el sur, un sur muy Cruzcampo, polvoriento, semidesértico, moreno y mediterráneo vienen los Targaryen, exiliados, que son como legitimistas, como Luis Alfonsos sin trono -¡Luis Alfonso quizás haya ido al sur, a Venezuela, para recuperar Francia, como un Targaryen!-. La visión del sur es ciertamente cuestionable, porque allí reinan los Dothraki, que apenas si balbucean más allá del infinitivo. De hecho, su rey, Khal Drogo, parece que se comunica con su pueblo más con los pectorales que con las palabras. El pectoral de Drogo motivó las bromas conyugales cada vez que uno se quitaba la camiseta en los días siguientes al visionado de la serie, degradando cruelmente el delirio fantasioso de creer ser John Snow. Drogo es el contrapeso feminista de Christina Hendricks en el mundo de las series. Su propia ración de tetas.

Los Targaryen son dos hermanos. Él es clavado a Jacobo Siruela, ella es sexy y pequeña como Shakira. Empieza titubeando, pero le coge el gusto al tema de reinar o casi, en plan Letizia. Están sobrados de legitimidad, tanta que son albinos perfectos, pero no tienen poder y están emparentados con dragones, lo que nos lleva a un origen mágico de la realeza, más allá de los tiempos y de lo humano. Los verdaderos monárquicos piensan, aunque no lo digan, que las grandes familias nacieron de huevos de dinosaurios extintos. La chica Targaryen es una reina, una reinona sin pueblo, como una Kirchner sin masa peronista. Es un personaje delicioso y temible a la que le suben dragones inmemoriales por las pantorrillas.
Los Lannister tienen más dinero que legitimidad, y son rubios trigueños. Follan entre sí como en un tirabuzón de consanguinidad. Hermosísimos, saben que no van a encontrar nada mejor que ellos mismos, y parecen ir forzando la genética, apostando fuerte en la ruleta del genoma. La serie hace pensar en cómo la fuerte sanción moral del incesto evita aún que los miembros de determinadas sagas, familias narcisas, copulen alegremente entre sí.
Los Stark son virtuosos de un modo casi insoportable y hasta que aparece Tyrion y su fenomenal romanticismo (Tyrion y su galanura ingeniosa, herida, putera y golfa) son los “conductores protagónicos” (lo siento) de la serie. Tienen un bastardo, Snow, que  paradójicamente acude al rescate del apellido. Este personaje es débil y exterior al entramado fuerte y en su ambivalencia nos cautiva. Los Stark mandan en el norte, con el coñazo ético de su patriarca Ned, que se rige por una especie de moral kantiana muy desagradable e inoportuna. Los Lannister son malos de culebrón, rubios, ricos e inmorales, son más modernos que los provincianos Stark, que comen muslos de pollo y patas de cordero sin refinamiento alguno. Pero en el universo repleto de personajes de la primera temporada me quedo con Renly, el hermano gay de Robert Baratheon, que representa una forma de modernidad política, además del amor heterodoxo. Él es como un Valois y se lo monta con un Cristiano Ronaldo de las justas, a lo Lancelot. Sin embargo, en el momento de la crisis política, donde todo es ambición, sed de poder, honor miope o caudillismo, este chico sale con ideas democráticas y una idea de justicia no empapada del viscoso honor de Ned Stark, sino de rectitud utilitaria e ilustrada, de corte maquiavélico.

En la serie están además los descastados, los expulsados de las bandas, que acaban sirviendo al Reino en la defensa del Muro. La Guardia Oscura, los Guardianes de la Noche, a los que se les instruye en la defensa de un orden legal, al margen de casas y familias. Tienen una moral de defensores públicos, muy similar a la idea en boga de lo que debe merecer un funcionario: soledad, celibato, pobreza, frío, cautividad y fidelidad inquebrantable a los principios del Estado.
Y hay dos personajes que no pertenecen a familia alguna: el Muro y el Invierno. El Muro es más que una frontera territorial, es el límite con lo desconocido, representado como un temor metafísico. ¿Qué sería ahora el Muro? La curva de Laffer, el ajuste fiscal. Más allá, las tinieblas post-euro, la oscuridad, la noche cerrada, una merienda de negros, los Caminantes Blancos haciendo de las suyas con la mirada terriblemente azul de Llorente tras perder la Europa League.
Y junto al Muro, el Invierno, que es el Ciclo. La crisis que periódicamente cae sobre esas tierras, marcando la vida de generaciones. Nos suena ese Invierno porque es como el ciclo de nuestras crisis económicas o los baches en el matrimonio de Belén y Fran. Y parece que es lo que está más allá del muro lo que genera ese ciclo, como una enorme borrasca metafísica y malthusiana.

