sábado, 14 de abril de 2012



UN RATO DE TELE: EL DELUXE DE MATAMOROS



El programa se presentaba como una profundización en el drama de Kiko Matamoros. Su drama es el glaucoma, estrechamiento del campo de visión. Matamoros y Carmen Rigalt son los dos enfermos de glaucoma más conocidos y están haciendo de divulgadores, avisadores e introductores de ese drama. Es la progresiva ceguera.

Matamoros, de traje perfecto, con una flor en la solapa, se demoraba en las contestaciones como un ponente cerebral, recogiendo las manos en gesto de novelista o canciller. Kiko Matamoros se sienta en el deluxe como se sientan los mandatarios en las cumbres, mientras que Jorgeja se pone en el filo del asiento, con los pies juntos y acercándose al entrevistado, como una vieja chismosa en una silla.

La entrevista, al ser dramática, tenía sonidos misteriosos de fondo y mucho silencio.  

Matamoros, calvo, con traje british, hablando con gravedad sobre la vida y ciego es, ahora mismo, lo más cercano a Borges que ofrece la tele.

El problema de la entrevista es que ya le habían hecho antes una Caja y una hipnosis, y claro, quedaba poco en el alma Matamoros que no conociera el espectador.

Habló de su padre, del que ya conocíamos el desapego, el autoritarismo y el facherío.

Habló de su madre y su agonía. Recordando ese instante mencionó una anécdota sobre el inicio del Alzheimer: ella hablaba a la tele. Conviene saberlo, pues es un hecho comprobado, la cabeza se pierde cuando uno comienza a saludar a las personas de la televisión. Cuán cerca estamos de ello…

Con la madre, Kiko se emocionó. Tardaba segundos en contestar. Un sonido de fondo. Jorgeja poniendo morritos. Los ojos humedeciéndose. La lágrima era como cucaña a punto de caer.

La lágrima repunta la audiencia de cada programa y Jorgeja maneja las lágrimas de sus colaboradores como si fueran mascotas. Son como una atracción en la que el éxito, la pirueta, el logro, es llorar, o ponerse histérico en el momento oportuno.

Jorgeja, es un domador de emociones de sus colaboradores. Un príncipe sádico que logra la lágrima como un orgasmo exacto.



Luego estuvo Brenda, una joven valenciana que participó en MYHYV y en el reality de la granja. Fue a contar su proceso de desintoxicación. Por momentos, lo que contaba se parecía al programa Hermano Mayor.

-Yo era un monstruo. Hablaba mal a mis padres, pero era porque consumía…

Bueno, visto así, y entendiendo la amplitud del consumo, todos hemos sido un poco Brenda alguna vez.

Brenda se equivocó de casting y en lugar de ir a Hermano Mayor acabó en la factoria risueña de Telecinco y pienso ahora en la relación que pueda haber entre Hermano Mayor y Gran Hermano…



Brenda consumía, pero ya no consume. Ha dejado el escarceo del porno y sigue siendo amiga de su novio Gerard, que es “antidrogas total”. El acento valenciano de Brenda es tan fuerte que todo le suena abierto, irritado, torrencial.

Luego salieron las piernas de Adriana, que hizo con ellas una operación muy parecida a la de Sharon Stone. La lágrima, el consumo, el improbable parrús… Un programa con audiencia es eso: presente sucesiones de bochornos.

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