martes, 29 de noviembre de 2011




TOTUS NOOS


La crónica regia habla siempre de la dificultad de ser Borbón, pero lo difícil es ser consorte. Ser nuera o ser cuñado en el patio de vecinos de España. Urdangarín fue la salida no castiza que eligió la Infanta Cristina, un príncipe eusquérico que al principio nos acomplejaba un poco por la vocálica opulencia de su apellido, que luego nos empezaría a sonar taimado y oriental. Doña Cristina se enamoró terneramente e Iñaki, quizás en silenciosa y natural competición de cuñados, daba descendencia rubia a los Borbones mientras Marichalar enamoraba a los heterodoxos. De Urdangarín no hablaba nadie, salvo Pilar Eyre en sus crónicas egipcias que son un flash breve del fotocol discreto de lo barcelonés.


Pero Iñaki, no nos lo neguemos, no queramos ser más tontos de lo que ya somos, no fue jamás yerno de España, Iñaki fue el maromo articulado de doña Cristina, con el que hacía de rabiar a su hermana, la del mohín congelado en el rostro. Urdangarín, por de pronto, jugaba al balonmano, que es un deporte ambiguo y sospechoso, porque prohibe el estímulo atávico de la patada y el aéreo y elevador del baloncesto, que va como de arrancar lunas. Tan raro es el balonmano que siendo deporte de equipo aún no sabemos bien si es masculino o femenino. Es un deporte, digamos, indefinido. Urdangarín jugaba al balonmano y entre zurriagazo y zurriagzao maquinaba y ya era un rubio encanecido, como si a la idealidad apolínea le salieran asomos de cavilaciones excesivas o de envejecimientos inexplicables.



Tras colgar la muñequera, Urdangarín siguió en la cosa del deporte, en el olimpismo, que ahora mismo es como meterse en una masonería. Tras la dieta del deportista, la dieta a justificar del olimpismo, en el montecarlo de los federativos. Fundó una empresa, Noos, que -todo ello según la prensa- se habría dedicado a la falsificación de facturas, entre otros menesteres de la consultoría, como adaptando el totus tuus papal al legítimo prurito del conseguidor: totus noos. Este tinglado se ve que también falsificaba actas de organismos públicos que concedían la organización de fantasmales eventos deportivos, porque el deporte es como la bomba de humo del manilargo moderno.


Y piensa uno que más que la supuesta traición a lo Borbón, o al Barón de Coubertin, que ya se debe haber retorcido en su tumba más que un concursante del viejo tocata, lo que duele en lo de Urdanga es el manipuleo de la factura, que no es de primeras algo en que nos imginemos a alguien en palacio, pero es que la factura, don Iñaki, es cosa sería. La factura es lo único que le queda al español, es aquello a lo que se agarra, porque ahora no hay dinero, sólo tenemos facturas. Apretón entre manos, pacto civil, literatura realista y menestral, la factura ahora tiene resonancia milagrosa de billete de lotería y el español les reza y las observa como estampitas porque ¡ay lo que valdrán esas facturas cuando la Merkel afloje la mosca! Las facturas son lo que recibimos por correo cuando se acaban las cartas de amor y las reconocemos con grandeza adulta: hecho está, bienvenida sea la factura, con su geometría sencilla y su ordenada numeración. Las hojas del mundo moderno son las facturas, el diario del hombre corriente y no está bien lo de falsificarlo, es una pequeña canallada, la verdad.  



Vamos por la vida aceptando facturas con serenidad, si acaso con algún suspiro, como desengaños y las emitimos con justicia y con los labios apretados.


Habrán falsificado las facturas, pero consolémonos pensando que no tendrán su presentimiento, el papel de pétalo de los albaranes, esa cosa arábiga, volandera, casi traslúcida, que es como el manuscrito del poeta facturero en trance, con su garabato a lápiz.


Canallada suma al fontanero, escarnio de la pyme, cualquier cosa nos valiera, Urdanga, en este instante, menos faltarle el respeto a la factura, venirnos con la fantasia sin cuento de la factura inventada.


Todo esto dicho, claro, con la salvedad algo injusta, gacetera y prejuiciosa de lo presunto.

domingo, 27 de noviembre de 2011


EL REY AHUMADO



Aparece el rey con sus gafas de sol, como en otro tardofranquismo de flebitis, y aunque mi admirado Gistau haya recordado a José Feliciano, la mirada ahumada y riente del monarca me recuerda más bien a los Blues Brothers, con las definitivas gafas del CQC. Se suceden los accidentes caseros del rey, tantos que si fuera reina pensariamos que le sacude el consorte y sólo le falta al Borbón fracturarse el protocolo.


Si la principal función de la monarquía es el pudor, la razón de ser del monárquico, añeja ya la chifladura legitimista, es la prudencia. En un horizonte de plastilina adminitrativa y de plástica de la soberanía, España es una familia, una tertulia y una ruina. Todo lo que no sea el mantenimiento borbón es un aventurismo. La representatividad la tiene el Parlamento, el dinero lo tiene el BCE, pero todo lo demás lo reúne el perfil de moneda del monarca y su sucesión de tiara tendinosa y farfullar sensato. Su poder de galvanización sentimental ha sido una inversión del setenta y ocho, como una enorme infraestructura inmaterial hacia un futuro más tranquilo. 


Piensa uno que falta España para sostener una Familia Real, que falta misterio de palacio, corte y milagros. Quizá falte Madrid y secreto, y de la misma forma que a la alta cocina le vienen faltando ejecutivos, a la monarquía le falle la nobleza y le fallen los súbditos. ¿Qué familia real se merece el español? 'Yo soy juancarlista, pero a qué santo una familia con todo pagado', te dicen. 

La materia real aún es cosa de periodistas que tienen leída la constitución y que por ello tienen en cuenta su rol institucional, pero qué será cuando Peñafiel abdique gagá su putitrono. La grimaldización, dice Gistau, y dice bien: la inversión de lo real con mayúsculas: la precisión terrenal de las pasiones, con su minuciosa descripción a ras de cama. La monarquía es una ejemplaridad, pero también exige una distancia que tenemos que saberle dar.  








viernes, 25 de noviembre de 2011

PARO JOVEN

Sólo algunas colonias francesas, los exóticos paraisos de la francofoní, tienen tasas de desempleo superiores a las de algunas regiones españolas. El desempleo joven es, sencillamente, incomparable al de cualquier lugar del mundo de temperaturas no extremas. Sólo en los polos, en determinados desiertos y en ciertos lugares del África negra el paro joven es mayor, pero se mueren antes, con lo que la juventud es relativa. El paro español es una aberración antropológica.

En España es tan raro encontrarse a jóvenes trabajando que cuando coinciden dos en un ámbito profesional surge una extrañeza. Uno se piensa que está en un pub. Si dos jóvenes coinciden en una transacción comercial y se tratan parece que están fingiendo. Parecen actores, los de Al salir de clase cuando dejaron el Insti. Brota de ellos una sensación de contemporaneidad más fuerte que nunca, que se superpone al trato profesional. Parecen estar jugando un juego ajeno, y están a solo un paso de la hilaridad: de decirse, tío, vamos a dejarnos de formalidades, nos conocemos demasiado bien, somos los del anuncio de cerveza, colegas y tal. Del usted ni hablar, el usted es un fetichismo, como ser aficionado a los guantes de raso o a los coches de época.

Dos jóvenes trabajando son dos intrusos en un mundo raro. Tal es el paro de las mocedades que alguien en Europa (Europa sigue siendo una instancia, una alteridad, no nos ha penetrado del todo)ha dicho que los jóvenes deberían estar preguntándose la razón. Por qué, que diría Mourinho, en algo que se le ha criticado pero que no deja de ser el principiar de todo pensamiento fértil.
Para la izquierda y muy pronto también para la derecha, la juventud fue un idolillo.
Todo empezó con la divinización izquierdista de la juventud y con el reclamo electoral de su voto. El joven ha sido la estrella decisoria y el modelo de actitud y parece que "la sociedá", como diría uno de ellos, ha querido congelarlos en ese eterno estado de promesa, vindicación y belleza. España se ha especializado en producir jóvenes, en colocarles un paréntesis de décadas para que se preparasen, y perpetuasen ritos inciáticos y aquilatara nsu curriculum, como una inútil carta de hidalguía. En lugar de hijos y desengaños el joven tiene másters o cursos de reciclaje laboral, que son el pariente pobre, menestral y barrial, del máster. Esos cursillos, la reinserción del joven reo en la casa de los padres.


Pasa que de toda la idolatría juvenil queda una triste caricatura: una generación soñando con poder montarse en la queli una estanteria billy del ikea. El setenteo ha quedado en eso y la juventud eternizada se ha ido quedando en casa y hasta ha rebajado el patriarcado porque el padre ha tenido que acostumbrarse a que al final acabara habiendo varios hombres en su casa, porque cumplidos los veinticinco, se necesita también la hegemonía del sofá, del mando y las pantuflas. Los hogares españoles han democratizado sus usos para que el joven hombre o la joven mujer (la jóvena, ¡cuando la juventud se esdrujulizó!) pudiera tener su espacio. La familia, así, ha sido célula fundamental pero cambiante, transformada y se ha debido adaptar y el machismo se ha ido reduciendo a base de pluralizar, que diría un político provincial, la decisión familiar.