Al fin, Juego de Tronos es Europa. A veces, la Europa de Haneke en “El tiempo del lobo”, desordenada, inhumana, oscura y convulsa. Una serie que va de lo medieval a lo mítico dejando su aviso de indeterminación posthistórica.
-         Winter is coming! Winter is coming!

Y no lo están gritando Niño Becerra, ni Krugman, sino oráculos ancianos, putas visionarias, lobos con su aullido, los posos del café, el goteo de la menstruación de una virgen, los signos celestes… Vamos, lo que venían siendo los economistas.



lunes, 14 de mayo de 2012



EL DIÁLOGO

Hace unos días, con ocasión de recibir el Premio Paquiro, José Tomás reprodujo parte del diálogo mantenido con un toro. La original confesión, sin embargo, no fue completa. A través de un monosabio de fino oído, mi garganta profunda, he podido conocer el diálogo completo. Es el que sigue:

TORO: ¿De qué caverna me sacan con estrépito? ¿Qué luz es esta que me hiere? ¿Qué me aguarda, qué falsa libertad es esta?

TORERO: Golpe en la sangre y también golpe de la forma. Bulto. Negrura. Faena presentida, imaginada. Ahora pensamiento toma cuerpo en ti, media luna, cuerno incesante.

TORO: Una humanidad sea esto. Círculo perfecto, rumor. ¿Pero y la dehesa, y la vega? ¿Por qué este cielo prisionero?

TORERO: Me ciño, te espero y estoy ciñendo también un pensamiento.  

TORO: Verdugo brillante que me esperas. Yo seré bulto –vida- o negra muerte. Vas a matarme.

TORERO: No, te voy a trascender.

TORO: Yo no soy forma, ni objeto y nada represento. La humana carga de la cultura sea más triste que morir aquí. Qué seca intransigencia el hombre.

TORERO: En esta muleta, que es beso, te sintetizo. Tú, instinto, mar, volumen; yo, aire, flecha, idea.

TORO: Tu quietud me asusta. En tu quietud veo la tristeza muda del árbol, lo fulminante del rayo.

TORERO: Calla, bestia. ¿No oyes ya la música? Ya estás siendo espíritu…

TORO: Mi música es mi sangre y mi respiración. Tú eres seriedad y estoque, virtud y concepto.

TORERO: Mi primer descuartizamiento tuyo, toro, va siendo conceptual. Te voy a poner banderillas filósofas. Sentencias como dardos. Tú ya me perteneces.

TORO: Siento yo que mi primera naturaleza me la roban, que me quieren hurtar mi ser animal dándome raras significancias, también mi soledad en la muerte, mi soledad de morir y sentirme muriendo. Tus formas pretenciosas, tu conceptuosidad me hieren.

TORERO: Has nacido complementario, te faltaba yo.

TORO: Lejos está el mediodía, con su sentencia justa, y aún no me llega la atenuación morada de la tarde. Fanatismo a las cinco, humanas formas que no son mías, concepto al que me atan.

TORERO: En ti presiento también mi muerte y el tiempo y todos los absolutos. Eres un estremecimiento.

TORO: Nada de eso me importa. Yo soy mi impulso, y el amor quizás con que te busco.

TORERO: Eres amor también cuando te besa mi muleta. La muleta es beso y el pase o verónica es tramo hegeliano. Tú y yo juntos. Amor conseguido. La ligadura de todo en tiempo absoluto y detención divina de las cosas.

TORO: Tu tiempo es tuyo, mi tiempo es la tranquila tarde y la altura y no tengo recuerdos, ni aspiro a nada más que al ímpetu que me vas robando. Con todos tus conceptos, nunca has podido nada contra el vacío inexplicable de mis ojos.

TORERO: Esa nada de tus ojos es lo que yo toreo.

TORO: Eso soy yo.

TORERO: ¡Nada!

TORO: ¡Totalidad que no comprendes, faquirizado verdugo!

TORERO: ¡Nada y a un tiempo Todo!

TORO: Mú.

TORERO: Húndase el estoque y sea flecha de amor que a dos nos duela. ¡Seamos uno en este hierro frío!

