miércoles, 8 de febrero de 2012


LA DEMOCRACIA DEL APARATO (Publicado en LAGACETA)



El clima, como si tuviera sentido de la Historia, hizo coincidir la ola de frío siberiano con el definitivo Congreso Socialista. Así, parecía que el airón gélido que siberizaba Europa iba a darle al PSOE reciedumbre programática, remembranza marxista y una solidez rusificada, pero lo que llegaban no eran imágenes de delegados con gorro ruso, ni rictus severos de obrerismo escarchado, sino unas decepcionantes imágenes de Zarrías colgado de un móvil. La democracia interna ha sido Zarrías tirando de tarifa plana y frío, dirían los delegados, frío es vivir lejos del presupuesto.

El PSOE, muy masculino, se ha agarrado a su aparato y siendo un partido a veces disolvente, dado al relativismo un poco desbaratador, ha respetado escrupulosamente su democracia de delegados y secretarios. El político respeta al aparato como a una madre, se trata de su última lealtad y la democracia interna es la excusa para aferrarse sopranescamente a la organización. En un siglo, de España sólo quedarán los aparatos partidistas y Jordi Hurtado. Revelador, también, que las palabras “unidad” y “disciplina” se griten solo a los delegados.



Antes del Congreso, Felipe había otorgado su apoyo a Rubalcaba en el clima tórrido y surreal de un invernadero, que viene a ser un hospital para plantas, haciendo pensar en el socialismo como en una orquídea pocha. Allí, en palabra freudiana de Rubalcaba, el felipismo se “pringó” con él -ese pringarse: un verdín de óxido en las biografía política-, y felipismo es Sevilla, la caló de Sevilla, la adelfa lírica del recuerdo de todas sus mayorías. Así, el congreso era la defensa del bastión felipista andalusí, califato senil, amenazado por las huestes rientes del zapaterismo, con la intriga de Griñán, que hacía de moro enredón y traidor.

Porque zapaterismo era Madina diciendo que ganaría el que más emocionase:

-A mí, con tal de que me hagan llorar…

Y Zapaterismo fue el discurso de Carme Chacón, que parecía María Patiño viéndoselas con Bárbara Rey. Con su voz robada a las ardillas, la Chacón culminaba su aprendizaje del flamenco iniciado en Olula del Río y el sábado rompía con un “Cómo me las maravillaría yo” desgañitado. ¿En su alargamiento extático de las vocales, en su sensualidad tonal, en sus crescendos casi místicos, cargados de promesas y sustantivos, no se percibía el orgasmo democrático del que habló Zerolo? ¿No fue su discurso del sábado el último orgasmo democrático del zapaterismo, el canto del cisne de un sistema de placer político?

Con la victoria final de Rubalcaba, Doña Carme se queda a las puertas, y el PSOE se quintaesencia en su felipismo. Más que una renovación, ha sido una retroversión del aparato al punto de hace ocho años, como si –ellos también- ZP no hubiera existido.

Queda la duda de saber si Chacón, que es la Venus con dientes de nutria renacida de las aguas muertas del zapaterismo, será integrada, si se silenciará su voz inolvidable o si será un río soterrado, que aparezca cuando todo haya cambiado un poco. Todo, excepto el aparato.

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