Esta fascinación de España con los muchachos le ha salido cara, pero al menos ha democratizado los hogares. El mando rueda de mano en mano y unos y otros, resignados, se van turnando en el zapping.

El parado es un joven varado. Un joven atrapado. El parado tiene algo fáustico, como forzado dorian gray. El parado es joven cronificado, sin la fugacidad hiriente de lo joven y ya hay un cansancio de juventud, un exceso español de informalidad.


El caso es que España, como sistema socioeconómico, ha resultado un perpetuador de juventudes y quizá todo se debiera a ese culto inexplicable hacia lo joven, que no era un culto a la belleza, sino un culto a su estado transitorio, moldeable, impugnador, a la regurgitación esa como medio revolucionaria que se tiene a los diecinueve años. Los políticos cogieron del joven, fascinados, su promesa de cambio, le quitaron el lenguaje y la pulsión de la modificación y, vampíricos, se la quedaron para si, dejando a generaciones enteras, como filas de ejércitos sucesivos, sin ese ímpetu, sin ese empuje, convertidos en jóvenes profesionales instituidos, cansados. Usted, le decían los políticos, sea joven, honre su condición de joven, decida como tal, vote joven, piense joven, pero ¡si cuando uno es joven se siente viejo, si uno empieza a sentirse joven y a reivindicar la juventud con las primeras canas! ¿No es a ser adulto a lo primero que se juega?

El político vampirizó al joven y actuó para que éste, fascinado, le votara y comenzando así se llegó a un país en el que ya no habría más que jóvenes, millones de individuos que ingresarían, de hacelro alguna vez, en el resignado y delimitado mundo de la madurez (al que sólo se entra con el hierro candente del trabajo y su mugido estertóreo de dolor) a los treinta y cinco años o a los cuarenta, justo cuando el alma ya empieza a vislumbrar el otoño de las cosas.

martes, 22 de noviembre de 2011

EL OTRO BESO



Cómo que dónde estaba ZP la noche electoral. Yo le vi, le vi en el morreo de los dos homosexuales que se colaron en la retransmisión de AlJazeera. Hablaba un locutor la murga del escrutinio para los árabes de las tertulias, que también los habrá, con el retablo clásico de los jóvenes peperos de fondo y sus inconfundibles ropas de abrigo (la derechona es un airón helado que baja de Navacerrada a los palacios), con ese aire de ocupación expectante, de balanceo del peso en una pierna, luego en otra, cubata en mano, que tienen las noches de celebración. Y ahí, ante esa España eterna que se retrasmitía al mundo, se coló una pareja de amigos que pasaron de amigos a amantes en un instante -la semilla siempre revolucionaria de lo gay-. Uno dirigía, porque en estas cosas siempre hay uno que dirige, y vigilaba el plano, primero, y se enroscaba al amigo después y así comenzaba el filetazo intenso. Que no se diga de un español, que esos muchachos le pusieron amor al beso, sentimiento al beso.

El eros chií vive una contradicción, un amor oscuro y una vida atropellada bajo las túnicas y las chilabas. El sexo con túnicas debe de ser muy aparatoso, la verdad ¿Invocaban los jóvenes el morbo moro y goytisolo? ¿El Tanger idílico sin la pudibundez? ¿Un beso-un dátil, darse el lote en el oasis, bajo una palmera despeinada, ante la mirada siempre tolerante del camello? ¿O eran agentes postreros del amor zerolo, ése que malentendido por unos y otros, estaba llamado a ser una gran pansexualidad que llevase al morbo el amor al prójimo de las iglesias?  ¿Querían los muchachos liberar el morbo chiíta, abrir la sharía al eros invertido?

EL naciente ZP tenía, casi sin saberlo, con la involuntaria genialidad de los mendrugos, el afán interrogatorio y el universalismo pop de su alianza. ¿No habría que haberla llevado a cumplimiento pleno exigiendo la ratificación de la cláusula zerola por el 'otro', moro? El organismo espectral de la Alianza, con su diplomacia líquida, debería haber extendido las doctrinas de zerolo.

Y esos muchachos, entre la broma y la provocación, lo que hicieron fue dar a su beso calidad de testimonio, de beso de cartier, de beso bélico el día de la ocupación sensata. Hay un revolucionarismo low-cost, hecho en casa, una revolución al mes, de rápido consumo que uno se puede organizar con solo un poco de tecnología. Como la muchacha del pubis realista (hay que ver lo que se parece un coño egipcio a uno de Albacete...), estos dos cachondos lanzaban al mundo veterotestamentario y carca de lo mahometano, la evidencia de las formas, la saliva y la piel.

Herederos de stonewall, postreros diplomáticos de ZP, mejores que el mismo zapaterismo. Quiero pensar, por no dar por perdida dos legislaturas, que en ellos estaba lo que habrá de quedar de ZP: la visibilización (palabro) del beso gay, que en Irán será beso bigotudo hasta que sucesivas revoluciones lleven allí la metrosexualidad; el comerse la boca por principio, que era el verdadero talante. Aperturismo de dos que querían abrirles a los árabes el capullo carmesí (Oh, Gala) de otra primavera, mientras los jóvenes azules se contaban chistes verdes sobre la prima de riesgo, en la noche del beso sereno y celoso de Viri y Mariano.

lunes, 21 de noviembre de 2011




EL RETRATO ECUESTRE DE MOU



El fin de semana nos ha dejado el triunfo en los balcones del PP, con su disco-móvil en la que los liberales se arrimaban a chavalas rubias, hartas por una noche del código penal, y el beso de Rajoy, al que sólo habiamos visto dar los besos de breznev de la contrapropaganda maliciosa. Besó a Vivi con timidez, como si la estuviera presentando en casa. Sustituir a Berlusconi por gente así es lo que se lleva. No es de extrañar que la fuerza icónica la tuviera el gesto de Mou al celebrar un gol en Mestalla, estadio que ha resistido a la demolición, que ha alargado su vida de coliseo, sólo para poder recibirle y que fuese allí donde se estrenara de blanco. Los del Valencia eso no lo saben, como no saben que una ampliación de ese estadio se pudo hacer gracias a las buenas gestiones que con un banco madrileño realizara Bernabéu, amigo del presidente ché de entonces. Sin embargo, el Valencia, cuando juega contra el Madrid, recuerda al señor Lizondo, regionalista valenciano que se plantó en las Cortes con cara de cabreo y una naranja y Albelda, que como ha visto Ruiz Quintano, es un chulángano de bou al carrer, sale a hacer sus numeritos de tosco Busquets. La gente de provincias paga con el Madrid la pequeñez personal que nos provoca a veces pasear la Gran Vía. Madrid nos hace sentir súbditos y claro, algunos no lo resisten y luego llegan los de blanco y como Darth Vaders le sacan el laser.

Marcó Ronaldo un gol portentoso y, doncellil, se permitió un desmayo y Mourinho, hiriente, se fue dando saltitos hasta Callejón, al que montó sin ensillarlo antes. Esto ha provocado mucho alboroto. Un entrenador puede correr la banda o rasgarse la camisa, pero lo del caballito ha sido un escarnio. En Valencia se sienten menospreciados, en Madrid los tertulianos del fútbol avivan soplando como tuberculosos el triste ascua de la polémica y en Barcelona reprenden a Mou, por su enésima prepotencia. Y Landero, hombre de bien, entiende que la ambición de Mou mancha la imagen del club, pero… ¿alguien le ha preguntado a Callejón? Probablemente sea Diego Torres, el extraordinario fabulador argentino, el que desvele que Mourinho se pasea por Valdebebas subido en Callejón, como un faraón déspota lanzando bebidas energéticas.


¿Hubiera aguantado Pedro León a Mourinho sobre su grupa? Difícilmente. El espíritu de grupo, según lo entiende Mou, es eso: que un jugador admita que en cualquier momento su entrenador se le pueda subir encima y sepa, obediente, aguantar el tipo. Callejón no se espera a Mourinho, lo nota encima y tras una primera vacilación, en la que a Callejón, sobre el futbolista disciplinado, le sale el hombre que no admite fácilmente que otro varón se le encarame, tras ese primer momento de natural dubitación, empieza a sonreir, asume la circunstancia, y admite el encabalgamieno. Entonces, el chico flexiona las rodillas y asume su sobrevenida condición equina con estoicismo de hombre de equipo. Callejón se hace caballito, y en su resignación pony sonríe, y si Mouriho hubiera querido, hubiera galopado con el portugués encima hasta el centro de Valencia, que está ahí al lado, para tomar las Cortes valencianas como un Espartero.

Caballos sin espuelas, eso son los chicos de Mou, y entrenar una doma. Ay, Canales, hermoso corcel que coceaba demasiado o Pedro León, con su crin ondeada de caballo persa. EL fútbol no es un tikitaka filosófico y seminarista, sino una equitación o un zafarrancho se séptimo de caballería. Diego Torres podrá decir ahora que Mou es un Atila montado en un caballo con flequillo, pero Mestalla, por muchos berrinches que se coja Albelda, matón de traca, será ya siempre, en su otra alma madridista y manchega, el estadio en el que Mou dejó su retrato ecuestre: un general colérico cerrando el puño sobre un caballo obediente y canterano. Pido, como madridista valenciano, que ese retrato, en noble bronce, reciba a los madridistas en Chamartín, como el de Shankly flanquea la entrada en Anfield.