TORO: Mú. Múuuu.

TORERO: Gloria. Tiempo. Muerte. Espanto.


 

                                                                       (Publicado en LAGACETA el 15-V-12)

domingo, 13 de mayo de 2012



EL ABRAZO


Acabo de ver la celebración de la liga madridista. El sarao a destiempo que se organiza por la torpeza publicitaria de la federación o de la liga, ya no sé, que no quieren entregar el trofeo o una réplica del trofeo en el momento en que se consigue, como sucede en todos los campeonatos deportivos del mundo.

La liga española de fútbol ha de ser la única competición en que se gana y el ganador ha de esperar por el trofeo.

En la celebración, que he visto a ratos y hasta que Granero ha mandado llamar a Óscar Ribot -de nuevo el periodismo adquiriendo todo el protagonismo-, ha destacado, sobre todas las cosas, sobre todos los pequeños detalles que el maurinhismo exagerará, el abrazo de Florentino. También, por qué no decirlo, la frialdad tan ajena de estos portugueses y brasileños del Madrid. Cristiano es frío, Pepe es un excéntrico infantil y Marcelo un jackass. Tienen su broma, su fiesta, pero no nos llegan. El único que llega al madridismo cuando agarra el micrófono es Íker, el ungido de Móstoles. También Ramos, que ya nos ha amenazado: Quieran o no me voy a quedar muchos años, haciendo un raulismo en plena cara al Madrid completo.

Habrá cantado Plácido, habrá sido todo blanco -esa blancura de hueso y de fantasma de la luz en el estadio nocturno sobre las miles de camisetas madridistas-, y luego proseguirá el rito al que se incorpora, del Mundial, el rollo del futbolista como entertainer o como se diga, imitando todos al portero Reina.

Pero a mí lo que me ha llamado la atención, lo que quería advertir, ha sido el abrazo que uno por uno ha ido dando Florentino a los muchachos. Abrazo de Padre, abrazo rodeando perfectamente al futbolista, a veces acompañado de un simpático tirón de carrillo. Un abrazo tan distinto del que ilustra la foto con Rossell, que eso era un abrazo de otro signo. Abrazo completo, rodeador, abarcador, de padre, de pastor, que nos abraza a todo el madridismo. En las recogidas de trofeo eran normales los apretones de manos y algún abrazo arrebatado, pero no ese perfecto abrazo idéntico repartido uno por uno para cada futbolista.

Yo me he sentido abrazado también, muy confortado, por este paternalismo de Florentino, que si Cristiano recupera cosas y números de Di Stéfano, el Presidente está recordando cosas de Don Santiago.

Ese abrazo de padre queda ya para las futuras celebraciones, como una obligación afectuosa de los futuros presidentes, que habrán de ser como padres de una gran familia.

jueves, 10 de mayo de 2012


EL VALOR ECONÓMICO DE JULIO (Publicado en LAGACETA el 11-V-12)


Dada la falta de competitividad de nuestras empresas y la crisis de la marca España, hemos de pararnos a analizar a cualquier español con éxito. Sin duda, uno es Julio Iglesias ... http://www.intereconomia.com/blog/columna-hughes/valor-economico-julio-20120511

martes, 8 de mayo de 2012


SEXY AND I KNOW IT (Publicado en LAGACETA el 8-V-12)

A un niño americano de 6 años lo han expulsado del colegio por cantarle a una compañera la canción del grupo LMFAO I’m sexy and I know it. Al niño lo tenían en observación porque ya antes la había tarareado http://www.intereconomia.com/blog/columna-hughes/sex-and-i-know-it-20120508

viernes, 4 de mayo de 2012


LO DE CALATRAVA (Publicado en LAGACETA el 5-V-12)



Según se informa, los honorarios de Calatrava por las obras en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia superan los 94 millones de euros. Esto, que no sé si es poco o mucho tratándose de un arquitecto estrella, nos permite ya la demagogia y la divagación.



Tengo un amigo que, bromeando con el final de Gaudí, sostiene que faltan tranvías para tanto arquitecto y que muy pronto fueron eliminados de las ciudades.



En Valencia se ha hecho una arquitectura civil horizontal, tirando a mediterránea, como un desparramamiento orgánico, que es lo que parece lo de Calatrava, una visita extraterrestre, los restos de una monumental mariscada misteriosa.



