viernes, 21 de diciembre de 2012



RAMONCÍN

 

Han imputado a Ramoncín por el caso de la SGAE. La imputación tiene algo de muerte social, de modo que al imputado se le hace una semi-necrológica. Que le imputen a uno es recibir, como Ruano, la necrológica en vida. De la imputación a lo mejor se sale inocente, pero sin duda también un poco muerto. Ramoncín ha padecido siempre el descrédito de ser Ramoncín y no ser Ramón, pero es que ya había habido Ramones en España, y Pacos, y Antonios y llamarse Ramoncin era una genialidad respetuosa. En la España actual ha ido desapareciendo el diminutivo, por paternalista, dirían, pero el individuo que lograba mantener vivo el diminutivo lo que estaba conquistando era la rebeldía. Ramonín era pueril y le podían haber tomado por tontito, pero Ramoncín tenía un deje despectivo que se mezclaba con su insolencia del roquero barrial, roquero de un rock horrible, la verdad sea dicha, pero que no prosperó quizás por la misma inteligencia del implicado (¡rey del pollo frito cuando nadie sabía nada del Kentucky!), que pudiendo haber reconvertido su roquismo hasta el rock senil, pasó a ejercer, digamos, la auctoritas social del roquero sin subirse al escenario. Era un roquero honorífico que se metió a tertuliano. El tertuliano-roquero, vamos, que daba la barrila con su tertulianismo redicho y vacilón en lugar de darla con el riff puñetero o la vocalización del ripio en español. Porque Ramoncín cantó el rock en crudo español y eso fue traumático hasta para él, que ya quedó para siempre con tono espantado de cantante con pantalones ajustados. No era chulería, es que le había visto al español el envés de su rudeza al adaptarse a las formas extranjerizantes del rock. Entre el rock y el rollo del tocho cheli y la jerigonza, casi se puede decir que Ramoncín vivió del barrio toda su vida, como los tíos que se ponen un kiosco o un ultramarinos. Ramoncín, que yo antes emparentaba con Cayetana Guillén Cuervo, porque me parecía un poco Ramoncina, ahora tendrá que responder ante un juez cuando le canten su verdadera nombradía: José Ramón Julio Márquez Martínez, que no es poca cosa. Ahí se ve lo que de endulzamiento ha tenido el rock, fuga de la fatalidad hispana. Ahora, descaretado, la pena segura será no ser Ramoncín. No se sabe si habrá más. O si con la excusa del caso SGAE, el juez, retratista último de la vida española, irá tirando de la manga y forzando el sumario hasta sentar en el banquillo a los autores-perpetradores: a Amaral, a Loquillo, a Mocedades...

lunes, 17 de diciembre de 2012



LIGA A BALÓN PARADO

El Bernabéu callaba aún más para despedir a la hija de Don Alfredo. Mou, que estrenaba trenka, saludaba a Aguirre, que no tiene sus problemas con la prensa. Aguirre explota perfectamente su franqueza macha y cuate de salvaequipos y parece que en las ruedas de prensa está a punto de sacar unos tequilas.

El español tiene un equipo raro: Casilla, que no Casillas; Forlín, que no Forlán, algo así como sucedáneo y luego a Simao sin sabrosura y Sergio García, delantero de cabalgada solitaria y coleta pensada como a propósito para que Pepe se agarrara a ella tras haber marcado.
El Madrid sacaba de nueve a Callejón, que se permutaba con Cristiano como Robin haría con Batman. Callejón igual hace de nueve que de lateral y en realidad todos los canteranos son él, aunque algo mate y desmontable limite su fútbol.

Lo cantaba Martirio: para meterme goles tienes que abrir el juego por las bandas. El Madrid jugaba con el estrabismo de las bandas invertidas. Özil iba de la derecha al centro para ganar panorama y le dejaba pasillo a Arbeloa, que también se centraba con el movimiento del cangrejo de Cabrales. Todos agolpados en el mirador de la mediapunta.

El Madrid se movía con la cadencia de general a caballo de Kedhira. De sus botas salió el centro que Cristiano remató con la planta, tratando a la pelota como se trata a un puf.

En la segunda parte, Di María alegró la cosa con su alegría de galgo en campo abierto. Marcó Coentrao y pudo haber más goles, pero el ultra del megáfono cantaba como un muecín y esa salmodia acabó durmiendo a todo el mundo. Y es que echar a Pep valió por dos ligas y ésta se fue a balón parado, como si el equipo aún estuviera ensayando. Ahora todos serán ataques a Mou, del que nadie ha querido ver “su alma de marinero portugués”. Índico y melancólico, nauta necesario (ecumenismo de Florentino) de ese bajel varado en Chamartín.

(ABC, 17-12-2012)

sábado, 8 de diciembre de 2012



REAL VALLADOLID, 2; REAL MADRID, 3. MI VERDAD MANUCHA.



El Madrid visitaba el estadio de la pulmonía, que es lo que siempre se dice cuando se viaja a Pucela. Es un frío indudable, pero también un frío retórico. De Valladolid, como no se sabe lo que decir, se dice que hace frío. Este año, sin embargo, había algo más, porque estaba Manucho, el delantero Manucho, que recuerda lejanamente a Balboa, ese canterano exótico, negrísimo, trenzado, muy Milli Vanilli. El delantero Manucho es un nueve temible que lo remata todo en las dos áreas y juega con una altivez principesca y un arrojo previo al fútbol, previo al deporte mismo.

Mou comparecía semiembozado, aunque para disgusto de sus detractores sistemáticos aún se le veían los ojillos. Djukic, sin embargo, se quitaba el abrigo y se quedaba en suéter de pico. Presentaba así su candidatura a entrenador de moda porque desde Pep no se es nadie en el fútbol si no se luce perfectamente el suéter de pico, que es una dificultad mayúscula para el hombre elegante.


A balón parado y a través del temible delantero Manucho llegaron los goles pucelanos. Íker pudo hacer más, dirán sus críticos, y quizás acierten. Íker ha sido siempre un genio de la cal, de la postrimería (la cal del cementerio) de la raya blanqueada y ante el dilema de mejorar su salida o no salir parece que eligió lo segundo o que como pasa siempre, y hay que comprenderlo, sobre el ser humano, pasados unos años, se aposenta el conservadurismo que huye la aventura. ¿Debió salir a por las uvas improbables que le pugnaba el delantero Manucho, de pómulo perfecto y trenza funky o fiarlo todo a su reflejo? Era Manucho, potencia zulú, contra el felino de Móstoles en el pasto helado y castellano.

La afición vallisoletana, contenta, agitaba las bufandas, algo que a estas alturas de año tiene su mérito.

Mourinho colocó de lateral izquierdo a Nacho, que es apenas voluntarioso. Es rápido y juega muy concentrado. Es el tipo de jugador que recupera la posición muy circuspecto y que a medida que el partido avanza adquiere semblante de estudiante encerrado en una biblioteca. Nacho es ligero y hermoso, sí, y versátil, también, pero… el espíritu canterano está encerrado en Callejón, que es el Eto’o de Mourinho y ha acabado hoy de lateral. Intenta vaselinas con la tibia y se ha descarado en la diagonal, saliendo del encarrilamiento primero. Babieca que fuera de Mou, rocín sin enjaezar apenas, se ha convertido en una proyección del portugués y en un jugador completo y peluduro.