* (por inspiración del nick kojirohyuga1 completo una versión alternativa de esa estatua ecuestre de Mou: Mou a lomos de un Callejón sonriente, con el dedo índice extendido apuntando futuribles pitos vilanovas, como si vilanova fuera ya para siempre el territorio conquistable de la imaginación)

domingo, 20 de noviembre de 2011


MIMITOS


Abro el periódico y vuelve Rubalcaba con la Fouché consorte. Y su imagen de homúnculo forgiano ya no es circunstancial. Cada vez que Rubalcaba es fotografiado con una mujer se nos hace blasillo. A mí me empieza a recordar al Dioni, con su sonrisa pícara. Rubalcaba se gana el ascenso al olimpo pícaro y el perdón. 

La campaña del PSOE ha servido para la humanización del pérfido Rubalcaba. Se le ha visto junto a Elena Valenciano, como a dos amigos separados que vuelven a salir de noche y Valenciano parecía enseñar sus fotos a las amigas divorciadas como queriendo recolocarlo, más que ganar unas elecciones. Nos ha ido sacando imágenes del álbum familiar de Rubalcaba, que aparecía en ellas incrustado, como una cabeza ajena en la foto de cartón del forzudo: Rubalcaba atleta -ahora que parece el señor Burns-, Rubalcaba mozalbete, en el colegio de todos los políticos, con el incomparable compañero de pupitre que también hizo carrera; O Rubalcaba adolescente, con melena inimaginable.

La campaña ha sido que Rubalcaba nos enseñase su melena, su pelambrera. ¿No es ese un gran acto de intimidad, como una nueva confesión de su calvicie? Rubalcaba ha sido siempre un calvo honroso, pero al final, además, ¡nos ha vuelto a recordar su calvorota trayendo las fotos de cuando los beatles! Qué diferencia con Bono, que ha pasado de calvo a flequilloso, posando con una chupa Belstaff, de motero remoto y pijo. Bono, traidor a su calva y a la pana, ya se sitúa en la nueva tesitura democrática y lo próximo será el automatismo del gesto fino de Aznar de recogerse el flequillo. Comparado con eso, recordar la hiriente pelambrera adolescente de Rubalcaba es un gesto de enorme valor viril.


El punto culmimante de la rehumanización rubalcabita han sido los mimitos de Chacón, esa voz agónica que ha sido el empacho, la solemnidad dulzona del régimen que expira. La voz de Carme es el reverso sensual, edulcorado y riente, vivo, femenino, del tono solemne y la retórica sentimental de ZP. Esos mimitos bochornosos tienen algo de canto del cisne, de último grito de la prima donna sociata.

Mimitos, mimitos guturales, para un Rubalcaba infantilizado y calvo, protegido y feliz entre tanta tía.



sábado, 19 de noviembre de 2011



EL VIEJO BALNEARIO




Ramoneda ha advertido: "La derecha tiene un historial muy bestia en este país". Algo sabe, Ramoneda, que se ha tirado años haciendo El Bestiario para la cadena ser. Los bestiarios es lo que escribe la gente cuando se indigna y se cansa del hombre. La ciencia, que deja a las humanidades siempre outré, ha explicado que los animales tienen comportamiento democráticos. Conociamos el rebaño, el gregarismo animal, pero no su componente de consenso, por el que los antílopes se comportan como diputados constituyentes. Así las cosas, la tradición bestial derechista de la que habla Ramoneda sería -pese a Cascos- sólo una tradición de consenso y democratismo.

Los pelmas de UPyD y los cínicos de la red se ríen y hablan del PPSOE, pero no saben que ya hubo un Partido Social Popular, que fue germen de todo el corporativismo con el que acabó la tecnocracia. Ahora, precisamente, que Monti organiza un gobierno con cálculo diferencial, homenajeamos nosotros al último tecnócrata de aquí, Chimo Bayo, que vestido de soldador futurista se adelantó a la Macarena con un trabalenguas que formulaba la poética del hedonismo pobre de las discotecas. Hemos exportado al mundo dos estribillos intraducibles.

El Estado del Bienestar ha sido un corporativismo liberal, pactista y meapilas, y cada vez que un chino o un negro se ha puesto a fabricar algo, cada vez que el mundo se ha agrandado, Europa ha visto temblar sus bases civilizatorias. A Europa le tocará repensarse, pero no con el elitismo romántico y discursivo de hace unas décadas, sino con urgencia y desesperación -el europeísmo será arrimarse-: "Europa es la solución", ha dicho un Zapatero que zozobra sobre las dinámicas tectónicas de la soberanía, las mismas que nos hacen ver su Estatut como una vieja ordenanza municipal. El Estado liberal europeo es una delicadeza de los viejos tiempos, un anciano elegante y ponderado, sin aparente lugar en el mundo. Como Marcello Mastroianni en Ojos Negros, dulce, melancólico y formal en un balneario que hay que preservar a toda costa. Inmensa belleza civilizatoria de los mármoles blancos, de los silencios memoriosos frente al Mediterráneo.





OTRO DELUXE CON BARBRA




Pudiera ser que la nueva mayoría entendiese que la tele-realidad es una de las manifestaciones de la degradación moral de España, dicho así, con toda su rimbonbancia, y decidiese eliminarla. Creo que hoy, en vistas de ello, y por solidaridad con alguien del que otros dirían estar en Las Antípodas, que es una cosa horrible que dice la gente de si misma: estoy en las antipodas -por contra, por qué no decimos nunca: estoy en el caribe de ti, en las antillas de ti-, bien, pese a mi antipodez respecto a Jordi Glez, que pese a todo es Glez y seguirá siendo Glez toda su vida, yo hoy voy a ver el pograma y hasta mandaré algún sms para que conste que participo. Lo que diga en el sms igual también me lo censuran, con lo que a lo mejor me tengo que montar la esradio de mí mismo en mi salón.

La eliminación inducida de la mal llamada telebasura será la primera censura de la nueva mayoría. 

Anoche estuvo Barbra Rey en el deluxe. Nadie se sienta mejor en ese putitrono y actualmente, hasta que la Pantoja quiera, es la reina indiscutible del plató. Lloró hace unos meses las penas de amor por Simon, un inglés sórdido -parecía de mafia rusa- que la chuleaba un poco y anoche quiso desmentir, sin mucho éxito, su affaire con Tejado, uno que tendrá cinuenta tacos y le seguirán llamando pimpollo o pimpín.

Y no tuvo mucho éxito porque sacaron algunas imágenes de una farra del Rocío en la que coincidieron con la tía del chaval, que tenía una pinta de salido de american pie que no podía con ella, dejando caer bromas y codazos jocosos al respecto. Además, Barbra tuvo un lapsus rubalcabiano: hablando sobre qué Tejado era más atractivo, si el lampiño o el barbudo, ella le dijo a Jorgeja: 'Quédatelo, te lo regalo, ahora que no tengo nada con él'. Tras eso, vaciló un segundo. Ya era tarde, a mí, que soy un cronista con el cazamariposas del chisme siempre presto, ya me quedaba claro.

Luego lo trató de arreglar y dijo muy seria que a ella le gustaban los tíos hechos, no los niñatos, y tuvo un momento de mimetización venenita cuando le recordó al tenorio su obligación de pasar la manutención a la hija de Chayo. En en ese momento, la pantalla se dividió en dos divinidades rubias, Rosa Benito arqueaba un milímetro, un milímetro justo una ceja, en gesto único que ella heredó de Rocío Jurado y Barbra, como exorcizada, calcaba el acento y la entonación venenita. Fue un momento muy paranormal, de posesión.

Lo cierto es que el romance Tejado-Bárbara Rey se parece al de Fran Rivera con Lolita. Algo tienen las marismas del rocío que  hacen posible cualquier romance. Es como la gran ruleta del amor español. ¿Por qué va la gente a Ibiza o a Conil, si el amor surrealista está allí?

Anoche fue un espectáculo de televisión en directo, una cosa que los moralistas nos quitarán. Adoro cuando Bárbara utiliza el adjetivo bárbaro, y cómo se compunge con la boca, como Venenito lo hace con la ceja, frunciendo sus labios carnosos antes de llorar. El cronismo cordial es ahora mismo la relación de grandes sagas matriarcales: el pantojismo, el venenismo, Barbra y lo suyo, María del Monte y su sobrino, Mila, el fantasma de Encarna... Señoras que tienen sus más y sus menos desde finales de los setenta y que tienen su estela, su prole y su cruz, su bata de cola de secretos. Faltan la Jurado y Carmina, pero en cierto modo siguen estando. Y si no, se llama a Anne Germain.


Barbra reconoció otro affaire, esta vez con Chelo García Cortés, amiga y lesbiana. 'Yo vi que no era mi camino', dijo, y se fundieron en un abrazo cargado de electricidades. Luego llegó Misofi, esta vez de camionera, con una soltura entertainer muy grande y se montó el gineceo bollo. Kiko Matamoro, hetero dominante, miraba todo y, minorizado, no decía ni mú.