Arquitectura helenizante, blanca, mitad estoa, mitad peineta para el estoicismo de Camps, con un desasosiego que no es propiamente valenciano. Sus puentes tienen algo de velero yéndose y los edificios se rodean de agua, como para que se reflejen y cunda más lo que han costado.



El testimonio arquitéctónico de un tiempo no está en sus museos, sino en sus cementerios. Una arquitectura es un trato a los muertos y en Valencia se ha costruido para las Artes, las Ciencias, la Ópera y los delfines, de modo que la arquitectura es un trampantojo sorollesco, destinado a que el turista, en el sopor del arroz, se lleve un souvenir sensorial azulado y blanco en el atorramiento del mediodía levantino.



En todos los ángulos, vértices, volutas, hilos, cuerdas, peinetas, ojos y viseras caprichosas se percibe un churrigueresco presupuestario, la enorme expresión del Presupuesto.



-¿Quién nos habla en estas obras?

-El Presupuesto



Yo creo que todas estas arquitecturas serán despachadas como Barroco Presupuestario por la posteridad.



Sin embargo, el gran reproche que hay que hacer a lo de Calatrava en Valencia es que no diga nada del atardecer, pues es una arquitectura disminuida y mutante, tirando a leve, que coquetea con la luz y la blancura griega, pero que no es absolutamente valenciana porque tiene para mí cierta frialdad, desasosiego y si se mira bien hasta un futurismo tímido. Se han evitado las grandes elevaciones, los grandes bloques que nos sometan al encontronazo del poniente. Arquitectura sin grandes sombras, vedada y poco transitable, que no permite el mayor placer de los edificios, que es su elocuencia nocturna, el grito que pegan sus formas cuando es de noche (los fantasmas son las expresiones espirituales de la arquitectura y los fantasmas del calatravismo irán vestidos de Montesinos y serán blancos, serios y hermosos como Toni Cantó).



El personaje moderno de la arquitectura, su De Chirico actual, el gran protagonista de la paradoja de la arquitectura civil y el gran disfrutador del arte arquitectónico ha acabado por ser el vigilante nocturno. El resto de la población saluda las obras como grandes tumefacciones fiscales.



El keynesianismo berlanguiano del PP valenciano ha dejado un mecenazgo médicis y una arquitectura personal y crustácea en lo de Calatrava, al que algunos, con chusca malignidad, llamaron Cal y Traba.
LOS VIERNES, REFORMA (Pulicado en LAGACETA el 4-IV-12)

Del programa de reformas emprendido por el Gobierno sólo tenemos una certeza: toca los viernes. http://www.intereconomia.com/blog/columna-hughes/los-viernes-reforma-20120504

miércoles, 2 de mayo de 2012



ATHLETIC,0-REAL MADRID, 3. MI VERDAD (Y UN ALIRÓN)



-El Madrid es justo campeón, pero se han escondido cosas detrás de nuestro silencio.



Estas declaraciones, en frío, en el momento reglamentario de la felicitación dejan muy difícil la tarea de defender a Guardiola en el madridismo, de matizar una rivalidad. Se siente uno como iniciando otra imposible Operación Roca.

Guardiola, al hablar así, no parece un deportista derrotado (nada más noble), sino un tiranuelo que no hubiera conocido otra cosa que el poder (el fútbol, para él, sólo ha sido poder) y se viera obligado a marcharse, entre personalismos, rencores y casi, casi maldiciones.

En cuanto al juego, un alirón es otra cosa y no apetece comentar mucho el partido. El Madrid, de dulce, firme, en un campo que se le viene dando bien, donde deja siempre una estampa de solidez y modernidad táctica –no sé la razón, más propiamente allí que en Chamartín-, dejó pronto claro que el título se cantaba en día laborable.

El ataque del Madrid era el proyectil de juegos artificiales, un cohete subiendo y desparramándose en cuatro direcciones.

Cristiano falló un penalti, traumatizado por Neuer, porque aunque se conociera la habitual orientación de sus penaltis, él ha conseguido dibujar a todos su trayectoria y empequeñecerle la portería.

Cristiano salía repeinado y sabíamos que acabaría en bronca, porque Cristiano cuando sale así es para desmelenarse y que le salgan los remolinos de diablo.

A su lado, Callejón, mimetizado en su peinado y en sus diagonales obedientes.

El Pipa, que es cantante de alirones, marcó con un golazo personal, directo, con su puñetazo arriba, él, que fue el protagonista de esos alirones solitarios de hace años.