El Madrid empataba por dos veces con excelente actuación de Özil. Este jugador es tan misterioso como misteriosa resulta la pronunciación de su nombre y parece que mientras esté en Madrid nunca se aclarará ninguna de las dos cosas. El techo de su fútbol es el de un Balón de Oro, pero el problema es la constancia de su chorro. Tobillo carioca, orientalismo, zurda cristalina, diagonales por pasillos imprevistos que sólo ve él, la claridad del pase, la visión (compeljidad de ojo lo permite) amplia, de ángulos que parecen ojivales y una zurda, un zurdismo absoluto, completo, de ese estilo que al que primero descoloca a es a él mismo, que en tantas jugadas parece que se tiene que rectificar.

Si Cristiano Ronaldo fuese zurdo se le querría más, pero es diestro, y eso es imperdonable. LA previsibilidad de su fútbol recto lo hace parecer contumaz, insistente, moralmente determinado. Eso molesta, claro. En los zurdos hay algo divino.

Özil podría haber iniciado hoy algo nuevo en su carrera, el punto de inflexión, pero no, es un ramalazo más, una buena racha de forma. ¿Acaso no es diciembre el mes favorito de los fumadores?

Tan bien lo hizo, tan bien jugó, que a Sarabia le salían exclamaciones y reverb, como si la cabina de comentarista fuera también posible cabina de dj.

La segunda parte, lejos Manucho de la cal casillesca, era un único argumento: el Madrid arrojándose a por el gol y Mou quitándose ropajes tácticos, como en un estriptís desesperado. Cómo no sería que acabó con dos defensas. Entre eso y su manía última de jugar con canteranos, se nos empieza a parecer al ideal de sus detractores. Si es que, ay, ellos tuvieran la capacidad para el Ideal.

jueves, 6 de diciembre de 2012



MAD MEN

Me pareció una serie feminista, luminosamente feminista. Hay un capítulo maravilloso en el que las mujeres de la serie descubren el vibrador. La terapia, al contrario de lo que sucede en Los Soprano, es un recurso femenino, pero como herramienta matrimonial. Lo que la mujer del protagonista le cuenta al psiquiatra acaba en los oídos del marido.
 
El psicoanálisis como un instrumento masculino, no como una forma de profundización en la psique femenina, sino como instrumento de dominio. Pero hay más… el aburrimiento de las amas de casa en los suburbios, un poco como en Vía Revolucionaria, y, sobre todo, el acceso de la mujer al mundo laboral. Ahí destaca la visión de la secretaria, cuyos ojos son la voz narradora de lo que sucede en la oficina. Es curioso que su ascenso laboral vaya aparejado a la pérdida de la figura femenina y, al coronarse, sea puesto en peligro por la propia maternidad.

Una maternidad que ni esperaba, como un sabotaje implícito a su rebeldía. El machismo, la desfachatez masculina son parte de la serie, como esas encantadoras oficinistas llorando en los servicios de Sterling Cooper. Hay más de un homenaje a El Apartamento deWilder, pero es curioso que Wilder retratando los 50 nos parezcaDisney y, sin embargo, qué insoportablemente acerado nos resultó ver Vía Revolucionaria o esta Mad Men. El punto de vista actual es de una crudeza incomparable. Hay citas cinéfilas descaradas, como las fiestas en la oficina, que recuerdan absolutamente a El Apartamento. Pero aquí, ya digo, Lemmones, sobre todo, la mujer.
 
Ya lo dijo el tío de Tony Soprano: la jodimos con el psicoanálisis y el cunnilingus. Pues eso es la serie: Mad Men es el inicio de la terapia femenina y su apoderamiento de su sexualidad, del poder consumista y de terrenos de poder en el trabajo. En los cincuenta, tras la guerra, nace la terapia como algo institucionalizado. La serie es un catálogo fascinante de referencias sociales, literarias y audiovisuales. El hombre del siglo XXI aprendiendo de los años 50 y la mujer liberada por la publicidad.

(LAGACETA, 6-XII-12)

martes, 4 de diciembre de 2012



LA ENÉSIMA BELÉN

Bajó Belén las escaleras estelares del Deluxe con Coldplay de fondo, como si llegara de una charla psicológica de Guardiola. En el plató se habilitaron filas para más público, creando una dimensión teatral en el Sálvame, que de alguna forma con Belén recupera su lado más humano, cálido e imprevisible, pues el dominio del Eje del Mal estaba deparando una tele fría, maledicente y dura. Belén, rubia deshecha con mirada de Lady Di (croátide que aguanta cualquier plano), es más importante de lo que pensábamos. Aporta emoción y entraña, es materia televisiva pura, ascua, lágrima y hasta humor rompedor y era, en sus mejores momentos, otra diabética acelerada. El viernes presentó nueva psique y casi otra figura. Con casi 15 kilos encima parecía Rosa Benito y hasta la voz le sonaba distinta. Guapa, pero algo gruesa para todos los días, que diría Ruano. Los últimos años han sido un converger de la Benenito y Belén, ambas en similares tesituras, una con isla y otra con problemas, pero las dos rompiendo con el marido. “Soy adicta a la vida”, reconoció pletórica Belén con Adele de fondo sentimental. Dejó claro que el problema de su vida no era Aurelio Manzano, sino alguna adicción y con ella quizás pase como con Carmina, que nunca se sepa del todo. Con Belén se ha bordado el eufemismo muchos años.
 El viernes fue ringtopic y rompió el share porque además presentó su ruptura definitiva con Fran. Su rollo Burton-Liz Taylor no podía durar y parece que él amenaza ahora con piarlas por los platós, pero lo tiene crudo porque Belén ya le habló el viernes mirando a la cámara como hablaba a Jesulín. Su desamor es un hecho y ella ha cambiado el Bar Rasca por el Bar Mosquis, donde irá con sus tres amigas rubias e idénticas, un poco Supremas de Móstoles, a tomarse el cafelito con leche y hablar del bachillerato de Andreíta.
   Belén ha decidido hacer caso a Turgueniev cuando recomendaba no tratar de decir la última palabra y los viernes pasan de la tele ansiolítico a una tele tranquila en que ya sólo queda esperar un novio para esta Belén jamona.

(LAGACETA, 5-XII-12)

lunes, 3 de diciembre de 2012



CHICOTE Y LOS COCINEROS IMPOSIBLES


El personaje televisivo actual es Chicote. Se dice que este año dará las campanadas y ya no nos va a importar el vestido de Anne, sino la chaquetilla roja que le diseñe Agatha, en la que parecerá un Santa Claus confitado. Porque Chicote es un señor gordito que como ya pasara con Tony Soprano empieza a resultar interesante a las mujeres. Tiene la dureza televisiva de un Risto, pero sin gafas de sol, con ternura en sus ojos de hacerle el coaching a los hosteleros descarriados. Y es que en este mundo de entrepreneurs, un coaching es un must. Su programa tiene un aire a ese Ajuste de Cuentas que en los inicios de la crisis quitaba la tarjeta de crédito a los españoles.

Chicote es un salvapymes, que es lo que necesita España y está siendo el reformismo de la hostelería española, aunque lo de menos con él sea la gastronomía. Todas sus soluciones pasan por eliminar la cocina de la carta. Cercena de raíz toda veleidad culinaria allá donde va:

-Platos simples, alimentos restallantes.