Bárbara parece la Transición hecha mujer. Nos cuenta ahora las cosas que pasaban por debajo del relato oficial, con letra de copla, cubata en la boite, persecuciones de radiofonistas en el Paralelo y parece que es otra memoria histórica, una revelación de realidades ahora que todo eso ya parece clausurado. ¿Es casualidad que ahora ese tiempo no dé miedo y se pueda contar todo? A nivel de biografía, todo ha prescrito.  Socialmente, también. La transición está enterrada, ya se puede contar todo su puterío.

Pedro Ampudia dijo felizmente que lo de anoche significaba que el Rey se había comido las babas de Chelo. Sí, y significa aún más: que por la propiedad transitiva del besar, el rey se comió las babas de Parada, que era el marido que llevó a Chelo al lesbianismo. Considerando que lo contado anoche sucedió en el año 78, ¿qué cosas pueden retratan mejor determinados desmoronamientos? La España de Zapatero descojonándose de las intrahistorias de la Transición, que ya suenan a pleistoceno, revistas de variedades y trajes de alpaca.

Otra cosa que sucedió anoche, muy rara, fue ver aparecer a Rivera, el político de Ciutadans, haciendo de azafato de Mercedes Milá (¡sometido al PSC después de tanto dar la matraca!). Tras su debut televisivo, yo a Rivera le he visto hechuras de nuevo Jaime Bores. Ún nuevo Jaime Bores para las jubiladas de España, que ya lo tendrán todo si Rajoy les garantiza la pensión.

viernes, 18 de noviembre de 2011

FERCHU


Llego al sofá, donde se olvida la semana y pongo el estudio sentimental de MYHYV. Está ferchu, chuleta de Rivas, el tipo de tío al que en el insti las chavalas pedían rollo y nosotros pedíamos amistad. Al que imitábamos los andares y el mirar. Mirada entornada y drogadicta, ojos verdes de rara tranquilidad vacuna, tatús, flema (las dos mejores flemas del mundo son laa británica y la madrileña); las vuelve locas ferchu y a nosotros mal no nos cae, aunque se haya dejado flequillo de marica de rimini. Tiene calle, más que discoteca.

Tronista memorable, muere donde pisan las morenas treintañeras, pero no es insensible a la ternura de los veinte años. Las caderas de Mamen, esa Sofia Loren de barrio, fueron su debilidad primera. La dulzura le tienta, la reconoce, pero le pierde la mirada graduada de la morena. A Ferchu le han partido el corazón, pero quiere más.


Lleva meses ya, está pasando la crisis en telecinco, y por su trono siguen procesionando chavalas que le ven el buen fondo. Entran cayéndose de unos tacones de beyoncé, complementadas como árboles de navidad, y acaban todas con la biografía abierta, como dando microdeluxes: exnovios cabronazos, puterío inmigrante, porno, torbe turbio, maternidades adolescentes, papás con tumor, mamás bingueras… El drama oculto de las camareras, the dark side of the moon.


Pasan las titis por docenas y ferchu las besa. Las besa solamente. Y ellas se enfadan tras haberle besado: “No nos tiene respeto ferchu”, pero es que Ferchu se aproxima a la realidad con el beso, ¡cómo si no! 'Las tengo que besar', se defiende, y luego dice: 'que luchen por mí', porque el tronismo es una carta blanca y descompone el amor en seductor y seducido. El seductor tiene unas prerrogativas y sentirse tronista es eso: tener la legitimidad del beso e ir por la vida subido en ese escaloncito que es suficiente para mirarla como un Santoni.


El beso como modalidad aproximativa, como conocimiento del otro. ¡Si es que habría que darse el filete como norma! 'Yo conozco besando', dice.

El beso nos hace adolescentes, ¡y qué somos sin esa enredadera del beso! Hay tres tipos de adulto: el que eterniza al niño, el que eterniza al adolescente y los pobres a los que no les ha sobrevivido ni el uno ni el otro, dignos de lástima. No se puede erradicar de la vida la primera aproximación del morreo. Esa dubitación cabeceante de empezar es el movimiento más instintivo que tenemos. Ferchu lo sabe y se deja llevar y se irá solo del trono, pero habrá besado a todas, sin la necesidad grosera de llevarlas a la cama. Basta con el beso, con el abandono muscular que en la mujer provoca. Besada, con su cintura en nuestras manos, ya lo sabemos todo. El resto es vicio.


Yo te conozco, Ferchu, burlador del beso. Desflorador de ósculos,  adicto a la sustancia que liberan las mujeres en la primera saliva, esa acidez que nos corroe. Lo que mata todos las bacterias. Eternizador con los ojos cerrados del segundo crucial de la apertura hembra, ¡que no es genital, que es labial! Saboreador, catador de las infinitas maderas, de los miles de taninos femeninos.

Ferchu besa, inmune ya a las mononucleosis, y cuando le piden palabras o explicaciones mira desafiante y pícaro y dice 'yo hablaré en las citas'. Y claro, habla su lenguaje mudo. Hay individuos que han nacido para besar, que besan desesperadamente, como ciegos que no tienen otro braille que los labios, que buscan en ellos el texto y la luz.


En MYHYV se debaten los besos y sus matizaciones: el beso del guarreo, el beso afectivo, el beso sensitivo; o la cobra, que es el beso negado en escorzo melenudo, alto erotismo de la resistencia. ¿Dónde encuentro yo un programa donde adultos debatan el beso? ¡qué coño me importara a mí el caso urdangarín!


Ferchu lo tiene claro: 'Quiero a una mujer con la que mi madre pueda hablar'. Al final, una gran formulación de la pareja: alguien que acepte los modismos familiares, el dialecto doméstico. Y acabará con una morena española de doble filo, sencilla pero peligrosa, ambigua y fatal, la Talía morena de nuestras perdiciones, que le buscará la ruina con su consentimiento.










LOS PELMAS



Leo asombrado que señores con pelitos hablan de desencanto electoral. El desencanto es una pasión de gilipuertas, porque estarlo presupone un previo encantamiento con el cacareo partidista y la mística de la urna y el interventor. Pero hombre, si votar es como sacarse el DNI o pagar la contribución, nada más. Es tan sospechoso y tan insufrible el patetismo del que va a votar cual Anna Magnani o James Dean, irrumpiendo en el colegio como fuera de si, como el entusiasmo del que vota metiendo un estocazo a la urna, con la familia trapp del bracete y cara de regocijo ciudadano. Uno los ve en el domingo electoral y se siente anarca y hasta terrorista, torvo como un demonio dostoyevskiano. Ganas de esclavitud me entran, ganas de no ser libre. El civismo debería ser una música callada, o una música de cámara. O un minimalismo, aunque si fuera un minimalismo quizá fuese UPyD. 

A mí me va a ser duro sobrevivir al 20N porque ya no sabré qué hacer sin Toni Cantó. Iba al teatro y estaba Toni Cantó. Me iba a tomar una copa, y estaba Toni Cantó con unos acólitos, como el Nazareno con su troupe de sergios sin estíbaliz. Caminaba por el centro y Toni Cantó me daba un mitin. Llevaba el coche a reparar y del colegio de al lado salía Toni Cantó, como un Joaquín Costa al que encima se le pudiese poner un piso. Toni descubrió el compromiso viendo a Rosa Díez defender a los victimizados por ETA y está bien, pero uno siente que su entusiasmo tiene algo de tardío.  Es como ver a un señor romantizado a destiempo. Sí, sí, nos decimos, te hubiera quedado cojonudo hace diez años, ahora… ahora estamos a otra cosa. UPD, mortal y fucsia, no ha hecho campaña, ha hecho spam y lo mejor ha sido Pombo, metiendo el remo.

El mensaje electoral me lo comunica mejor que nada la ropa. Pons ha ofrecido la camisa blanca como símbolo ético del derechismo de algodón, aunque uno le imagina en casa con camisa a rayas; de hecho, es posible que a medida que gobierne y su ejecutoria se manche con el óxido inevitable del poder, la camisa blanca de pons, su impolutez, se llene de rombos, y números y ribetes, ¡hasta el infierno ético de la Montepicazo! La camisa blanca es lo que fue la chaqueta de pana del psoe, reliquia que debería estar en un museo, sacada como un pendón los días de fiesta de la rosa –Sociatismo, pana vieja, diriamos-. La pana ha sido sustituida  por las nuevas chaquetas, esas chupas de sport tan elegante que no sé francamente dónde lo encuentran. Huyendo de la americana oligárquica, llegan a un sport muy chic de boutique varonil, que es algo que escasea en el mundo inditex. Lo mejor del electoralismo es eso: la ropa de sport de los líderes de izquierda, con esa apostura que sentimos los hombres el sábado por la mañana.