A Özil un locutor le llamaba “estrasen futboler”. Otro locutor mezclaba la lírica de Tontxu con el fútbol, asegurando que el entrenador “mezclaba sus fichas con las del otro equipo”. Mientras, el sonido ambiental era una ráfaga popular de señorío:

-¡Así te mueras, hijoputa!

Cristiano pudo marcar más goles para su pichichi, pero falló y el público la tomó con él. Respondió con gestos y en el pitido final Javi Martínez decidió que no era el momento de felicitar, sino de recriminar. El estadio, antes, había insultado a Ronaldo por chutar fuerte y hacer daño a un jugador de la barrera, en algo que puede resumir mejor que nada lo que han sido estos meses. Para evitar la pitada, Cristiano debió haber corrido como una chica de la cruz roja a interesarse por la pupa del rival, pero sólo observó, sin afectación ni exageración.

Al final, en el campo, unos cuantos madridistas en San Mamés –rara flor, la blanca, en ese prado- celebraron con los jugadores una liga, que siempre es algo contra todos y por tanro algo un poco paranoico. Mourinho evitó hablar para la televisión, porque no abrazamos al enemigo el día en que celebramos nada. Los jugadores le mantearon y él hizo lo que nunca vimos hacer a nadie: revolverse con un puñetazo al aire. En lo más alto del zarandeo, Mourinho daba medio volatín puño en alto, como impulsándose más, como queriendo subir aún más alto, reivindicándose más. Capello, que fue lo más mourinhista que habíamos tenido antes de Mou, declinaba el manteo y se sonrojaba, pero Mou no, Mou respondía al manteo con un puñetazo al aire, con un revolverse rebelde contra todo.

-Más alto.

Otro gesto más para el enamoramiento mourinhista de la singularidad.

Esta liga me recuerda a la número 26, la del 1994, aquella en que el primer Raúl, Laudrup, Redondo y compañía, entrenados por Valdano, consiguieron acabar con la culecracia cruyffista y los traumas de Tenerife. Duró poco. Meses después no seguían ni Valdano ni Mendoza. En veinticuatro años hubo dos ligas con Capello, dos con Del Bosque –años felices de florentinismo y galaxia- y una de Schuster. Pocas para un cuarto de siglo. Aventuras de aliento corto, gestas de pocos meses, estertores de un club que agonizaba. Rompe este alirón un ciclo insoportable y la estructura de la entidad y la capacitación de su entrenador hacen pensar en la continuidad, que más que la del balón importa esa en nuestro club: la continuidad del esfuerzo, el orden y la dignidad.

Uno aún sigue extrayendo lecciones de los triunfos madridistas. Con unos años menos, o en otro día, ahora estaría en la pequeña Cibeles –todas son pequeñas, todas se le parecen-, gritando en la euforia del triunfo. Ultra, afónico, casi pendenciero, reivindicando un ideal absurdo y compartido.

Es la primera liga de Mou y la primera liga en el muslo de Cristiano. Mañana ese muslo escalará la Cibeles, que igual hasta reacciona. La Diosa está quieta, pero no es tonta.

Hala Madrid siempre.

martes, 1 de mayo de 2012






LA EXPROPIACIÓN DE EVO



Evo Morales acaba de expropiar un paquete de acciones de la Transportadora de Electricidad SA (TDE), filial de Red Eléctrica Española (REE), que opera desde 1997 en Bolivia.

De fondo, el renacido patriotismo del recurso pachamamo y el mecanismo ideológico de Evo Morales, que viene bien explicado en la foto en que aparece junto a su gobierno escuchando el himno en Palacio: El puño izquierdo en alto, la mano derecha en el corazón. Si Evo fuera una deidad hindú sabría dónde colocarse cada extremidad. El indigenismo marxista, el populismo de izquierdas lacandón, como otras tantas cosas exige muchos gestos y por si no fuera poco la escucha atenta del himno es necesario afectar patriotismo con una mano y con la otra compromiso de clase y esa posición acaba pidiendo la unanimidad, porque un hombre en ese estado de postración simbólica es presa fácil para el ataque, así que todo el país debe realizar el gesto, porque de no ser así el país se dividiría en dos: los de las manos ocupadas y los de las manos libres y ese minuto largo del himno sería tensísimo.