Y les pone a cocinar cocina de soltero. Que si un atún plancha, que si una ensalada de rúcula salvaje…

En los restaurantes que visita Chicote uno se puede encontrar a Lucía Echeberría, un ratón en la vajilla, la carne fermentando el pescado y el pedido como una cadena del absurdo: el comensal pide una croqueta y a través de sucesivos encargados le llega un carpaccio, y los cocineros son siempre eres atribulados, como presos en las mazmorras de sus cocinas infectas. Un mexicano novelista, un marroquí iracundo, una rumana beata… Son seres fascinantes que no saben cocinar. Ahora, cada vez que pasamos por un restaurante nos preguntamos por el tipo de prodigio que nos estará rebozando el croquetamen y ya miramos con más desconfianza (si cabe) por la ventanuca de la cocina.

Chicote nos ha enseñado a salir del restaurante enfurecidos parando en seco ante una cámara imaginaria para decir:

-   ¡Este sitio es un puto desastre!

¿A quién habla Chicote? Ni se lo dice al cámara ni nos lo dice a nosotros. Hay un tercero. ¿Un apuntador? ¿El tan temido inspector de sanidad?


(LAGACETA, 1-XII-2012)

jueves, 29 de noviembre de 2012



LAS PALABRAS QUEDAN


Modificando la vieja definición de González Ruano podría decirse que es la cordialidad al servicio de la necesidad. Hablo de la entrevista en el mediodía de Intereconomía, hermana mayor de estas páginas que se conoce mucho por su noche y su trasnoche de debates, pero poco por su tarde, cuando deben de ser muy pocas las cadenas que a la hora incierta del café, en esa hora de cielo alto Y sol iniciando el tramo de los rendimientos decrecientes –marginal tristeza vespertina-, le abran el plató a la entrevista o emitan columnas habladas de catedráticos de economía (¡los viejos del Íbex!) o informen sobre logros ingenieriles españoles como el cubípodo, un cubo de cemento al que le salen espolones geométricos perfectos. Todo lo mejor que puede ser esa derecha pensada de Intereconomía está en su tarde de pro-vidas, ingenios, conversaciones, músicas, comedimiento, tranquilidad y silencio. Tras las noticias, Javier García Mateo rehabilita la entrevista en el programa De Buen Café. En un plató pequeño recibe a personas que presentan algo, un libro, un espectáculo, una película y conversa con ellas en tono menor y en un ambiente que al entrevistado le empuja a la confianza. Allí he visto últimamente a Sole de Presuntos, al flamenco Negri, a Chimo Bayo, a Sánchez Dragó, que confesó no beber café, sino masticarlo o a Pedro Ruiz hablando del amor como un filósofo. Si las cadenas grandes van alterando formatos, Intereconomía recurre al clasicismo de las entrevistas y luego al magazine, zepelín que atraviesa la tarde con estilo hermidiano. La telebasura es metatelevisión, profundiza el género y violenta la relación con el espectador; esta televisión clásica de la derecha parece revolucionaria al restablecer la importancia del individuo y su obra (protagonistas). Una tele sin zoom, de plano sostenido, con voluntad de contenido: televisión acorde, modesta y elegante. Este fenomenal programa de García Mateo se pasa por el arco del triunfo el twitter, la crisis y lo rabioso urgente y le deja a uno, quieto en el sofá, serenidad y palabras.


(LAGACETA, 29-XI-12)

miércoles, 28 de noviembre de 2012



BERTÍN, UN CROONER EN QTTF

Esta semana estuvo Bertín Osborne en Que Tiempo Tan Feliz (QTTF). Estuvo presentando un disco en el que le pega al palo crooner. En realidad, Bertín ya era nuestro old blue eyes con cosas de star system yanqui, como una cadena de alimentos con fines humanitarios a lo Paul Newman. En el Mortadelo salía un paródico Pepín Sobornes con cuya música torturaban a los rehenes, pero lo cierto es que Bertín es el cantante de Amor mediterráneo, baladón nostrum y de Como un vagabundo (que completa el truhán/señor de Julio Iglesias) y ha inventado el Jerez-Mex, un estilo campero que es algo así como un country español. Bertín quiso contarle a la Campos cuando estuvo viviendo con Frank Sinatra, pero entonces ella, que manda mucho, se lo llevó al piano para que le cantara Strangers in the night. Bertín canta arrastrao, tan arrastrao que acabó en el corrido, con morosidad de jinete que ha dejado el caballo al lado del piano. El público sonreía, los colaboradores sonreían y todo el mundo era feliz aunque la anécdota de sus días con Frank quedara sin contar. EL programa mitiga el rigor nihilista del domingo con la nostalgia del Cine de Barrio y la Campos se acerca a Carmen Sevilla por sus estampados atigrados y su centralidad intocable de diva eterna. En el corrillo feliz todo es pierna, cacha femenina de Nani y Makoke, Tamara y Chayo y sonrisa de colaborador a cada ocurrencia de la presentadora. Cada vez que suelta alguna sus colaboradores se desternillan con hilaridad aterrorizada, entonces los Triunfitos entran cantando popurrí tras popurrí y las risas mutan en aplausos. El secreto del éxito, sin embargo, la Belén Esteban de la Campos es Chayo, que sale muy tiesa y muy Benenito hasta que ríe y le sale lo mohedano y se le achinan los ojillos y florece una de las sonrisas más pletóricas de la tele. El clímax, sin embargo, no llega hasta que canción-aplauso-risa se fusionan en su apogeo: entonces calla el corrillo y ella se arranca por la Jurado. El programa, transfigurada Chayo en La Jurado, toca su cima y ya puede morir otro domingo.


(LAGACETA, 28-XI-2012)

lunes, 26 de noviembre de 2012



TONY LEBLANC

-Mira qué chavala, ¡menuda pantera!

-Primero a merendar, así que a por las feas, que son las que convidan.

Esta achulapada réplica de Tony Leblanc resume su talento para ser castizo, chuleta, pícaro, tonto del bote y hasta un poquito galán, todo a la vez. Leblanc hacía de español proteico. Escribió una película, “El pobre García”, apellido de español representativo, donde decía: “siento la publicidad en mí. Soy un publicista sui géneris” (¡el primer madmen!). El narrador sentenciaba con dulce amargura que la lucha eterna del hombre eran sus trabajos. Si en su vida llegó incluso a campeón de claqué, en el cine representó otras tantas ocupaciones y la fuente de la comicidad estaba en la gremialización de profesiones disparatadas como ser jefe de banda de atracadores o astronauta que aterrizaba en medio de un spaghetti western (“¡Pero si esto es Almería, chalao!”). Leblanc fue timador con Ozores y formó pareja de entrenadores (otra forma de tocomocho) en una de mis preferidas, “Los económicamente débiles”. Subrayaba la comicidad condenatoria del oficio elegido, que era el disfraz que tenía el español cuando aún se trabajaba. El pícaro emergía del tipo-disfraz del oficio o se subsumía en él. En esas películas de los cincuenta Tony Leblanc era el español adaptándose a la modernidad urbana.

En la tele es memorable el gag de la manzana en el programa de Íñigo. También fue algo modernísimo. Se sentaba ante el espectador y le devolvía su circunspecto mutismo en el acto simbólico, un poco hamletiano y difícil de comerse una manzana. Ese gag está lastrado quizás por los estertores de tonto o gangoso con los que aligeraba su rompedora modernidad. El gangoseo aún lo hereda Millán de Martes y Trece en forma de tic exagerado y chufletero. El tonto, la burla del tonto en nosotros mismos, pero también una forma de dar ritmo al número que tenían los cómicos. Esa intervención debió de ser sin duda uno de los primeros juegos de la televisión española con su televidente. Un juego de espejos. El español se encontraba a sí mismo en la pantalla.

