martes, 1 de mayo de 2012






LA EXPROPIACIÓN DE EVO



Evo Morales acaba de expropiar un paquete de acciones de la Transportadora de Electricidad SA (TDE), filial de Red Eléctrica Española (REE), que opera desde 1997 en Bolivia.

De fondo, el renacido patriotismo del recurso pachamamo y el mecanismo ideológico de Evo Morales, que viene bien explicado en la foto en que aparece junto a su gobierno escuchando el himno en Palacio: El puño izquierdo en alto, la mano derecha en el corazón. Si Evo fuera una deidad hindú sabría dónde colocarse cada extremidad. El indigenismo marxista, el populismo de izquierdas lacandón, como otras tantas cosas exige muchos gestos y por si no fuera poco la escucha atenta del himno es necesario afectar patriotismo con una mano y con la otra compromiso de clase y esa posición acaba pidiendo la unanimidad, porque un hombre en ese estado de postración simbólica es presa fácil para el ataque, así que todo el país debe realizar el gesto, porque de no ser así el país se dividiría en dos: los de las manos ocupadas y los de las manos libres y ese minuto largo del himno sería tensísimo.

Un hombre que ocupa sus dos manos es un hombre indefenso, así que al ver a Evo Morales con una mano al aire y otra en el corazón he sentido miedo por él, miedo porque le pudiesen atacar, miedo por el hombre que se queda sin manos para repeler cualquier amenaza.

Esa mezcla de obrerismo y patria le ha llevado a ofrendar al currante boliviano, al que quede allí y no esté aquí, la expropiación, como quien ofrenda un carnero. Ahí se ve esa primitivización del uno de mayo, el materialismo maya, tan psicodélico.

Morales movilizó al ejército y ordenó la expropiación mediante un Decreto Supremo, que tiene que ser como un decreto culminante, firmado con una pluma primitiva y sangre de ave andina sacrificada para la ocasión. Contra el Decreto Supremo veremos qué recursos caben.

La primera reacción del gobierno ha sido considerar que no es un ataque a España y ahora el mundo está en vilo, no a la espera del ataque, sino a la espera del eufemismo que denomine el interés que se considera atacado.

Tras lo de Argentina con YPF y lo de Evo Morales con la eléctrica,  empieza a parecer que a España le hacen nacer un neocoloniamismo involuntario y pasivo. Estos ataques sobrevenidos los observa el español asombrado, porque nos dicen cosas y nos tratan de Imperio, lo que ciertamente nos tiene que extrañar. Yo creo que parte de este neocolonialismo, de este recolonializarse las antiguas colonias para liberarse en días de fiestas es culpa, al menos un poco, no perdamos la costumbre, de Zapatero, que con su ecumenismo buenista y sus abrazos a ese señor tan simpático con cara de idolillo precolombino y con sus condonaciones ejerció una especie de paternalismo, de intento de entronizar un eje diplomático que encabezara él, lo que debió molestar tanto como pudiera molestar la naftalínica retórica de la Madre Patria y el copón bendito de la fraternidad de los pueblos hispanohablantes.

Al español le tratan como si fuera de Texas o un inglés en Bombay y le están imperializando a su pesar esos señores que se ponen una mano en alto y otra en el pecho, como en raro sincretismo ideológico, porque eso es algo que aquí o hacen unos o hacen otros, pero que rara vez se ve en la misma persona, desconcertándonos un poco y haciendo, quizás, el paripé para que con tanta mano en tanto sitio nadie les pueda acusar de haberla metido en cosa ajena. Al fin y al cabo, ellos siempre tendrán coartada.

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