Un hombre que ocupa sus dos manos es un hombre indefenso, así que al ver a Evo Morales con una mano al aire y otra en el corazón he sentido miedo por él, miedo porque le pudiesen atacar, miedo por el hombre que se queda sin manos para repeler cualquier amenaza.

Esa mezcla de obrerismo y patria le ha llevado a ofrendar al currante boliviano, al que quede allí y no esté aquí, la expropiación, como quien ofrenda un carnero. Ahí se ve esa primitivización del uno de mayo, el materialismo maya, tan psicodélico.

Morales movilizó al ejército y ordenó la expropiación mediante un Decreto Supremo, que tiene que ser como un decreto culminante, firmado con una pluma primitiva y sangre de ave andina sacrificada para la ocasión. Contra el Decreto Supremo veremos qué recursos caben.

La primera reacción del gobierno ha sido considerar que no es un ataque a España y ahora el mundo está en vilo, no a la espera del ataque, sino a la espera del eufemismo que denomine el interés que se considera atacado.

Tras lo de Argentina con YPF y lo de Evo Morales con la eléctrica,  empieza a parecer que a España le hacen nacer un neocoloniamismo involuntario y pasivo. Estos ataques sobrevenidos los observa el español asombrado, porque nos dicen cosas y nos tratan de Imperio, lo que ciertamente nos tiene que extrañar. Yo creo que parte de este neocolonialismo, de este recolonializarse las antiguas colonias para liberarse en días de fiestas es culpa, al menos un poco, no perdamos la costumbre, de Zapatero, que con su ecumenismo buenista y sus abrazos a ese señor tan simpático con cara de idolillo precolombino y con sus condonaciones ejerció una especie de paternalismo, de intento de entronizar un eje diplomático que encabezara él, lo que debió molestar tanto como pudiera molestar la naftalínica retórica de la Madre Patria y el copón bendito de la fraternidad de los pueblos hispanohablantes.

Al español le tratan como si fuera de Texas o un inglés en Bombay y le están imperializando a su pesar esos señores que se ponen una mano en alto y otra en el pecho, como en raro sincretismo ideológico, porque eso es algo que aquí o hacen unos o hacen otros, pero que rara vez se ve en la misma persona, desconcertándonos un poco y haciendo, quizás, el paripé para que con tanta mano en tanto sitio nadie les pueda acusar de haberla metido en cosa ajena. Al fin y al cabo, ellos siempre tendrán coartada.


PEPE



En este Real Madrid campeón creo que el mourinhismo ha sido siempre Pepe, su zancada creciente de tropel. Se le ha puesto de loco para arriba, sin ver quizás que en cada corte suyo había una intensa tarea de lectura, lo que los locutores llaman estar providencial, que por cada diagonal visible de Cristiano había una paralela de Pepe, todo alambre, brazo, descoyuntamiento, desarmonía, fibra delgada y desgarbada frente a la fibra maciza de Cristiano, fibra introvertida y silente para que brillara más la fronda estelar de Cristiano, pero fibra que también habría que cantar, pues Pepe es junco, junco pensante y en su taparlo todo, saltarlo todo, pugnarlo todo hay un prodigio mental que debe dejar una grieta, brecha de concentración por la que se le vaya yendo la chaveta.

¿Hemos comprendido la psicología de Pepe? Era imposible mantener sin un chispazo esa exuberancia de tití, de saltamontes, ritmo Jungle de Duke Ellington en que suenan las sordinas selváticas, verdes y chillonas de papagayos artificiales. Su fútbol es un grito verde y cobrizo, no sabemos de dónde, brasileño raro, demasiado crispado. ¿De dónde es Pepe y su fútbol a saltos? ¿De dónde su nerviosismo?

Pepe es un Desailly fino (Ruiz Quintano) y otro fútbol total frente al totalitarismo holandés colectivista, un totalitarismo individual lleno de brazos y codos y manos. Yo he suspirado por un Pepe medular, deponiendo la batuta cansada de Alonso, intentando el asalto pirata del centro del campo, su abordaje infantil. La ruptura de los ritmos pautados con su zancada sincopada y su pugnaz desvarío.

Pepe tiene una estupefacción triste en la cara, jeta de plástico, ceño infantil y un respingo asustado, pero junto al muslo de Cristiano le ha dado a Mou las razones del cuerpo, venciendo a la música ideal de Pep y sus muchachos, que han muerto de un cerebralismo cansado, de concepto yerto, frotando la sien del centrocampista para que surgiera la idea, cuando en deporte la idea es, también, espacio que se logra, choque ganado, sensualidad.