(LAGACETA, 26-XI-12)

domingo, 25 de noviembre de 2012





TELEVERITÉ


Un hombre tiene dos formas de explicar su fracaso, dijo Sartre, así que Coto Matamoros, tras ensayar el otro día la tremebunda, reincidió en el Deluxe  por la vía del polígrafo. Más lúcido despachó a su hermanísimo como Mortadelo, a Kiko Hernández como Lucifer de chichinabo (“aunque más de nabo”) y a ambos como  Los Frutos Secos. Con un chispazo de su reencontrada lucidez, evidenció que la telemierda (Pérez Reverte) también ha ido a peor. El realizador dividía en cuatro la pantalla y a su izquierda le miraban Lydia, Kiko y Jorgeja como en la Tribu de los Brady. Ayer Sálvame era un parnaso con el escritor que más vende (“La vida iba en serio”: la actualidad es el morbo de Gil de Biedma, su sentimentalismo peor y nada de su rigor) y “el segundo mejor después de Cervantes”, un Panero para los que no leen:

-¿Me tiene que gustar Chueca por cojones?

Y al decir eso y reconocerse “homófobo del movimiento, no del individuo”, Jorgeja abandonó el plató dando la espantá que daba Míchel en el Bernabéu de los ochenta. Acabada la revolución catódica del Sálvame, ahora es un tinglado extraño en el que el público no suena a risas enlatadas, sino a aplausos de mitin de Pere Navarro. Por defender la libertad individual sin la militancia del sexo y rechazar el gueto, es decir, por decir cosas parecidas a las que alguna vez dijera Pombo, que es tan gay como Jorgeja, le hicieron a Coto la lobbytomía. El Sálvame echa de menos la absurda intimidad de Belén Esteban, sus lágrimas de oro catódico, su amorío a lo Liz Taylor y Richard Burton con Fran. Se echa de menos hasta a Topacio, esa Belén trans, porque Jorgeja  ya sólo brilla cuando bebe como un piconero Málaga Virgen y su televisión nos resulta paradójica: cuanto más cinica más aficionada al polígrafo: la verdad científicamente revelada, objetiva, absoluta. Frente a la verdad múltiple de un debate o la machadiana libertad conjunta de una entrevista, el totalitarismo de la Verdad única (televerité). Del corazón al cardiograma. Sálvame antirrelativista y moralizante. Quién nos lo iba a decir.

(LAGACETA, 25-XI-12)








jueves, 22 de noviembre de 2012



FALLARÁS EN EL DEBATE


El sábado noche Jordi González interrumpió El Gran Debate para entrevistar a Risto Mejide, de profesión gurú. “El ciudadano medio tiene que empezar a molestar”. Luego le preguntó Jordi por la Independencia, pero se negó a contestar, enojado por estar en ese brete. Risto Mejide es el límite humano de la incorrección política en España, que llega hasta donde llega y Jordi González se empieza a manejar con la soltura de un José Luis Moreno de la demagogia. Es muy de Telecinco tener debates “de ideas” ante mucho público. Esto incrementa las posibilidades de populismo, sin embargo. El sábado el programa trató de recoger testimonios de gente que no entraba en el Decreto sobre los desahucios. “¿Quién entra?”. Los dos equipos de debates estaban capitaneados por mujeres. Pilar Rahola, cada vez más maruja de Dagoll Dagom, gritaba "¡no tienen alma!" secundada por Antonio Miguel Carmona, con total look Fernando Esteso. Carmona, como Petón, sale hasta en radiotaxi. En la derecha  Montse Suárez, siempre como recién salida de spinning, ofrecía ayuda jurídica al público afectado y Jaime González se enternecía: “El gobierno busca la clave macroeconómica, pero se olvida de la carne y el hueso”. El único que rechistaba era el Director de Actualidad Económica, que con camisa de estampados parecía Chicote en cocina ajena. Pero sobre todos brilló Cristina Fallarás. La periodista (buena) ya había estado en La Sexta y el sábado se terminó de convertir en portavoz de los desahuciados, divididos entre pobres y paupérrimos. De negro, necesitando un cigarro y con aire de Kathleen Turner, parecía un personaje de sus novelas negras. Los tertulianos la miraban explicar su caso con algo de incomprensión. Rechazó la dación en pago, rechazó el paro; qué clases de decisiones tomó esta mujer, apetecía pararse a pensar. Después conectaron con la Corrala de la Utopía y una señora “más bien analfabeta” le dijo a Jordi que “el gobierno no echa cuentas de los pobres”. “Se ha quebrado el sistema de representación”, sentenciaba  entonces, pelirroja y fatal, Fallarás.


(LAGACETA, 22-XI-2012)

miércoles, 21 de noviembre de 2012



MANCHESTER CITY, 1; REAL MADRID, 1. MI VERDAD GALLAGHER


En el túnel de vestuarios los del City mascaban chicle y ponían cara de estar a punto de follar mientras Íker sacaba su flema de hombre tranquilo y poco dado a solemnidades. Eso es lo que más me gusta de él, cuando sale al campo con la cara del fontanero que sube al quinto b a desatascar un inodoro. Luego, durante el partido, tuvo oportunidad de hacer una de sus paradas abre telediarios. Él vuela, emprende un vuelo palomitero, pero al contrario de la palomita de Buyo, que era palomita con el balón y desde el balón, su vuelo es libre: la jugada sigue su curso, pero Íker ya está volando como Superlópez y en su vuelo se encuentra cosas, como chatarra espacial. Hoy encontró un balón de Agüero que le dio en la costilla, como si el balón tuviera que tocar su herida para que todos aceptaran su santidad milagrera. Íker no es Buffon, no lo ha sido nunca, pero tiene algo providencial, baraca providencial. Sus paradas se producen sobre la línea de gol con mucho funambulismo.

Enfrente estaba el segundo fracaso europeo del City, que tiene un equipazo impresionante, pero un entrenador pinturero que no saca las manos de los bolsillos. Empieza el once con Hart y Kompany, que son dos bigardos de cuidado, se abre con Kolarov y Maicon, un Manuel Pablo en bestia, y en el centro se ancla a Touré para hervir luego en un juego pequeño, bajito, globular, cabezón con los Silva, NAsri y Kun. El Kun tiene piernas de bailar mucho reggaetón, de perreo ñeta y de montar tigres, panteras, y muchos animales cimarrones porque al Kun se le tiene que cimarronear todo, como si bajo ese puente de piernas todo fuera río que se embraveciera.

Su estadio no me pareció impresionante o quizás sea que se generaliza lo de Chamartín. Siempre se ha dicho que el fútbol sublimaba los ardores belicosos del europeo. Ahora es como si el propio fútbol hubiera reprimido su emotividad, civilizándose, verbalizándose. Un proceso que empieza por la erradicación de la violencia, sigue con la eliminación de la simbología política y acaba con un alisamiento de lo agreste que pudiera tener el juego. Y este fútbol civilizado nos lleva a preguntarnos qué estará encerrando, reprimido, nuestro antiguo ardor guerrero, si es que alguno quedara.