Hasta que llegó la gabardina negra, la elegancia ibseniana de Toni Cantó, que la luce junto a Rosa Díez, señora de robusta conciencia y de profesión grillo, que es a la política lo que la gorda a las películas de los Hermanos Marx. Doña Rosa ha buscado no sé si el centro o la transversalidad metiendo el dedo en el ojo a tirios o troyanos hasta convertirse, una pena, en un coñazo superético y reformador. Como excusa o apoyo a la criticidad mórbida de pedro jota, vale, pero, señora Díez, no somos  ciudadanos de la polis perfecta, somos sólo españoles y su partido persigue un caladero demoscópico claramente objetivable: el de los pelmas.

martes, 15 de noviembre de 2011

EL HOMBRE NUEVO DE VILLA CERTOSA


En la foto, Rubalcaba, como un Yorick con barba, sonríe  a su mujer, que tiene un aire a Encarna Sánchez y lo mira con sabiduría y conmiseración. ¡Es un blasillo de Forges este Rubalcaba! Cuentan que ella no se mete en política porque se desnivelaría el matrimonio y uno piensa, con todo respeto, que para vivir con Rubalcaba hay, por fuerza, que ser apolítico. Doña Pilar, santa de Pérez-Rodríguez Rubalcaba, es investigadora (el I+D…) y dicen los cronistas que sabe hablar de todo en muchas lenguas. ¿Por qué conformarnos con su esposo, pensamos? Cada legislatura, cada nueva justa electoral, se va haciendo más fuerte la sensación de que las preferibles son ellas, que además no tienen el punto pelma de las americanas, con su aire de sufragistas. Las primeras damas de aquí se quedan en un segundo plano, campeonas de la discreción. Elvira, la hermosa mujer que recoge todos los silencios de Rajoy, es tan discreta que cualquier día la pide Peñafiel de Princesa de Asturias. La prensa dice que es una gran desconocida, pero cómo no serlo, si aún no conocemos a su esposo. Son como esos vecinos de todo edificio que no gritan, ni se pelean, ni dan que hablar y que tienen a los chiquillos tan bien educados que parecen botones en el ascensor.

El que iba por la vida sin primera dama era Berlusconi. “Sólo cuando ya parecía irreversible la dimisión de Silvio Berlusconi, los italianos salieron a la calle a celebrarlo”, decía hace unas horas el cronista socialdemócrata. El pueblo romano, seguro ya y libre, saliendo a las calles de esa Trípoli con trattorias que era Roma y del líder decaido un retrato oprobioso en el interior del coche, como si fuera a un Alcalá Meco. El rostro cerúleo y tenebrista de Silvio, con su boca de tiburón. Roberto Alagna, con ese aire de espadachín despistado que se gasta, ha dicho de él: “Si llega tan alto y este hombre no vale, ¿quiere decir que la gente es tonta? ¿De quién es la culpa?”. Y en Ruiz Quintano hemos leído lo que le contestó Mateo Díez, el novelista funcionario: “somos tontos del culo, lo ha evidenciado la crisis”. Y de crisis Alagna sabe un rato, que para eso está casado con una griega.

La culpa será de todos menos del pueblo. Se da la paradoja de que el sustituto de Berlusca, al que piden los mercados para su propia tranquilidad, se ha dedicado toda la vida a regular… mercados. ¿Pero no eran los mercados unos libertinos de si mismos? ¿Y cómo puede ser que los especuladores tengan tan buen gusto para cepillarse al PSOE a Berlusconi y a Papandreu en mes y medio? El sábado, las camareras te ponían un cubata y criticaban a Silvio, por golfo y Tabucchi se burlaba en la resaca de su condición de hombre nuevo. La metafísica de la mamachicho era poco para el pueblo, que debía ‘abrirse a la actitud interrogativa’, pero el pueblo veía las amazonas de la quimera berlusconita y votaba engañado. Ahora no, ahora la severidad protestante de Monti, otro más de los nuevos gobernantes siesos, no sólo cuadrará el balance, sino que regenerará Italia, en la alianza de burócratas espesos e izquierdistas estoicos. Quizás llevar el estado de bienestar al sur era una redundancia. Nietzsche, el filósofo anguita, decía de los virtuosos que además de presumir querían ser pagados por ello. Subsidio y virtud.

El pueblo canta y baila en Italia, como si hubieran ganado otro Mundial. Una revolución al revés, en la que como chivos expiatorios, ruedan las cabezas democráticas. La casta política, dicen, y van y se descastan.

No había mayor virtud que llevarse a si mismo en las acciones y Berlusconi no sería un Hombre Nuevo, pero sí era coherente, delirantemente coherente, en difuminar la frontera entre lo público y lo privado. También en su propio actuar. Humbert Humbert celentaniano, incorrecto, putero, humano. Vivir es llevarse a la parodia de uno mismo. La intensidad de Berlusca era una forma de autenticidad. Estas cosas, claro, hay que decirlas con seudónimo.

Las muchachas irán desapareciendo y Villa Certosa, agreste, será como un jardín abandonado. Bellas estatuas mancas -velinas desmemoriadas- mirarán sin ojos al futuro, a merced de un viento riguroso.

lunes, 14 de noviembre de 2011


EL INTERVIÚ DE TERELU


El interviú es la democratización del donjuanismo y un donjuanismo onanista, que se cansa como el follador de las mismas caras y pide variedad, pues hay un spleen jodido en la masturbación. La célebre portada nos ha ido permitiendo despelotar a las meritorias de la vida nacional, que pasaban, con su tacto de papel satinado y gramaje exacto (oh tacto de papel que era una piel en nuestra adolescencia) por nuestras férvidas pupilas. El erotismo degradado de las afroditas de estudio se reía del renacimiento y estas interviús de lo que va quedando de la transición son un regüeldo kitsch y paródico de lo de entonces: Posa terelu, saliendo de una espuma blanca y digital, como posara en su día Brigitte Bardot, aunque en su cabeza de Teresa (Terelu) Panza haya más del nimbo ochentero de una Linda Evans.


Terelu cruza las cachas como una contorsionista y nos duelen las ingles de mirarla y pensamos que la han debido colocar así dos fisioterapeutas; y no vela sus pechos terelu con la delicadeza de Afrodita, con esa mano pudorosa que nos tapa la aureola como un sol cegador, no, Terelu agarra sus volúmenes con erotismo magro. Nos invita a sacar la garra mamífera y esa es la gran aportación del posado de terelu, que no sostiene, ni oculta, ni eleva sus brazos para evitar la gravedad –silueta habitual de la ninfa playera de revista-. Terelu se agarra, como un macarra, el paquetamen.

Al desnudo de terelu, a la que algunos ya le teniamos ganas desde aquellas imágenes de su refriega de infrarrojos con Pipi (precursores ibéricos del perreo), le ha salido el nuevo moralismo: antes se criticaba el interviú con el moralismo de la decencia, ahora salen los rigurosos de la dietética a criticar la lorza, porque terelu, la verdad, huye del esnobismo femenino de estar como un suspiro. Terelu, con su canalillo de María Antonieta, con su escote amigdalítico, se salta el erotismo del sesentayocho, y no quiere saber nada de garçonadas. Venus pandémica, maja popular, aspira a ser paisaje de cabina de camión, sin cornucopias ni brumas. Capitana milf, musa de cenas de empresa, representa el retorno machucho y cuarentón a las pistas de baile y al mercado de la carne.


Llama la atención el hambre que debe de haber pasado estando a plan, porque dice la televisiva que 'el sexo para ella es un complemento, como ir a comer y no tomarse una copita' y luego insiste en que 'le gusta el sexo a deshoras', como los snacks. Dice también, y esto es inigualable, que lo ha hecho por el ‘morbo del ego’, como si el ego fuera un señor interesante, arista del ego que se le escapó a Freud, por no estar a esto de las corazonerías. Bajo la mirada de terelu hay una boca entreabierta que más que de ardiente es boca de famélica, loca por un hidrato.


El interviú para algunos es sólo un voyeurismo. Algunos no hemos aprendido aún a mirarlo bien y ni siquiera lo compramos. Vamos a la peluquería o a la consulta del dentista y nos da como apuro agarrarlo y recurrimos a la revista de viajes, para fingir un viaje a las Seychelles. Somos mironcillos, oscuros seres buñuelescos, y miramos de reojo el interviú, como si alguien, todavía, se nos fuera a escandalizar. No aprenderemos jamás a observar con aperturismo las domingas del kiosco.


Ante un desnudo de mujer, o ante ese límite equívoco de lo posible que es el erotismo, al que nos quiere llevar Terelu con más o menos fortuna, no cabe la crítica viril, ni caben los remilgos. Lo correcto, lo masculino, será hacerse una paja, sin mucha floritura si se quiere, hartarnos de Terelu y pasar la página, hasta la próxima famosa de nuestro errar de flor en flor.

sábado, 12 de noviembre de 2011


DELUXE: LA ENTREVISTA RÍO A AL BANO



A estas alturas aún no sé si este señor se llama Al Bano o Albano. Cualquiera de los dos me parecen nombres maravillosos, pero yo le voy a llamar AlBano, porque lo de Al podría interpretarse como una caída en el cliché. El tópico es muy difícil de evitar cuando un italiano acusado de malos tratos hace entrada en un plató vestido con un largo abrigo y un sombrero blanco de ala corta.