Pepe salta sobre todas las retóricas. Es un desorden personal introducido en el juego que lo llena de posibilidades y Mourinho, posibilista, lo ha limitado a la defensa, privándonos del frenesí de su desatado sadismo futbolero.

El Madrid ha sido una exhalación entre el prodigio primero de Pepe y el último de Cristiano, entre la carrera de Cristiano, que corre como Cruise en Misión Imposible (@MBellisario), y la zancada irreal de Pepe, acortadora de distancias, zancada que crece con su avance, que es desnivel entrevisto del partido.

Pepe es percusión, deslizamiento patoso del trombón, metal tronado de la trompeta y cuando gana el centro del campo suena un clamor de pájaros huyendo de las copas.

Juega y sonríe como Jim Carrey en The Mask, superhéroe fosforescente que al apagar la risa dejara una tristeza de no saber quién es Pepe después o si hay un Pepe fuera de la agitada posesión del cuerpo y de su ritmo, pues a Pepe parece que siempre se lo está llevando un mambo.





TENER ESTADO (Publicado en LAGACETA el 1-V-12)



Cada poco tiempo, algún partido nacionalista nos recuerda su aspiración de tener Estado. Esto, que no es nada raro, empieza a sonar extraordinario. Para el nacionalista, tener Estado es algo escatológico, en el sentido de final de los tiempos, o de apertura a un tiempo nuevo. Ellos así son felices, van por la vida con esa ilusión mesiánica que, oye, es algo respetable. Es como la Décima para los madridistas. Las sociedades necesitan levantarse por las mañanas con una ilusión. Cuando el Madrid ganó la Séptima sintió un vacío y se tuvo que inventar la Octava. De hecho, las Copas de Europa son la escatología moderna, sin la cual no podríamos vivir. Para el nacionalista, el Estado es como la finca para el torero, que no para hasta tenerla y colocar allí a la familia. Así, para el nacionalista, su “Ambiciones” particular es la soberanía. Uno mira detenidamente a un nacionalista y ve que su afán y su desazón es no ser soberano.

Sienten una nación, pero habitan otro Estado. Son como esas mujeres atrapadas en el cuerpo de un varón. La burocracia, lo oficial, a ellos les repugna porque es un aparato administrativo que no sienten. ¿Pero acaso los que no tenemos ese conflicto obtenemos de ello algún placer?

A estas alturas, empeñarse en tener Estado es como empeñarse en comprar plazas de garaje como inversión. Es una obcecación de cincuentón avaro y raro, de señor que se peina como Anasagasti.

Cuando Pujol, que era hombre de Estado, pues se nace para hombre de Estado como se nace para hombre de su casa, Cataluña lo tuvo casi todo: tuvo nacionalidad, tuvo hombre de Estado, pero le faltó el Estado mismo. Eso fue traumático y hubo que inventar la gobernabilidad para entretener a Pujol.

Yo no veo el nacionalismo como algo especialmente malo, ha sido lo más vivo que ha tenido la senil Europa, la descarga de electricidad última, el priapismo terminal del vejestorio ante el Mediterráneo.

De la tensión entre el nacionalismo y Madrid surge una cosa maniática y exagerada, problematizada, que yo creo que tiene que tener su expresión puramente cultural, como un complejo que se convierte en creatividad desparramada. El nacionalismo es una fábrica de nerviosos. Irlanda ha dado escritores, Cataluña centrocampistas y el País Vasco a Mocedades y cocineros ¿Es necesario tener Estado para amar a la Patria? ¿Por qué no fundan los nacionalistas un nacionalismo no estatalista? ¡Un nacionalismo bucólico sin IRPF! El nuevo nacionalismo debe aspirar a nuevas formas de despiadado amor al terruño.

¿Qué es un Estado? Algo sometido a Europa, zaherido por corporaciones misteriosas, al albur del mercado o de la prima de riesgo. Yo antes que un Estado preferiría tener una agencia de calificación.

Me preocupan mis conciudadanos y veo que están depositando una ilusión inhumana en alcanzar algo que una vez alcanzado va a ser poca cosa. Una melancolía, una triste coacción. El Estado, que para Schelling era consecuencia de la maldición que pesa sobre el hombre, es la rara ilusión de mis vecinos.