miércoles, 20 de junio de 2012



UN RATO DE TELE. MYHYV: VÍCTOR, UN CHULETA CON FLOW

He visto un rato del trono de Ainhoa, ex de Toño. Este chico pretendía a Laura, ganadora de Gran Hermano. Parte de Laura ganó GH, luego se puso tetas y cabe decir que la parte ganadora de GH pasó a ser minoría en ella. Hay más Laura no concursante de GH que Laura ganadora de GH. Por eso, creo yo que ella se salió del ámbito Milá para buscar el amor en MYHYV, donde se fue a encaprichar (jate tú) de Toño, un guaperillas sin demasiado fuste que mientras trataba de reconquistar a su ex, Ainhoa, engañando a la chavala y (lo que es peor) a las guionistas del programa, que van siempre por ahí con sus carpetillas de estudiantes de BUP. Ainhoa, muy guapa y sencilla, acudió al programa para corroborar las recaídas sentimentales de Toño y gustó tanto que se quedó.
Toño estuvo un rato dando pena, haciendo un poco el papel de Fran menor, para luego desaparecer en la noche.
Ainhoa tiene un puntín choni, pero es discreta y educada. A mí, la verdad, no me termina de decir mucho porque me ha sucedido con ella lo que con el resto de las tronistas, que su falta de sustancia emotiva (que no intelectual) me las ha deserotizado, pero reconozco que el trono “lo lleva con dignidad”.
Ha tenido un gusto extraño para la elección de maromos pretendientes y al final parece que se está quedando con Erik, que mueve mucho los brazos y me pone nerviosísimo, y con Víctor, que lleva cuatro años entrando y saliendo del programa, arrastrando consigo la mayor fama de don juan y conquistador. Víctor enloqueció a Indhira y cuentan que es un embelesador decepcionante y marañónico.
Víctor entró, Ainhoa se prendó y luego él marchó a Miami. Desde allí enviaba videos caseros en los que lanzaba besos y promesas. De allí se trajo una maleta llena de camisetas de basket que ahora luce sin parar. Víctor era chuleta, meloso y algo farfulloso, hablaba siempre parpadeando pesadamente y con un tono que a mí me parecía amanerado. Había una escandalosa contradicción entre su éxito de asaltalechos y sus maneras tan suaves y sonrientes. Víctor, con acento madrileño y evidente madrileñismo, quería hablar como un cubano o, quizás, empezó a hablar como un cubano forzado por las circunstancias. Puediera ser que de tanto follar se acabara cubanizando. A algunos hombres les pasa: de tanto ser boy de las señoras en las discotecas se acaban latinizando y cubanizando y a Víctor parece que le ha pasado eso.
Y la genialidad de Víctor, donde Víctor demuestra ser una posible figura televisiva y rozar (sólo rozar) el status de un Rafa Mora es cuando decide resolver ese problema suyo. Se va a Miami, y allí, en la metrópoli latinorra, en la redoma de todas las latinidades, fragua un Víctor chuleta, vacilón, cachondo y rítmico por el sistema de comprarse muchas camisetas de basket que ya no se quitará y comenzar a andar y gesticular como un negrata.
Víctor vuelve de Miami y parece que vuelve de rodar en Baltimore unos The Wire. Se levanta a abrazar a Ainhoa, que (¡espaloña eterna!) “no se fía” y avanza disparando el antebrazo derecho, muy acompasadamente, con gesto de empezar a rapear y es porque a Víctor le ha salido flow, ha venido de EEUU con flow, aprovechando bien el viaje, que para él ha sido como un postgrado.
Él se cree LeBron.
Así, el seductor implacable pero blando, ha reconciliado su blandura y su cubanidad salsera e impuesta reconquistando una negritud de maneras que ya le da la chulería internacional para ir por el mundo y soltura ante cualquier mujer, ante cualquier plató.
Víctor tiene el relax total del saxofonista en la balada, del base en la cancha callejera.
Frente a él, más joven y manejable, Erik, que no pone nerviosa a Ainhoa. El dilema de Ainhoa evidencia la simplicidad de planteamiento: el galán indomable (aunque blando) y el tierno muchacho amancebable.
Erik gesticula muchísimo siempre, excesivamente, y cada vez más. Sube los hombros y junta las manos hacia sí, como en un palmeteo  y después suelta los brazos en una cascada de incapacidad expresiva. Víctor, por su parte, es cada vez más negro y su galantería azucarada evoluciona hacia una negritud de maneras, haciendo del amaneramiento un flow.
De Erik podemos esperar poca cosa; de Víctor se cacarean desplomes amatorios, enormes petardazos en la cama. Yo, que también soy hombre pirotécnico, apuesto por Víctor, que quizás sea un rompecorazones por no poder ser ninguna otra cosa.

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