Entró Al Bano del bracete de Juanjo Perona, que se ha ganado la confianza del italiano y parece que le cuenta cosas y es su secretario en España. En el plató, Albano viste de oscuro y luce unas gafas de montura dorada, que a las personas cuando cumplimos una edad nos gustan las cosas doradas. El oro del otoño, será. Me fijo en que tiene los nudillos pelados y mi sagacidad se dispara: humm, peladuras de nudillo de hombre colérico que la emprende a golpes contra las paredes, pero pronto pienso que puede ser sólo un problema epidérmico. Así veo la entrevista: tenso, como un televidente juez. Debatiéndome.  

En el plató hay una buena organizada. A los habituales del Deluxe, se le unen, como un DEC colindante, otra mesa con más colaboradores. Entre ellos está Beatriz Cortázar, que es aquello a lo que aspiraba Lydia Lozano antes del caso Ylenia. ¿Y Lydia? Su silla está vacía. Ella aparece en un set televisivo situado en ‘un lugar indeterminado de Madrid’, maquillada muy fuerte, con el pelo muy tieso, como un testigo protegido del italiano temible. Luego emiten unas imágenes en las que se evidencia el paso del tiempo y en una de ellas aparece Lydia entrevistando a Linda Christian, la suegra de Albano, con un vestido blanco de enormes manchas negras. Un increíble vestido de vaca.



Albano tiene algo de Ostos, quizás porque jorgeja ostosifica a sus invitados hetero, pero a medida que se sucede la entrevista va quedando claro que Albano es un señor muy poético que llora hacia adentro, que cantaba con Romina en los ochenta una Felicitá velada de tristeza, que cita a Sócrates, que reconoce haber agredido a su esposa con caricias, besos e invasiones de amor y que considera que el amor es un hermoso y milenario jarrón roto de imposible recomposición. Habla de unos problemillas con la hierba de Romina que por lo visto se liaba unos porros de vez en cuando por influencia materna. Cuenta cosas de su cuñada, que es algo poco elegante, la verdad, y nos hace saber que era vegana pero que luego se comió su placenta y nos hace estremecernos, comprensivos, cuando le imaginamos en Nochevieja con un cuñado de nombre ‘Siervo que corre contra el viento’. La experiencia de los cuñados acerca a las personas.



En un momento de la entrevista, se levanta albano y reproduce junto a jorgeja las patadas que le daba a Romina y resultan ser las patadas que daba Lina Morgan.

Albano, exhausto, protesta: ma cuando finisce questo programa, pero antes le hacen cantar. Su voz nos suena a programa de José Luis Moreno, a pura infancia. Una voz cálida, emocionante. Albano es la circularidad de un cancionero: de Nápoles a los teatros de ópera y luego, vía canción melódica, de nuevo hasta la calle. Un Francisco más emocionante, quizás, más romántico.

Al terminar, el público, espontáneo y bárbaro, le grita ¡tú sí que vales! Y Albano responde, perplejo. El público es como los niños, hace lo que le enseñan. Estamos muy cerca de escuchar este grito en el fútbol y quizás suene en Génova, la noche de los loden largos.

Cuentan de nuevo el episodio de Ylenia, que se parece a una subtrama de Treme. Los colaboradores se posicionan del lado de Albano, y todo se remata muy moralmente acusando a Romina de jipismo. De hecho, aparecen imágenes de un hijo de ambos que tiene toda la pinta de allen Ginsberg. Kiko y Jimmy –quién te ha visto…- poco menos que acusan a Romina de sesentayochismo y una psiquiatra, que no enseña el título, alude a un cuadro psicótico.

En la bunquerización del famoso, cuando hasta Rociíto va de Greta Garbo poniéndose la mano en el careto ante la lente paparazza, este dúo aún se deja hacer, cantando la de pimpinela por los platós. Su relación es un trozo de carne en medio de un desierto con cámaras. Jorgeja hincha el labio superior, se reclina en el brazo de su putitrono y deja que se lancen centellas sonoras de subrayado dramático y quizás su arte de la entrevista sea el verdadero interés del programa. Entrevista y directo. Dos géneros de mitad de siglo que a veces van cayendo en desgracia. La entrevista, el descubrimiento de una intimidad por la vía persuasiva. La exclusiva menos violenta, dialogada. Jorgeja se acerca al entrevistado, baja el tono y consigue un clima de confidencia. Belén se calla, porque sabe que la entrevista admite solo una individualidad, solo una historia.

jueves, 10 de noviembre de 2011


ACORRALADOS. LA GALA EN QUE LA MAMÁ DE AÍDA LE DA UN TITULAR A PEDRO JOTA.


Jorgeja no parará hasta hacer llorar a Escassi, ya está claro. Es un macho alfa patológicamente organizativo y tanta heterosexualidad y tanta dominancia excita y repele a Jorgeja, que ejercerá su sadismo en plató el día en que una gota recorra el rostro ya un poco ajado de Escassi, el jinete capataz. Como dejen un mes más a Escassi en esa casona levanta el PIB de Asturias. Tanto es el dominio que Regina do Santos, que está en una decadencia que es como debió ser la decadencia del Paralelo, ha pedido que se limite su poder a dos mandatos, porque ‘estamos en democracia’. ¿Qué es democracia para cada uno de nosotros? La democracia es ya como el amor, cada uno tiene su definición. Democracia es que toquen a la puerta por la noche y sea el lechero (o telepizza). Democracia es el gobierno del pueblo. Democracia es que un director de periódicos pueda instar una dimisión. Democracia es ir en pantuflas. Democracia es también la libertad de pacto en los realities. O ‘pazto’ que es como María Ángeles, la señora que trajo al mundo a Aída, escribe esa palabra, en lo que constituye un hallazgo digno de un Campmany, porque qué palabra definiría mejor la paz pactada que el neologismo ‘pazto’. ¿No es un pazto lo que busca ETA?

Mª Ángeles jura muy seria ‘por sus tres hijos’ y pronuncia con entonación árabe y yo cierro los ojos e imagino una España musulmana de ojos negrísimos. Mª Ángeles es mozárabe y cuando sale a la granja con el Dioni, mal vestida, parece que están rodando una versión televisiva de algún clásico.

Cada vez que escucho el nombre de Liberto me viene a la cabeza la palabra chipie.

Nagore se reconoce lesbiana-viciosa, pero luego cuenta que lo que más le gusta en el mundo es un jamón.

Reche mira al suelo, lelo perdido y masca una ramita de olivo, como un icono pacifista. Luego le dan la sorpresa llevándole a la madre que, obviamente, y como corresponde, le lleva un tupper. En el día de la madre deberíamos regalarles tuppers para que luego nos los llenasen, amorosas. Las madres: esos ángeles de la resaca.

Jorgeja, que para algo es filólofo, empieza a recitar el romance lorquiano ese que dice ‘y yo me la llevé al río/creyendo que era mozuela’ y antes que le dé tiempo a decir que la mozuela tenía marido salta el Dioni y dice que era un tío y lo dice  con la voz que tendría Darth Vader después de una noche de orujo. Como si la mozuela de Lorca fuera un travelo de Río.

Mientras escribo, la audiencia decide expulsar a María Ángeles, que anticrista maldice a sus rivales. El Dioni se queda solo y las otras se abrazan jubilosas, aunque se nominarán mañana. Esto de los realities es como un darwinismo televisivo. 

Siempre que veo Acorralados me entran ganas de ducharme, pero esto me atrapa: Aída acusa a Barbra Rey de... ¿pederastia? Es un no parar.

Cuelgo aquí el textito que los de JotDown Magazine han tenido a bien publicar en su revista sofisticada y barcelonesa.
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DEXTER


Los elogios algo desmesurados dedicados últimamente a la serie The Wire han hecho nacer en mí un afán de reivindicación de mis series predilectas. Una de ellas es Dexter, que comencé a ver por su actor protagonista, Michael C. Hall...

http://www.jotdown.es/2011/11/dexter/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=dexter

martes, 8 de noviembre de 2011


LA PORTADA



El Hola es una cabecera de prestigio. No tiene que forzar la máquina, ni sesgar sus informaciones. El Hola es una estampación y tiene realidad de sello. No necesita defensor del lector. La vida social es una sucesión de holas y en el próximo siglo no nos iremos al Museo ABC (ay), sino al museo de cera de las portadas hola.

El Sálvame anunciaba esta tarde una noticia bomba que podía cambiar la historia. Yo, que voy de listo, he dicho, já, y un jamón de los que se loncha rajoy, a mí no me pilláis esta vez. Pero la noticia cambia la historia, efectivamente. No mentían mis ídolos. Para empezar, una generación entera nos hemos ido disculpando una vida a medio hacer, los tuppers de mamá y un caos sentimental digno de Alberto de Mónaco pensando que peor sería si fuéramos Paquirrín. Pero encima de la crisis nos llega este mazazo. Justo antes del 20N, hasta paquirrín ha decidido ponerse las pilas.

