lunes, 7 de noviembre de 2011

Recupero para el blog un texto escrito en fansdelmadrid en octubre de 2007. Se trata de una 'reflexión' (por llamarle de alguna manera) sobre el sistema futbolístico 4-4-2, que era como la socialdemocracia del fútbol: lo impepinable (¿he dicho impepinable? ¡Si ya casi todo es pepinable!)








EL 4-4-2


Anoche, leyendo las reacciones al bodrio romano, me llamó la atención la puntualización del nick Dani, que precisaba la posición de Raúl como un segundo punta en lugar de un mediapunta. Ese matiz es como lo del color blanco y los esquimales. La mayoría de aficionados del mundo no saben distinguir entre un mediapunta y un segunda punta, pero para alguien amamantado en las ubres del tikitaka en rombo, el matiz era procedente. Alguien le respondió, pero nadie más reparó en lo escandaloso del hecho. Medio madridismo vive pensando en categorías y sistemas que nadie en el mundo futbolístico occidental practica.

Saquemos la pizarra.

El sistema 4-4-2 puede ser jugado con dos mediocentros paralelos, pero resulta en estos casos un poco chato. El ideal del fútbol español es el 4-4-2 en rombo, con mediapunta o enganche, así llamado en sudamerica, donde este sistema ha tenido éxito. El rombo, o juanola, parece ser el ideal de los aficionados al fútbol en España. Concretamente en Madrid, porque el ideal catalán es el sistema holandés. Contra lo que pueda parecer, el sistema nace en los sesenta con aspiraciones defensivas, como una perversión barraquera del 4-3-3, del que un delantero cae cual angel caído para ser medio. Yo creo, y eso es lo que me apetece decir, que estamos ante una gran mentira. Repasemos. Los equipos vascos campeones de liga de principios de los ochenta no jugaban en rombo, tampoco lo hizo la quinta; de hecho, su año más goleador fue jugando un 5-3-2. ¿Jugaba en rombo el Barcelona de Cruyff? No. Ni el De Van Gaal. Ni el Madrid de los dos Capellos. NI el Galáctico, que jugaba con un 4-2-3-1. El de la séptima improvisó un 4-4-2 en el que jugaban Karembeu y Redondo en medio. El de la octava un 5-3-2. El de la novena un falso rombo en el que Solari dejaba la banda y se pegaba a Makelele.

En los últimos veinte años el rombo se ha jugado en España en tres equipos:

El Madrid de Valdano, año 94.

El Pateti de Radomiro, año 95.

Y brevemente el Madrid de la novena en la final de Glasgow. Pero en este caso no siempre y, sin duda, la excepcionalidad de la cabeza del rombo, del así llamado enganche, Zinedine Zidane, excluye a esta formación de todo análisis. Con Zidane, Figo, Raúl y Roberto Carlos cualquier esquema valía.

El 4-4-2 nace en los sesenta y en España le seguiremos la pista desde el 1980. No podemos decir qué fue de los años sesenta y setenta, pero desde luego el sistema no justifica en su aplicación práctica su prestigio y predicamento actual. Y ojo, debe resaltarse que hablamos de su versión más alegre, del rombo. El rombo no lo jugó el Valencia de Benítez, que optaba por un 4-2-3-1, ni el 5-3-2 de Arsenio. ¿Qué equipos campeones lo han utilizado? Los de los años 94 y 95. Ni siquiera el mitificado Zaragoza de víctor "softball" Fernández lo jugaba, pues lo que desarrollaba era una variante del 4-3-3.

Abreviando. El rombo lo han jugado tres equipos grandes en España. EL Madrid valdanista, el Pateti de Antic del año siguiente y, durante unos meses la selección de Camacho -impuesta por el prisaismo como respuesta al clementismo butanístico-, unos años después. Es decir, el famoso rombo, tan celebrado, tiene un encuadre muy determinado en las coordenadas espacio-tiempo. Es Madrileño y de los primeros noventa, tras Cruyff y ya establecido el Plus. En el apogeo del As, El larguero y El día después. En común tienen sus teóricos ser hombres de Prisa. Y surge como respuesta madrileña al fútbol ofensivo catalanoholandés de años antes (otro sistema-opio, en este caso del pujolismo y de los fastos olímpicos). El rombo es una ilusión, un ideal, lo llamaré sistema-opio, que a través de la propaganda prisaica se mete en el imaginario futbolero de una generación de aficionados madridistas que, desde entonces, van al fútbol como fumaos.


