viernes, 26 de octubre de 2012



PIDIENDO GUERRA

                             (A I.R.Q. que a veces es el único diálogo de la mañana)



Unos políticos catalanes han llevado a Europa una petición de amparo, llamémosle así, temiendo la invasión militar española, otra más, una reinvasión, se supone, porque si ya están dominados militarmente, el militar que apareciese ya sería una redundancia, pero el caso es que se teme la directa agresión del castro español. Esto -lo ha visto muy bien Ruiz-Quintano en su columna de hoy-  es hacer un Busquets: tirarse al suelo fingiendo una agresión que sólo se produce en la imaginación peliculera y victimizada de estos señores que son, de algún modo, eróticamente víctimas, que tienen la erotomanía de ser víctimas y se inventan una guerra de Gila o un Tropic Thunder para satisfacer su pretensión voluptuosa y cachondona de que les agredan. Hay gente, no nos engañemos, a la que le pone un buen guantazo. De algún modo, la verdad, están pidiendo guerra y más que inventar una Cataluña que no existió nunca perpetúan en sus fantasías una España que declina, porque viven del recuerdo del coronel español, de eternizar una figura pasada, la del pronunciamiento y el tanque revoltoso.  Estos señores son los grandes nostálgicos de España, los perpetuadores necesarios de una España kitsch y retrospectiva.

Si un general tosiera muy fuerte en Cataluña o pegara un golpe con la ficha del dominó en el velador de hueso ya podrían decir que algo se está tramando…

El caso es que escarbando en la noticia descubre uno que entre los firmantes se encuentra un político-escritor, un político con la vanidad de la primera novela, que es el tostón que cada español que sabe juntar tres letras le endilga a la posteridad. La obra del abajofirmante, cuyo nombre, por cuestiones de urgencia laboral no puedo preocuparme en averiguar, se titula “Sayonara, Sushi” y es un thriller sobre la pesca del atún rojo, la caza indiscriminada y abusiva del atún rojo. ¡Si habrá ingerido sushi el autor para acabar preocupándose por la cuestión! Es una sensibilidad de almadraba, ecologismo de japonería, desconociendo que el gran comedor político de atún es Gómez, izquierdista madrileño.

Por tanto, otra diferencia irreconciliable y otro hecho diferencial es la sensibilidad del atún, que primero fue el toro bravo y ahora va a ser el atún rojo.

Y así, con estas maquinaciones políticas, se nos revela otro título imprescindible, conociendo como conocíamos “Jesucristo era marica”, la primera obra de Jair, el del tir al genoll de Sostres, y Barcelona se nos va dibujando en la imaginación como un territorio disolvente, infantilizado y absurdo configurado, sobre todo, por el desnortamiento cultural que va a ser, antes que el idioma, el gran problema de allí.

A Cataluña, antes que españolizarla, habría que catalanizarla de nuevo. Que redescubriera su mejor tradición, porque con el sushi capitalista, el cristo sarasa y la imitatio neoyorquina en gironí muy lejos no se puede llegar. Parece, y es bien triste, que de los novísimos se hubiera pasado a los tontísimos.

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