Ya anunciaba Kiko con seriedad de torero en La Noria: ‘me he hecho hombre’. Como hechuras de torero no tiene ha buscado el toro del matrimonio y ahora vendrán la finca, los churumbeles y el poderío rociero. Ya la isla, con su régimen de cocos y su ataque de gota, le había afinado el tipo, sacándole un perfil rivera, el perfil rivera que el muchacho se buscaba en los espejos sin fortuna. En la Isla Paquirrín ha encontrado un oficio, un lugar en el mundo, una disciplina y una novia. Eso, precisamente eso, era la mili.
Kiko Rivera, en cuanto ha podido tener una novia no-choni se ha enamorado perdidamente. El amor es eso: una rubiandad y un hueso fino.

Paquirrín se ha quedado embarazado de Jessica, no fuera a acabársele el sueño. La portada nos lo muestra patriarcal, abrazando a… ¡abrazando a su madre! que se interpone entre los novios. A Jessica esa intermediación de espíritu santo de la pantoja le da un poco igual.

La foto es una trinidad y tiene un no sé qué de castellers, con kiko encima, coronando ¡como si fuera el paquirrín de la piel de canela! ¡Kiko coronador de casteller familiares abrazado a su mamá que le revalorizaba la portada!

Ahora sabemos que fue a hablar con Anne Germaine para que su padre, inmortal héroe social, le bendijera. “Papá, vas a ser abuelo”, le telepatizaba kiko a su padre glorioso, por fin, seguro, con Carmina.

Yo, que sólo he aspirado en mi vida a ser uno más del clan Pantoja, me imagino el embarazo y nacimiento de esa criatura como el advenimiento de un nuevo Paquirrín en el belén flamenco de Cantora. Ese niño que, enriquecido genéticamente, se riverize y vengue al padre de toda su fealdad con los cromosomas germánicos de mamá. Andreíta ya tiene sucesor. Está garantizada la continuidad de la cosa cordial y dieciochos años de pixelado intrigante. Viva la eterna España de mesa camilla.

lunes, 7 de noviembre de 2011

'AHORA ES UD. EL QUE MIENTE'



Lástima que los debates sigan con estos horarios de discoteca que ya abandona el fútbol. Apenas se puede entrar en tertulia, porque mañana hay que trabajar; los que puedan. En el debate ha habido una inicial reserva a utilizar la palabra ‘parado’: desempleados, personas que quieren trabajar sin poder… porque verdaderamente parados no son, son otra cosa y conviene limpiar la palabra con delizadeza. Queda también la constatación general de que la crisis y –quizás- las movilizaciones ciudadanas han responsabilizado algo a la ‘clase política’. El centro del debate ha sido el sostenimiento de lo que nos queda de Estado de Bienestar y la reforma. Un reformismo pedrojotista, alocado, casi constituyente. No estamos ante el mismo tono ni las mismas preocupaciones de hace unos años y los políticos están forzados al reformismo.



La noche comenzó con un despliegue de barça-madrid, uno imaginaba helicópteros sobrevolando el Palacio de Congresos, con ese rachear straussiano que acompaña la música de masas de los estadios. Mientras las periodistas con la alcachofa comentaban altura de sillas, ángulos de visión, registro de chepas, prueba de folios y disposición de bolígrafos, todo pactado por los padrinos de los duelistas, los contendientes posaban en el fotocol, como celebrities a punto del morrito. Ambos vestían igual, Rajoy con camisa blanca, Rubalcaba de azul. En el plató intergaláctico, enorme, colores prenatales, de placidez uterina. Rajoy como sometido a dieta, con un tic en el ojo izquierdo que se le escapaba como a Millán de Martes y Trece. Muy delgado, algo envejecido, leyendo parte de sus intervenciones. Rubalcaba, muy maquillado, muy pastel, muy rosa en los labios y con esa gesticulación que Mota nos ha enseñado a ver, tanto que en los primeros planos se le mete la mano tonta. Es decir, predominio ya, a sus años, de la parodia sobre el personaje. Avejentamientos ya que dan la razón a los humoristas.



El debate puede interpretarse por sus lapsus. Rajoy le hablaba a un señor Rodríguez-Pérez Rubalcaba y como del lapsus  se sale con un chiste, respondía Rubalcaba que con ése ya perdió un debate. El socialista, por su parte, daba por ganador a Rajoy, al que parece que le quería devolver la frase de hace unos años con el “usted hará cosas que congelarán las pensiones” y en un momento ya histórico ha cantado la traviatta con el “ahora es usted el que miente”.



Ha habido un momento muy divertido en el que Rubalcaba ha dado un dato de memoria, Rajoy ha contraatacado con una ficha con nuevas cifras, a lo que el socialista, con esmaltada sonrisa de triunfo, ha respondido con un enorme cartelon gráfico aprovechando que ‘le quedaban dos segundos’. Rubalcaba en ese instante era feliz, junto a su gráfica ascendente, quizás la única que podía sacar. Ha sido como cuando rasca y pica se iban mostrando armas sucesivamente más poderosas hasta el cañonazo final, sin reparar en que estaban discutiendo sobre las cifras de delitos del año 2002. Estas cosas, estos triunfos de niños repelentes, tienen a veces los políticos.



EL debate ha dejado al inicio una impresión de ser el primer debate sobre el Estado de la Nación, el debate sobre el Estado de la Nación del año cero pepero. Rubalcaba ha centrado su intervención en el programa electoral del PP. En su sherwood referencial, preguntaba por las preferencias privadas de corte esperanzista en sanidad, educación y seguridad y sacaba el doberman del subsidio y del olvido a las PYMES en la negociación colectiva. Ha prometido un impuesto a los bancos, otro a las grandes fortunas y reformar el ICO para transformarlo en Instituto Financiero, recortar le gasto militar y reequilibrar el Impuesto de Sociedades a favor de las PYMES, los nuevos descamisaos. Además, y esto es importante porque no es ya una promesa de hacer, sino de rogar, que solicitará que Europa retrase dos años el plan de ajuste y al Banco Central que baje los tipos. Esos son los poderes de nuestros gobernantes: pedir en Europa como pedían los gobernadores de las regiones romanas.


Rajoy ha estado más didáctico, algo más pedagógico al explicar a los españoles el funcionamiento de las cosas, y con algo de torpeza ha intentado quitarse de encima las acusaciones de trato de favor a los bancos y su responsabilidad en la burbuja inmobiliaria. ‘La pinchamos tarde’, reconocía Rubalcaba, pinchauvas o pinchahuesos de la economía. En esa parte econòmica del debate, Rajoy se defendía: de orillar a las PYMES, de reducir con el subsidio de desempleo y en esos momentos la batalla era más encarnizada. Rubalcaba sacaba a colación unas declaraciones en La Nación y Rajoy, diciendo eso inolvidable de ‘como sé cómo es usted’, le respondía con una carta de rectificación del periodista argentino. De lo dicho por rajoy me quedo con la promesa de reducción del gasto público, de reforma del IVA, topar (guiño mourinhista) los contratos temporales, endurecer las responsabilidades de quienes contraen obligaciones sin consignación presupuestaria -imaginamos que ya no sólo políticas- y reforzar la unidad de mercado. Eso, junto al compromiso personal con el mantenimiento inalterado de las pensiones y la reestructuración del sistema financiero.



Rubalcaba hablaba con un fuerte sesgo izquierdista, Rajoy se sentía más cerca que nunca de zafarse de los sambenitos históricos. ‘No haga juicios de intenciones con nosotros’ y entraba en calor. Ganaba fuerza coloquial, se le escapaba un coño y desplegaba una batería de medidas que harán del BOE el best seller del 2012.



En la tercera fase, que rubalcaba ha llamado miscelánea, se hablaba de calidad democrática, identidades varias, politiquerías y de la posición –me temo que algo deshonrosa- de España en el mundo. Ambos se han enzarzado cómicamente en la cuestión provincial. Rubalcaba, del que nos hemos enterado que es Diputado por Cádiz (¡Cádiz!), las quiere liquidar y Rajoy ha tirado de nostalgia y le hemos imaginado desgarbado y sonriente, protegido de la llovizna por un paraguas, iluminando aldeas en Pontevedra. En tan nimia cosa se enzarzaban los dos, uno esforzándose en subrayar la inutilidad de las provincias, el otro recordando a Javier de Burgos. Rubalcaba las ha llamado preconstitucionales (¡fachas, fachas también las provincias!) y Rajoy las ha mirado con amor adminitrativista. Enconado capricho de dos políticos enormes a los que verdaderamente les cabe el estado hipertrofiado en la cabeza, y que por un momento, con la excusa de las Diputaciones, se han enzarzado en una esgrima inútil. Sale la cuestión del matrimonio gay y Rajoy ni dice ni desdice, porque no le viene en el programa. 




Al final, Rajoy, que no sabe mirar a la cámara, tocaba la lira aznarista de España, gran nación, y Rubalcaba, rosáceo y firme como un obispo enjuto, pestañeando como Shirley temple, nos recordaba, quizá maliciosamente, que él no es un hombre pasivo y trataba de conmover, sinm mucha convicción, a aquellos a los que ya sacó de sus casas en otra ocasión electoral.



