GIRLS AND BOYS
A favor de la segregación
sexual en los colegios el mejor argumento que se puede dar es la costumbre. El
niño español se segrega solo. Cursé una educación mixta y los profesores tenían
que recurrir a la autoridad para mezclarnos. En el recreo éramos cuerpecillos
que se repelían y tendían a agruparse magnetizados con los de su sexo. Nunca
llegamos a estar absolutamente juntos, aunque uno recuerde para siempre los
momentos en que no fue así. Pero eso resulta difícil de sostener con el argumento
de la libertad o el derecho paterno a que sus niños solo vean otros niños en la
clase de gimnasia. Imposible con la racionalidad pedagógica. Que exista la
posibilidad de que las niñas le humillen a uno convirtiéndolo en un adulto
articulista no parece motivo suficiente. Todo niño tiene un trauma y el trauma
es la mayor fuente de placer y tormento de la vida adulta. En España, el modelo
de separación sexual tiene además un halo de elitismo. Tanto el idealismo de la
niña retirada conventualmente en su colegio, como el espartanismo de la
educación entre muchachos. Y en realidad, ese sufrimiento dulce de demorar lo
inevitable parece un meditado privilegio social. Visto así, no sólo deberían
segregarnos, sino que la presentación debiera ser en una inolvidable puesta de
largo. Saltándonos la fase en que ellas se burlaban y nosotros tirábamos de sus
coletas.
(LAGACETA,
25-VIII-2012)
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