Porque ni siquiera ese árbitro con ojillos de Savonarola, el italiano que se inventó el penalti y tuvo la ocurrencia de negarle a su juez de línea un fuera de juego –la cara del juez de línea era un poema: ser linier, levantar el banderín y ser desautorizado- nos llegó a encrespar y asistimos divertidos al instante final en que el cuarto árbitro señalaba los minutos de descuento sin saberse observado por Mourinho. Todos en vilo esperábamos su gesto. Era otra vez su talento para acaparar la atención, hacerse jugada, incidencia, como si dominase no sólo el juego, sino parte de la retransmisión. Porque normalmente estas cosas se repiten después, pero a Mou se le buscaba el gesto en puro directo. Con esas cejas recortadas de lehendakari que se le están quedando…

Al Madrid hoy el partido le salió también cimarrón, porque todo es cimarrón ahora en nuestras vidas, toda rebeldía o imprevisto o desacato ya es cimarrón  y el balón que coge demasiada rosca es balón cimarrón y el amor desleal es amor cimarrón también. Y comenzó el partido muy solvente con el 4-3-3, pero Modric tiene la burbuja leve y efecto de gaseosa antigua, de gaseosa La Revoltosa y el 4-3-3, que es el europeísmo del Madrid, se le fue desdibujando en la segunda parte hasta desaparecer. Hasta entonces, el partido había sido varias tomas fallidas de la misma escena: Kedhira entrando muy resuelto en una habitación, pero equivocándose con la frase. El gol de la sentencia no llegaba y es que los contragolpes, para salir bien, tienen que ser tan rápidos e inadvertidos que sorprendan primero al que los ejecuta. El delantero cuanto menos tenga que pensar mejor. EL buen delantero tiene la jugada pensada, el movimiento hecho y el contragolpe de mucho horizonte le coloca en una impropia situación de centrocampista. Elegir es malo para el delantero, que por eso ejecuta.

En las dos o tres veces en que el Madrid atacó, el locutor dijo que “crecía”. A eso me refiero: a la sustitución de la palabra ataque por crecimiento, cargando el juego de connotaciones progresistas.

Mirando el plus (tantos años así, mirando el plus…) pensaba en la reciente entrevista a Biriukov en Jotdown. En la estupidez del juego, en la pérdida de sentido histórico de las cosas más tontas. En la definición del Madrid como un club “de agobio” y si no será ese fin del mundo de cada temporada, su desorden institucionalizado, lo que al Madrid le puede dar la vibración necesaria.




COCINILLAS SIN ESTRELLA


Ribagorda estrenó el domingo en Telecinco “Cocineros sin estrellas”, dedicado al Off Michelin. A los cocineros que no dicen paleta de texturas ni  entran en la cocina como Glenn Gould en el estudio de grabación. Ribagorda los visita y nos presenta el lugar y su producto típico. Parece que así quiere reivindicar una gastronomía integrada, la conexión producto-cocinero-entorno. Para esto Ribagorda adopta el incómodo papel del cocinillas, pues se les mete en las cocinas, que es algo que cuando se lo hago yo a mi madre le molesta mucho. En Barbate, visitando al dueño de El Campero  (calvo, como todo atunero) llegó incluso a decirle que echara aceite al guiso. El programa tiene tres fases que no terminan de casar. En una primera Ribagorda va de Sistiaga, sin robarle tanto plano al mundo. Se fue a ver la almadraba, que es como una cama redonda de atunes y pescadores y de repente empezó a hablar de la lucha del hombre y el animal con la voz de Félix Rodríguez de la Fuente. Luego llegó la parte en que se mete a cocinillas, donde el programa adoptó el aburrido curso del espacio de recetas. Nos enteramos entonces de que el atún, además de en lata y en sushi, tiene otros 22 sabores. Esta parte resultó algo tediosa y con Robbie Williams de fondo era como ver el Canal Cocina. El programa aún toma otro giro inesperado cuando Ribagorda visita los alrededores. Aquí se transforma en Labordeta, pero en madrileño. Con el polo Lacoste de los reporteros olímpicos, Ribagorda explora el medio con la desenvoltura antropológica del madrileño en agosto. Le dice ‘grasiosa’ en perfecto andaluz a una señora en el mercado de Barbate y luego va a una taberna y acaba (casualmente) con un grupo flamenco. Para nosotros, que nunca hemos visto a Ribagorda fuera de la mesa del telediario es todo un shock verle caminar, pero es aún más fuerte verle dar palmas flamencas como cuando la Reina aplaudía a Rostropovich. Pese a su  indefinición, el programa se deja ver. A la hora del aperitivo del domingo el plano fijo de un mendrugo de pan tendría su share.


(LAGACETA, 21-XI-2012)

lunes, 19 de noviembre de 2012




LA EXPORTACIÓN DE PISOS



Unas declaraciones del Secretario de Estado de Comercio, García-Legaz, en las que daba a conocer la intención del gobierno de reformar la Ley de Extranjería para poder conceder permiso de residencia a extranjeros que adquiriesen un piso en España de más de 160.000 euros, ha levantado un revuelo político. Rosa Díez, con su calibrada mesura habitual, ha dicho que el país está en venta, el PSOE se ha acordado de los desahuciados y la UGT de los banqueros.



Estas reacciones son una muestra más de la incomprensión económica de nuestra clase política, que se pierde hasta con el dinero del Monopoly, pero que en lo tocante al comercio aún se pierde más. Parecen salir recitando todos algún poema de ese libro de García Hortelano, La Incomprensión del comercio. Y es que la medida, en primer lugar, la ha anunciado el Secretario de Estado de Comercio y eso es por algo. Aquí se está hablando de comercio, de exportar. España ha de ser competitiva, nos dicen, “no seremos nada hasta que exportemos”, nos dice Rosell. La gente no sé si acaba de entender lo que es exportar: es vender a uno de otro país algo. El espíritu nacional para el materialista es esa exportación. Pues bien, ¿qué puede exportar el español sino pisos? La medida de García-Legaz sería el fomento de la exportación de pisos, como otros exportan muebles o televisiones. Cuando estudiábamos a David Ricardo casi nos parecía moral, ético, que cada país vendiese sólo aquello en que tuviera ventaja competitiva. La ventaja competitiva era el genio local aplicado al comercio.



La resignación de García-Legaz es sólo sensatez. Cambiar el modelo productivo del español es un estalinismo, suena a quinquenio, a laboratorio, a mecanización del proceso de vivir. No, lleguemos a la sabia sencillez de conocernos: lo que mejor hacemos son pisos. Hacemos unos pisos del copón. Unos pisos piloto que ni la HBO. Unos alicatados, unos adosados en cualquier sitio, unas promociones, unas jardincillos lecorbusianos en cualquier extrarradio…



El error de España fue producir pisos para el español. Eso ya se vio que tenía poco recorrido. Producía pisos para la demanda interna y exportaba naranjas, molinos de viento, trenes o cerámica, pero con esa economía del querer ser, de la presunción, hemos llegado al punto en el que estamos. No, hay que empezar a producir pisos, pero para el exterior.

España exportará pisos a chinos y rusos, que en lugar de llevarse el chalet como los estadounidenses se llevaban ladrillo a ladrillo el castillo francés, vendrán a España, pero el efecto será el mismo.

Con chinos y rusos se culminará, cerrando el círculo, la orientalización izquierdista del país, que tan afanosamente buscaron en los levógiros años treinta las masas encefálicas y ateneístas.