Acaba el debate, Campo Vidal cita a García Márquez, pero en mi twitter, con feliz oportunidad, aparece una frase de Mark Twain: “La verdad es el bien más preciado que tenemos. Procede economizarla, pues”. Y así han obrado los prudentes gestores.
Recupero para el blog un texto escrito en fansdelmadrid en octubre de 2007. Se trata de una 'reflexión' (por llamarle de alguna manera) sobre el sistema futbolístico 4-4-2, que era como la socialdemocracia del fútbol: lo impepinable (¿he dicho impepinable? ¡Si ya casi todo es pepinable!)








EL 4-4-2


Anoche, leyendo las reacciones al bodrio romano, me llamó la atención la puntualización del nick Dani, que precisaba la posición de Raúl como un segundo punta en lugar de un mediapunta. Ese matiz es como lo del color blanco y los esquimales. La mayoría de aficionados del mundo no saben distinguir entre un mediapunta y un segunda punta, pero para alguien amamantado en las ubres del tikitaka en rombo, el matiz era procedente. Alguien le respondió, pero nadie más reparó en lo escandaloso del hecho. Medio madridismo vive pensando en categorías y sistemas que nadie en el mundo futbolístico occidental practica.

Saquemos la pizarra.

El sistema 4-4-2 puede ser jugado con dos mediocentros paralelos, pero resulta en estos casos un poco chato. El ideal del fútbol español es el 4-4-2 en rombo, con mediapunta o enganche, así llamado en sudamerica, donde este sistema ha tenido éxito. El rombo, o juanola, parece ser el ideal de los aficionados al fútbol en España. Concretamente en Madrid, porque el ideal catalán es el sistema holandés. Contra lo que pueda parecer, el sistema nace en los sesenta con aspiraciones defensivas, como una perversión barraquera del 4-3-3, del que un delantero cae cual angel caído para ser medio. Yo creo, y eso es lo que me apetece decir, que estamos ante una gran mentira. Repasemos. Los equipos vascos campeones de liga de principios de los ochenta no jugaban en rombo, tampoco lo hizo la quinta; de hecho, su año más goleador fue jugando un 5-3-2. ¿Jugaba en rombo el Barcelona de Cruyff? No. Ni el De Van Gaal. Ni el Madrid de los dos Capellos. NI el Galáctico, que jugaba con un 4-2-3-1. El de la séptima improvisó un 4-4-2 en el que jugaban Karembeu y Redondo en medio. El de la octava un 5-3-2. El de la novena un falso rombo en el que Solari dejaba la banda y se pegaba a Makelele.

En los últimos veinte años el rombo se ha jugado en España en tres equipos:

El Madrid de Valdano, año 94.

El Pateti de Radomiro, año 95.

Y brevemente el Madrid de la novena en la final de Glasgow. Pero en este caso no siempre y, sin duda, la excepcionalidad de la cabeza del rombo, del así llamado enganche, Zinedine Zidane, excluye a esta formación de todo análisis. Con Zidane, Figo, Raúl y Roberto Carlos cualquier esquema valía.

El 4-4-2 nace en los sesenta y en España le seguiremos la pista desde el 1980. No podemos decir qué fue de los años sesenta y setenta, pero desde luego el sistema no justifica en su aplicación práctica su prestigio y predicamento actual. Y ojo, debe resaltarse que hablamos de su versión más alegre, del rombo. El rombo no lo jugó el Valencia de Benítez, que optaba por un 4-2-3-1, ni el 5-3-2 de Arsenio. ¿Qué equipos campeones lo han utilizado? Los de los años 94 y 95. Ni siquiera el mitificado Zaragoza de víctor "softball" Fernández lo jugaba, pues lo que desarrollaba era una variante del 4-3-3.

Abreviando. El rombo lo han jugado tres equipos grandes en España. EL Madrid valdanista, el Pateti de Antic del año siguiente y, durante unos meses la selección de Camacho -impuesta por el prisaismo como respuesta al clementismo butanístico-, unos años después. Es decir, el famoso rombo, tan celebrado, tiene un encuadre muy determinado en las coordenadas espacio-tiempo. Es Madrileño y de los primeros noventa, tras Cruyff y ya establecido el Plus. En el apogeo del As, El larguero y El día después. En común tienen sus teóricos ser hombres de Prisa. Y surge como respuesta madrileña al fútbol ofensivo catalanoholandés de años antes (otro sistema-opio, en este caso del pujolismo y de los fastos olímpicos). El rombo es una ilusión, un ideal, lo llamaré sistema-opio, que a través de la propaganda prisaica se mete en el imaginario futbolero de una generación de aficionados madridistas que, desde entonces, van al fútbol como fumaos.


Este sistema es madrileño y prisaico. Es el sistema socialdemócrata y, fundamentalmente, una mentira. Ya lo adelantó Floro, que tuvo que pelearse con molinos de viento por establecer su 4-4-2 ¡sin rombo! plano, con dos medios que nacían paralelos y que se solapaban luego: Milla y Hierro, o incluso Hierro y Prosinecki. Floro controlaba como un dogmático que no le saliese mediapunta a su equipo. Quería un 4-4-2 de futbolín y todos le llamaban iluminado. La gente quería rombo. Y lo tuvo años después, meses después, con Valdano. En realidad, lo que diferenciaba a Valdano de Floro era el verbo y el rombo. Floro no se vendió al tacticismo cazurro clementista del butano, pero tampoco admitió que su 4-4-2 se amariconase con el rombo, como le pedía Prisa. Floro, que estudiaba italiano como después haría Benítez -el hombre que Benito no pudo ser- en realidad aspiraba a emular a Sacchi. Floro era Europa. Floro era la salida europea, científica, que huía del guerracivilismo deportivo. Así, Foro quedó como la víctima del más rancio españolismo. Floro es la víctima futbolística de las dos Españas. Ahora vemos que los iluminados eran ellos y que Floro tenía razón cuando afirmaba que el mediapunta no existía. De compañero de Zamorano jugaba Butragueño, y hubo gran polémica porque él no admitía un rombo para dar cabida a Alfonso:

"¿No le piden sus niños un rombo con Alfonso?", le preguntaba el siempre infantiloide De la Morena, la Rita Irasema de los deportes -mientras Butano era una Encarna Sánchez menos viril pero calva-.

Diré, además, que el rombo exige un enganche. El enganche es una figura especial. Un superhombre. Un Übermensch. Ha de tener la clase de un 10 y los pulmones de un 6 con el sentido táctico de un 5. Es decir, la releche. A Benítez los criticos inmaduros valencianos le pedían rombo con Aimar. Él, claro, les decía que naranjitas de la china. La verdad es que sólo cuatro jugadores han servido para ser enganche: Laudrup durante 14 meses, Pantic durante doce meses y porque tiraba faltas; Valerón, en la selección de Camacho (ya ves tú) y el gran Zidane en una sola final, porque casi siempre partía de la izquierda, de interior.

Ahora, pasado el tiempo, ha hecho falta el estudio de la historia, muchas hostias futbolísticas, el despido de Capello y la obra airada de madurez de un genio bloguero en el exilio para destapar la realidad. El rombo es una patraña socialdemócrata. Es la socialdemocracia con tintes de demagogia iberoamericana del fútbol. Es madrileño y prisaico. Si el rombo tuviese cara sería una mezcla de Ekaizer, Javier Pradera y Relaño.


El carácter ideal de este sistema explica que el aficionado español, siempre que se pone a hacer una alineación ideal o un equipo soñado lo haga en rombo. ¡Nadie elige su once ideal con un 5-3-2! Otro hecho que redunda en la idealidad del rombo es que el enganche, como ya se ha dicho, debe de ser jugador perfecto capaz de defender, recuperar la posición, caer a banda, driblar, disparar, tener pase, meter más de diez goles, dirigir... ¿nadie se acuerda de Julen Guerrero? ¿Cuánto duró esa ilusión y en qué acabó? ¿Durante qué años precisamente? Prisa intentó convertir a Julen en ese superhombre y duró dos telediarios. El empeño era imposible.

Capello, como antes Floro, vino a dar un baño de realidad al aficionado madridista. Las reacciones de la prensa fueron igual de airadas. Floro y Capello tienen en común el maltrato prisaico. Fueron, literalmente, expulsados. Masacrados. Desprestigiados, como Gómez de Liaño, como Aznar, objeto de una encarnizada oposición ideológica y personal.

El rombo es como la ilusión de la felicidad eterna del welfare. Es la arcadia sociata. Son las tetas manando ron con Coca cola. Las huríes de la Secta todas en pelota en un campo de fútbol... ¿no es sopechoso que la Secta, en su intento por apoderarse del fútbol y con el fútbol por ser el aparato mediático de la nueva izquierda zapateril hayan, precisamente, superado por la izquierda a la propia Prisa con la exaltación maniaca del tikitaka?

¿No queda claro el elemento ideológico, ideal y totalitario del rombo?

Esa es la razón de que Schuster partiese de un 4-4-2 con rombo como esquema de partida, como presentación ideológica. La "excelencia", el otro Dorado de Calderón. Semanas después (y no sólo por la confección caótica de la plantilla) se siente como un general que manda soldados a caballo contra tanques. Pero no sabe cómo salir del atolladero porque sólo podría salir con un 4-2-3-1 con Ramos, lo que le costaría el cargo, o con un 4-3-3 sin Raúl. Y eso son palabras mayores. Para ese debate no tengo fuerzas suficientes.