HACERSE
UN IMPEACHMENT
Lo
normal es que la masturbación traiga consigo algo de paz, pero en el caso de la
señora Hormigos ha sucedido todo lo contrario. En su asunto, absolutamente
irrelevante, se concentran sin embargo algunas sutilezas no resueltas: La
intimidad, las lindes de lo privado y lo público, lo femenino, internet y su
encanallamiento inevitable y, por qué no, los medios de comunicación, porque
los mismos medios que en unas páginas escarbaban morbosamente en el sainete
sicalíptico de Los Yébenes, en otras, muy dignos, arropaban a la pobre
concejal, victimizada. Así, sobre el cómicamente llamado autoplacer de la
señora Hormigos han ido recayendo autoplaceres sucesivos de políticos,
periodistas y ciudadanos y la aparición en la pajarera de twitter y las
tertulias de las dos numancias: la numancia cavernícola del escarnio y la
numancia cursilona que corría a proteger a la señora. De este modo, se ha dado
algo muy poco español y paradójico, que habiendo alguien extrañamente
determinado a la dimisión o la renuncia, surgiera un movimiento contrario a
ello. A la señora Hormigos, se vio pronto, no iban a dejarle renunciar, pero es
que no iban a dejarle renunciar aun insistiendo ella y cuanto más querían
ponerse del lado de la señora Hormigos, más le acrecentaban la escandalera.
Sucede con estas polémicas inarticuladas que no se sabe al final qué se
discute, porque el delito contra el honor y la intimidad están tipificados, la
compatibilidad entre ser concejala y gozar es absoluta y existe un sistema
cultural y político de libertades alrededor del clítoris. ¿Qué se discutía? Lo
que se acaba generando es una sustancia imprecisa, un magma chismoso sobre
alguien. Para nosotros ha sido como
un diminuto ensayo de las causas abiertas contra políticos americanos que vemos
en la tele. Así, hemos querido ensayar, como sociedad abierta y opinativa que
somos, una salida intermedia entre el modelo norteamericano y lo que venía
siendo habitual aquí, que era la opacidad. Porque repudiamos el puritanismo
yanqui que escruta celosamente la vida privada, pero claro, eso es muy fácil
cuando lo que se hace es vivir de espaldas a la posibilidad de que el político
la tenga. Aquí es muy fácil pasar por alto las intimidades del político porque
se desconocen. Es más, yo soy absolutamente incapaz de imaginarme a un político
en éxtasis y estos días, cuando algunos se solidarizaban con la concejala, me
sobresaltaba descubrir que pudieran tener un clímax no electoral. Dado
que políticos va a seguir habiendo y que un día tonto con el móvil lo tiene
cualquiera, habría que ir dejando claro qué
hacer ante el próximo vídeo. Nosotros, tan modernos, mirábamos con
suficiencia a los EEUU, pero ahora podemos reconocer que destapada la
privacidad de un cargo, no entrar en absoluto es complicado. Aunque no
queramos, lo público y lo privado forman un continuo. O se mira para otro lado
o se acaba siempre en una forma de impeachment. Propio o ajeno.
(LAGACETA, 11-IX-2012)
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