Y el español de a pie,  miserable en su concepción del mundo, si al ecuatoriano le pedía que viniera con un trabajo bajo el brazo, ahora puede tranquilizarse al enterarse de que el chino no viene con un trabajo (¡cómo, si no lo hay!) sino con un piso.

Cualquiera que venga aquí tiene que tener muy claro que lo que necesita es un piso.

El español al emigrante no podía pedirle el trabajo, así que le pide que venga con piso y así vendrán a España todos los obsesivos de la real estate, los chalaos de lo inmobiliario. Los fetichistas del ladrillo.

Porque en España la izquierda es masónica, o sea, ladrillera; y la derecha es constructora, es decir, ladrillera también.

En las películas americanas el momento iniciático de la libertad llega cuando el padre le da al hijo el llavero con las llaves del coche. Ese llavero es la libertad alcanzada, es risa, tintineo y aceleración. En España es el llavero de la casa, con las llaves del piso, de la entrada, del trastero, el garaje y el buzón, esa llavecita como de cofrecillo que es la del buzón, que nos encanta tenerla aunque ya no haya cartas. Ese juego de llaves es la alegría del español, cancerbero y dueño, que va por la vida de portero de sí mismo, cuando no de sereno.





LÁGRIMAS PARA MILIKI


Ha muerto Miliki y quien mejor lo ha definido ha sido Lara Dibildos: Maestro de la ilusión. Payaso bonancible del trío de payasos de la tele, sobre todo fue Miliki un extraordinario músico. El Perales de los niños. Hola, Don Pepito es una genialidad del detalle y Chinito de Amor una dulzura. Escuchen La rima, por ejemplo, donde se aproxima a Gloria Fuertes con una melodía emocionante. De esto se da uno cuenta después, con la sobrina.

Miliki ha sido el último payaso. El mundo es demasiado cínico y ahora tenemos a Krusty, que es como el moderno protagonista del Pagliacci de LeonCavallo, un tío al que deja la mujer y se da a la bebida.

Frente al rigor mímico de Charlie Rivel, con su silla y su esquematismo de payaso intelectual, Los Payasos de la Tele hablaban, reían y demostraban que para controlar a un niño es necesario una trinidad de muecas, un torbellino de charlotadas porque el payaso moderno es chapliniano, o más bien es que Charlot fue clown, con su levita y andares zompos, igual que los Hermanos Marx heredan la estructura del trío payaso. A través de ellos el mundo del payaso de desparrama en la comedia actual, pero una nariz roja o una mueca pintada ya inquietan más que otra cosa. De Miliki se puede decir que fue un payaso alegre y algo así como el quinto abuelo del niño español.

Ayer, en la Sexta, Cristina Villanueva daba paso al video de la noticia y al volver le brillaban los ojos. Su rímel parecía corrido. Esto no le había ocurrido en media hora informando sobre los dramas humanos tras “el recorte de Rajoy”. La Sexta, presidida por Emilio Aragón, es, qué duda cabe, una cadena miliquitesca, pero hay un miliquitismo después de Miliki, en Milikito, claro, pero también en el interior del adulto español, totalmente miliquitizado. Ayer todos aludían a su infancia, sin reconocer su propia madurez miliquita. Esto lo ha visto ya José Antonio Montano. Nuestro ternurismo invalidante, nuestra sensiblería y veneración de la emoción pueril son parte de la influencia del artista español más decisivo de las últimas décadas.


(LAGACETA, 19-XI-2012)

domingo, 18 de noviembre de 2012



CAÍN Y ABEL


Qué ha pasado en España para que pasemos de los Aragón a los Matamoros es algo que tendrá que explicar la universidad. Los Matamoros son los Panero ágrafos y trash que el viernes irrumpieron en el share como si no quisieran dejarle el protagonismo del finde a los Pujol y lo menos que se dijeron fue “absoluto psicópata”. Llegó Coto con logo NBA, un ominoso rastro blanco y en la calva su tribal, arborescencia de no sabe qué patrón neuronal alternativo, resonancia viva del exceso. Kiko miraba desde un monitor con gafas de Foucault. Coto es más que Kiko, es Kiko más Jimmy y Kiko es un Coto menor que quiere ir de tertuliano y se ha abrochado las orejas.

Coto pisaba Telecinco (“cadena de maricas”) para entrar en el Deluxe, el plató donde “le asesinaron el ego”, lo que a Jorgeja le sonaba a “Nich” y en los Matamoros se ve que el Sálvame es la Campos más las Crónicas de Sardá.

Coto no fue el primer colaborador destroy, sino que también fue el primero que ante la insolvencia  dijo que “la única solución es el suicidio”. Pero Coto no se suicidó, se fue a Bangkok y ha acabado en Zaragoza, donde parece que no duerme entre cartones. Defendiendo eso se las tuvo con Kiko Hernández, canoso y moreno como un Pitingo, con el que se lleva a matar. Un Coto fantasmal y pacino destrozó la imagen del hermano, al que acabó llevando a la violencia verbal y a una regresión Sandoval en que se puso a hacer de penitente. Jorgeja maneja el plató como un domador, pero se dijeron de todo y la farla salía más que las fotos de Mar Flores. Se tienen un odio no se sabe si africano o boliviano. Pero los Kikos, con su prurito de profesionalidad, quedaron aún peor. Lo dijo la Patiño: sois un espejo. En todos un gesto común de boca revirada, de comisura bizca, rictus de cruel maledicencia. Por eso todos piden polígrafos expiatorios.

Coto dejó la bomba de que la primera Makoke fue Lydia y se marchó al fondo de la noche. Tras el odio fraterno, un padre (el de la Pont) que no quiere a su hija y luego Bibiana, nueva Soler Serrano, entrevistando al Autor.


(LAGACETA, 18-XI-2012)

sábado, 17 de noviembre de 2012









CORTADILLOS


Este dulce es mi favorito del momento. Lo compro en el Mercadona en... ¿paquetes de ocho? No caigo ahora en el número exacto ya me duran muy poco. Sucumbo con ellos a una ansiedad golosa que engaño con ensueños, porque tienen un algo conventual, de dulce de Clarisa, de monjita sevillana dale que dale. El cortadillo deja también un regusto árabe, un saborcillo que llega como se nos amorisca a veces un sonido. Aunque yo me monto mi película de repostería de celda y califato, digo yo que esto será bollería industrial como comerse un fosquito porque en el envoltorio, rompiendo su encanto, se nos avisa salutíferamente de que no contiene grasa animal. Aunque manteca, sí, manteca de calabaza hecha hilillo es su cabello de ángel e impalpable azúcar glasé lo espolvorea. Lo traslúcido, lo que no se deja coger. Estos dulcecillos me preparan el gusto para la gloria chusmona de la Navidad.

