martes, 11 de septiembre de 2012



HACERSE UN IMPEACHMENT


Lo normal es que la masturbación traiga consigo algo de paz, pero en el caso de la señora Hormigos ha sucedido todo lo contrario. En su asunto, absolutamente irrelevante, se concentran sin embargo algunas sutilezas no resueltas: La intimidad, las lindes de lo privado y lo público, lo femenino, internet y su encanallamiento inevitable y, por qué no, los medios de comunicación, porque los mismos medios que en unas páginas escarbaban morbosamente en el sainete sicalíptico de Los Yébenes, en otras, muy dignos, arropaban a la pobre concejal, victimizada. Así, sobre el cómicamente llamado autoplacer de la señora Hormigos han ido recayendo autoplaceres sucesivos de políticos, periodistas y ciudadanos y la aparición en la pajarera de twitter y las tertulias de las dos numancias: la numancia cavernícola del escarnio y la numancia cursilona que corría a proteger a la señora. De este modo, se ha dado algo muy poco español y paradójico, que habiendo alguien extrañamente determinado a la dimisión o la renuncia, surgiera un movimiento contrario a ello. A la señora Hormigos, se vio pronto, no iban a dejarle renunciar, pero es que no iban a dejarle renunciar aun insistiendo ella y cuanto más querían ponerse del lado de la señora Hormigos, más le acrecentaban la escandalera. Sucede con estas polémicas inarticuladas que no se sabe al final qué se discute, porque el delito contra el honor y la intimidad están tipificados, la compatibilidad entre ser concejala y gozar es absoluta y existe un sistema cultural y político de libertades alrededor del clítoris. ¿Qué se discutía? Lo que se acaba generando es una sustancia imprecisa, un magma chismoso sobre alguien. Para nosotros ha sido como un diminuto ensayo de las causas abiertas contra políticos americanos que vemos en la tele. Así, hemos querido ensayar, como sociedad abierta y opinativa que somos, una salida intermedia entre el modelo norteamericano y lo que venía siendo habitual aquí, que era la opacidad. Porque repudiamos el puritanismo yanqui que escruta celosamente la vida privada, pero claro, eso es muy fácil cuando lo que se hace es vivir de espaldas a la posibilidad de que el político la tenga. Aquí es muy fácil pasar por alto las intimidades del político porque se desconocen. Es más, yo soy absolutamente incapaz de imaginarme a un político en éxtasis y estos días, cuando algunos se solidarizaban con la concejala, me sobresaltaba descubrir que pudieran tener un clímax no electoral. Dado que políticos va a seguir habiendo y que un día tonto con el móvil lo tiene cualquiera, habría que ir dejando claro qué  hacer ante el próximo vídeo. Nosotros, tan modernos, mirábamos con suficiencia a los EEUU, pero ahora podemos reconocer que destapada la privacidad de un cargo, no entrar en absoluto es complicado. Aunque no queramos, lo público y lo privado forman un continuo. O se mira para otro lado o se acaba siempre en una forma de impeachment. Propio o ajeno.


                                                                    (LAGACETA, 11-IX-2012)

No hay comentarios:

Publicar un comentario