Este sistema es madrileño y prisaico. Es el sistema socialdemócrata y, fundamentalmente, una mentira. Ya lo adelantó Floro, que tuvo que pelearse con molinos de viento por establecer su 4-4-2 ¡sin rombo! plano, con dos medios que nacían paralelos y que se solapaban luego: Milla y Hierro, o incluso Hierro y Prosinecki. Floro controlaba como un dogmático que no le saliese mediapunta a su equipo. Quería un 4-4-2 de futbolín y todos le llamaban iluminado. La gente quería rombo. Y lo tuvo años después, meses después, con Valdano. En realidad, lo que diferenciaba a Valdano de Floro era el verbo y el rombo. Floro no se vendió al tacticismo cazurro clementista del butano, pero tampoco admitió que su 4-4-2 se amariconase con el rombo, como le pedía Prisa. Floro, que estudiaba italiano como después haría Benítez -el hombre que Benito no pudo ser- en realidad aspiraba a emular a Sacchi. Floro era Europa. Floro era la salida europea, científica, que huía del guerracivilismo deportivo. Así, Foro quedó como la víctima del más rancio españolismo. Floro es la víctima futbolística de las dos Españas. Ahora vemos que los iluminados eran ellos y que Floro tenía razón cuando afirmaba que el mediapunta no existía. De compañero de Zamorano jugaba Butragueño, y hubo gran polémica porque él no admitía un rombo para dar cabida a Alfonso:

"¿No le piden sus niños un rombo con Alfonso?", le preguntaba el siempre infantiloide De la Morena, la Rita Irasema de los deportes -mientras Butano era una Encarna Sánchez menos viril pero calva-.

Diré, además, que el rombo exige un enganche. El enganche es una figura especial. Un superhombre. Un Übermensch. Ha de tener la clase de un 10 y los pulmones de un 6 con el sentido táctico de un 5. Es decir, la releche. A Benítez los criticos inmaduros valencianos le pedían rombo con Aimar. Él, claro, les decía que naranjitas de la china. La verdad es que sólo cuatro jugadores han servido para ser enganche: Laudrup durante 14 meses, Pantic durante doce meses y porque tiraba faltas; Valerón, en la selección de Camacho (ya ves tú) y el gran Zidane en una sola final, porque casi siempre partía de la izquierda, de interior.

Ahora, pasado el tiempo, ha hecho falta el estudio de la historia, muchas hostias futbolísticas, el despido de Capello y la obra airada de madurez de un genio bloguero en el exilio para destapar la realidad. El rombo es una patraña socialdemócrata. Es la socialdemocracia con tintes de demagogia iberoamericana del fútbol. Es madrileño y prisaico. Si el rombo tuviese cara sería una mezcla de Ekaizer, Javier Pradera y Relaño.


El carácter ideal de este sistema explica que el aficionado español, siempre que se pone a hacer una alineación ideal o un equipo soñado lo haga en rombo. ¡Nadie elige su once ideal con un 5-3-2! Otro hecho que redunda en la idealidad del rombo es que el enganche, como ya se ha dicho, debe de ser jugador perfecto capaz de defender, recuperar la posición, caer a banda, driblar, disparar, tener pase, meter más de diez goles, dirigir... ¿nadie se acuerda de Julen Guerrero? ¿Cuánto duró esa ilusión y en qué acabó? ¿Durante qué años precisamente? Prisa intentó convertir a Julen en ese superhombre y duró dos telediarios. El empeño era imposible.

Capello, como antes Floro, vino a dar un baño de realidad al aficionado madridista. Las reacciones de la prensa fueron igual de airadas. Floro y Capello tienen en común el maltrato prisaico. Fueron, literalmente, expulsados. Masacrados. Desprestigiados, como Gómez de Liaño, como Aznar, objeto de una encarnizada oposición ideológica y personal.

El rombo es como la ilusión de la felicidad eterna del welfare. Es la arcadia sociata. Son las tetas manando ron con Coca cola. Las huríes de la Secta todas en pelota en un campo de fútbol... ¿no es sopechoso que la Secta, en su intento por apoderarse del fútbol y con el fútbol por ser el aparato mediático de la nueva izquierda zapateril hayan, precisamente, superado por la izquierda a la propia Prisa con la exaltación maniaca del tikitaka?

¿No queda claro el elemento ideológico, ideal y totalitario del rombo?

Esa es la razón de que Schuster partiese de un 4-4-2 con rombo como esquema de partida, como presentación ideológica. La "excelencia", el otro Dorado de Calderón. Semanas después (y no sólo por la confección caótica de la plantilla) se siente como un general que manda soldados a caballo contra tanques. Pero no sabe cómo salir del atolladero porque sólo podría salir con un 4-2-3-1 con Ramos, lo que le costaría el cargo, o con un 4-3-3 sin Raúl. Y eso son palabras mayores. Para ese debate no tengo fuerzas suficientes.

1 comentario:

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