viernes, 16 de noviembre de 2012


MIMOSÍN HIPOTECARIO


El Gobierno, que saca decretos como los Beatles sacaban singles y tiene un liberalismo de subir impuestos y un derechismo de proteger al deudor, ha anunciado unas medidas para suavizar el llamado desahucio hipotecario. Es, nos dicen, una moratoria destinada a lo hipotecario, porque si yo me hago fuerte en mi piso alquilado alguien vendrá a echarme, y se piensa para el “colectivo más vulnerable”, que es un adjetivo sexy porque cuando lo dice Soraya parece que le está reconociendo a Guindos la sensibilidad, pero que no lo dice pensando en De Guindos, claro, sino en el colectivo de los potencialmentes wertherianos -de los aún más wertherianos-. Esto ya ha sido calificado como una chapuza por los afectados, que aspiran a la dación en pago, la amnistía hipotecaria, la conflagración de la hipoteca, el dondedijedigo contractual. La hipoteca ha sido para el español algo así como una suegra y lo cierto es que los banqueros dicen que la mora hipotecaria no es muy alta y no lo es porque el español paga la casa, paga porque tiene el sacramento de la hipoteca y se queda sin comer si es necesario, porque la hipoteca ha sido la otra santa. El español con la hipoteca estaba aceptando otra mujer, el aquí mi señora no era a la esposa, era a la hipoteca, la señorona fiduciaria, atisbo de eternidad, y por eso cuando se habla de una dación en pago o de suavizar la hipoteca uno se teme el equivalente a otra revolución sexual, una revolución hipotecaria del despelote financiero, porque sin hipoteca ancha es Castilla; sin hipoteca la vida sería liberar y deslocalizar al español, aligerarlo de manera que todos nos iríamos a por tabaco sin un Lobatón que nos buscase. No sólo el crédito, la estabilidad sentimental española depende de la hipoteca. Cuando surge la duda de cómo llamar al matrimonio gay apetece gritar: ¡Hipoteca, que lo llamen hipoteca! La libertad de la hipoteca es una nueva libertad sexual porque si el español se metió en ella y ahora pretende dar el piso y salir airoso está queriendo pasar de la cultura de la propiedad a la cultura del alquiler, pasar en unos años del iberismo de túmulo y raíz al europeísmo del alquiler. Antes del derecho romano el deudor entregaba al niño en prenda y quedaba libre, a partir de los romanos no había niño muerto y al deudor le perseguía su deuda como un cobrador del frac invisible, pero esto nuestro de entregar el piso sería como volver a la barbarie de dejar al niño/piso (¿no es el piso, la verdad, el niño mudo y sin problemas en la escuela del español?) y a vivir la vida y al alquiler subvencionado y al republicanismo ikea y a Torrevieja en verano, eliminando con ello nuestra última hidalguía, porque la deuda, que en algunas lenguas significa pecado, nos perseguía como una falta espiritual, como un remordimiento que no nos dejaba dormir. Hemos querido ser propietarios y la hipoteca ha sido un espejismo de propiedad, que es un derecho moral y además (¡Susaeta!) un derecho sobre la cosa. Es decir, españolísimo.



                                                                  (LAGACETA, 16-XI-2012)

miércoles, 14 de noviembre de 2012



HUELGA DECIR


Allá donde triunfa la Huelga General  –digresión perpleja: ¿Por qué trabajan los periodistas y los medios abiertamente partidarios de ella?- la vida es aburrida. El cóctel de ideología y coacción depara extrañamente un festivo sin la carga del festivo, una placidez muy libre de referencias. Si la Huelga triunfara plenamente sería como una Semana Santa de antes. Ningún sitio donde tomarse un café, cines cerrados, cartas de ajuste y en la calle procesiones con imágenes de hombres barbudos con retórica sacrificial.

En la huelga hay tres tipos de actores: los espontáneos del 15M, que aparecen sin previo aviso para cortar una calle, rodear cualquier cosa o protagonizar intensos diálogos con los policías, con los que se encaran cual boxeadores al bajar de la báscula, lanzándoles felipillos con agresividad borroka. Este grupo de gente aparece de repente, sin previo aviso y se coloca allí, en plan coro griego, con todo el sentido actual de lo griego.

Además están los piquetes informativos, reconocidos legalmente, con una labor de misioneros de la octavilla y luego el piquete performativo, que es fundamentalmente Willy Toledo y su troupe.

En Twitter decíamos que Willy se había encerrado en el Teatro Español con su grupo revolucionario de actores para verse actuar unos a otros hasta la inmolación. Una Waco del arte dramático. Willy Toledo es  el Willy más extraordinario desde Willy DeVille y está llevando la tan poco española expresión del enfant terrible hasta territorios que sólo ha pisado Pocholo. Willy es un poco el Robert Downey Jr. del compromiso político y está en una espiral de autodestrucción que nos asusta porque se acerca a la figura del juguete roto. Tememos el día en que al salir del FNAC nos aborde un irreconocible Willy vendiéndonos por la voluntad un periódico anarquista.

La Huelga, al final, va a ser la única función de Willy. Se necesitan mutuamente, porque lo cierto es que se está apoderando de esta jornada de la forma en que Jimmy Jump se apodera del Barça-Madrid o la cabra del Día de la Hispanidad. Ya esperamos qué tendrá pensado, qué forma tendrá de escenificar su incomprensible y furioso odio a la vida burguesa. No es descabellado imaginar a Willy cepillándose la espalda en un barreño, cocinando sus propias galletas o alambicando un güisqui doméstico.

La forma en que los huelguistas la toman con la vida comercial es absurda cuando existe el teletrabajo y la compra-venta por internet. ¿Qué sentido tiene cerrar los bulevares si podemos comprar en la red? Intrépidas reporteras dejan de dar el parte del tiempo desde lo alto de un risco y se van a  a MercaBarna o MercaMadrid, donde se escenifica el colapso de la distribución, pero ya llenamos la nevera ayer en el Mercadona. La gente baja las persianas, pero bajar las persianas no es dar la razón. No es una medida expresiva en diálogo alguno, sino una representación destinada a perpetuarse, alejada del sentido como… ¡como las compras en Navidad!

Compramos en Navidad por lo mismo que dejamos de hacerlo cuando hay Huelga. Por alguna oscura razón perdida en el tiempo.

La Huelga empieza a ser absurda y dejar de trabajar en un país en que no trabaja casi nadie puede deparar la sorpresa de que todo funcione, de que el país vaya solo.

Esto es un derecho constitucional,  me dirán, y es cierto, pero la Constitución empieza a parecer un texto kitsch y algunos de sus derechos y deberes las justificaciones para comportamientos excéntricos y festivales de impostura, como la raíz folclórica y remota que lleva a la gente a disfrazarse de moro o de cristiano. Porque la dialéctica obrero-patrono que hoy se escenifica es el Moros y Cristianos de la política, como presentía ayer José Ramón Márquez.

Estamos “alienándonos” de  nuestra Constitución, o es ella que se nos aleja, como se aleja una moda de la que abusamos, envejeciendo tan mal como el cine de los setenta. Yo pienso que una constitución de finales de los setenta no puede durar mucho porque… ¿qué ha quedado de entonces?

Nota de última hora: Cuentan por internet que Herman Tertsch habría podido grabar su crónica de la jornada huelguística la noche anterior. Si esto es así estamos ante una genialidad de primer orden, dado que la huelga es una representación. ¿O acaso no puede alguien hacer una crónica del Misterio de Elche la víspera y dedicar el día a algo auténticamente divertido?

martes, 13 de noviembre de 2012





CUAJO


Las elecciones catalanas parece que las dirige Mel Brooks. Comenzaron con CIU poniendo un vídeo de la caída del Muro de Berlín, que es la imagen con la que Mas quiere asociar su proceso. España sería el comunismo y la independencia un desparrame de riqueza y Europa. No, si la cosa está bien tirada. A Mas, que sonríe con la satisfacción del dependiente que enseña un buen paño, le respondió Rajoy con algo asombroso: a usted le falta cuajo. El cuajo es en realidad algo totalmente rajoyesco, que pasó del cojonudismo al cuajonudismo. Ahora que cambian de presidente en la China, donde todos los presidentes son más o menos iguales y donde de todos se viene a decir lo mismo, que si el cambio gradual, que si la lenta transición, uno repara en que Rajoy en realidad, además de tener un cuajo bismarckiano, es que es un poco político chino. Rajoy decide como quien hace un vino.

El presidente tuvo este finde la ayuda de las fuerzas más o menos vivas, las Furias Ibéricas, la Duquesa de Alba (el pasado) y Pitita Riduejo (lo oracular), y además salió Marcelino Iglesias, al que en el PSC llevaron a hacer de maño bruto, para comparar lo del nacionalismo de Mas con los cien millones de muertos del nazismo, porque el nazismo para los políticos y algunos comentaristas es como la rosa para los poetas. Cuando no se sabe con qué comparar algo, hala, con el nazismo: ojo que así empezó Hitler, mira que vas derechito a Auschwitz...

Al final, la tranquilidad de todos está en Europa y Bruselas va a acabar siendo el rompeolas de las Españas. Rosell salió ayer pidiendo unos EEUU de Europa, y esto conviene explicarlo: Europa sí, Cataluña por supuesto y España ya veremos. Se trata de la vieja idea de la Europa de las regiones y ya se escucha la funesta frase:

-Hay que encajar Cataluña en Europa.

No saben en Europa la que se les viene encima. Tras décadas encajando sin éxito Cataluña en España, ahora le toca a Europa. Como no salga bien me imagino a Cataluña suelta como una pieza de puzzle buscando encaje en el Hemisferio Norte y a los catalanes convertidos en el nuevo pueblo judío, solo que en lugar de Woody Allen con Buenafuente, que ha dicho que “le pese a quien le pese, a España hay que alicatarla”, acercándonos a una comprensión del Federalismo como un reformismo de ñapa. Se ha hecho tanto énfasis en la identidad que cada catalán tiene su propia idea de encaje, como si el Estado fuese una alineación de Tito Vilanova, pero resulta un alivio que la discusión se empiece a trasladar a Europa, para tortura de los muy tranquilos burócratas escandinavos.

Morris Jones encontró en África algo fascinante: frente a la inmensa diversidad lingüística, existía una compatibilidad rítmica entre los africanos. Una trama rítmica común. Y eso, que África lo tiene, ¿lo puede tener Europa? Un ritmo, un tamtam, una mismo meneo de la cadera, porque la Unión Europa no debió empezar por la economía, pero quizás tampoco por la política, sino por el ritmo, por encontrar un chachachá que pueda bailar Mas. 

                                                          (LAGACETA, 13-XI-2012)

domingo, 11 de noviembre de 2012



LEVANTE, 1: REAL MADRID, 2. MI VERDAD GRANOTA.


El Madrid visitaba el Ciudad de Levante, que es un recinto algo desangelado en el que se reúnen los solitarios valencianos con la excusa de que allí juega el Levante. El Levante es como la colombicultura solo que en lugar de palomas sueltan un balón.

Su simpático entrenador había dicho horas antes que el Madrid, si no se terminan las jugadas, no perdona. Es decir, que contra el Madrid hay que acabar las frases.

Sin embargo, el campo no daba para mucho. El árbitro, Muñiz Fernández, con esa pinta que tiene de dueño de cafetal, de malo de culebrón mexicano, consideró que ahí se podía jugar algo aproximado al fútbol, un fútbol lastrado de plomo, como de playa.

Por si la lluvia y el pésimo estado del césped no fuera poco, el partido estuvo condicionado en su inicio porque a Cristiano le abrieron una ceja. La lesión era más propia del boxeo, cosa que se entiende al estar implicado David Navarro. Parecía que Cristiano lloraba sangre y después, con el ojo hinchado, tenía la mirada dulce de ángel roto de los boxeadores.

Poco después, Ballesteros le pegaba otro mandoble a Callejón, cuyo tupé había desmoronado la lluvia.

Ballesteros, enaltecido por la prensa como veterano, se mueve en el campo como un capataz . Él y David Navarro son los hermanos Kray de nuestro fútbol.

Si a Callejón se le desplomaba el voladizo del tupé, el peinado a Ramos le desaparecía. Sólo Pepe seguía siendo Pepe. La lluvia no sólo hacía imposible el tiquitaca y eximía de toda belleza, sino que deshacía el look del futbolista. Todo se despersonalizaba, se abocaba a una forma de fútbol ingenuo, infantil, difuminándose los vestigios tácticos y la influencia del entrenador.

En ese fútbol de Altamira y de recreo, el Madrid se iba manejando, menos cojo tras la vuelta de Coentrao.

En el campo había poco ruido. La gente cuando llueve grita menos y no aplaude porque tiene que agarrar el paraguas. Es decir, que si al público se le da un paraguas se le adormece.

En un balón parado que quedó suelto, tras controlar con su muslo, marcó Cristiano. Un gesto rápido de delantero centro oportunista, que era su papel esta noche.

Cristiano celebraba el gol entre la alegría de algunos madridistas valencianos, probablemente la forma más conseguida y ligera de español.

De fondo, un diálogo que debo reproducir:

-Xabi Alonso es como un dios griego.

-¡Pero si tiene nariz de cerdito!

-Pero le queda perfecta…

Hasta el final del descanso, el partido fue como una partida de subbuteo, controlando el azar objetivo de los charcos. El fútbol sonaba como si le estuviesen pegando una paliza a la pelota.

En el descanso, Mourinho quitó a Cristiano y colocó a Albiol en el centro del campo. No fue la noche de Albiol, la verdad, que anduvo como quien juega a la piñata y casi provoca un gol levantinista.

El Madrid salió muy bien, serio, muy “oficioso”, que diría Robinson. Pepe remató solo en un córner, Di María, muy vivo toda la noche, tuvo otra buena ocasión  y hasta se falló un penalti. Lo cometió Navarro sobre Callejón en una segunda instancia. La primera entrada no lo fue, la segunda quizás. Eso pasa, David, por ser reincidente en las cosas.

Falló Xabi. Yo lo vaticiné porque me parecía que Xabi a lo que iba era a jugar al cricket.
Tras el perdón, llegó el gol de Ángel, más rápido -de tan bajito- que Pepe. Después pudo marcar Juanlu. Se entraba en la dialéctica de las películas de terror y esa clemencia ante Casillas sólo podía significar una cosa…

En estas entraba Morata y no había que ser Pitita Ridruejo para saber lo que iba a pasar. Xabi, el jugador de criket, lanzó una falta con rosca, de esas faltas que tienen más rosca si el que está esperándolas es un delantero y Morata, que es como estar viendo a Morientes otra vez, peinó con elegancia y clasicismo de delantero helénico y con flequillo.

El Madrid salvaba los muebles en una noche en que jarreó sin distanciarse de su más directo rival, que pensamos todos y cantarían los locutores con su voz alegre de salvar domingos.

Luego hubo alguna contra de Di María, pero la verdadera incertidumbre de esos contragolpes estaba en si le iba a dar tiempo a llegar a la pelota. Y Kaká, con manguita larga de muchacha, saltó a hacer un trescuartismo testimonial, leve, inofensivo.

El árbitro, permisivo con los charcos y con Ballesteros, pitaba el final del partido. Pardeza saltaba a la zona de entrevistas. El Ciudad de Valencia, como es normal que suceda, empezaba a quedarse vacío.