UN RATO DE TELE: EL
DELUXE DE MATAMOROS
El programa se
presentaba como una profundización en el drama de Kiko Matamoros. Su drama es
el glaucoma, estrechamiento del campo de visión. Matamoros y Carmen Rigalt son
los dos enfermos de glaucoma más conocidos y están haciendo de divulgadores,
avisadores e introductores de ese drama. Es la progresiva ceguera.
Matamoros, de traje
perfecto, con una flor en la solapa, se demoraba en las contestaciones como un
ponente cerebral, recogiendo las manos en gesto de novelista o canciller. Kiko Matamoros
se sienta en el deluxe como se sientan los mandatarios en las cumbres, mientras
que Jorgeja se pone en el filo del asiento, con los pies juntos y acercándose
al entrevistado, como una vieja chismosa en una silla.
La entrevista, al
ser dramática, tenía sonidos misteriosos de fondo y mucho silencio.
Matamoros, calvo,
con traje british, hablando con gravedad sobre la vida y ciego es, ahora mismo,
lo más cercano a Borges que ofrece la tele.
El problema de la
entrevista es que ya le habían hecho antes una Caja y una hipnosis, y claro,
quedaba poco en el alma Matamoros que no conociera el espectador.
Habló de su padre,
del que ya conocíamos el desapego, el autoritarismo y el facherío.
Habló de su madre y
su agonía. Recordando ese instante mencionó una anécdota sobre el inicio del
Alzheimer: ella hablaba a la tele. Conviene saberlo, pues es un hecho
comprobado, la cabeza se pierde cuando uno comienza a saludar a las personas de
la televisión. Cuán cerca estamos de ello…
Con la madre, Kiko
se emocionó. Tardaba segundos en contestar. Un sonido de fondo. Jorgeja
poniendo morritos. Los ojos humedeciéndose. La lágrima era como cucaña a punto
de caer.
La lágrima repunta
la audiencia de cada programa y Jorgeja maneja las lágrimas de sus
colaboradores como si fueran mascotas. Son como una atracción en la que el
éxito, la pirueta, el logro, es llorar, o ponerse histérico en el momento
oportuno.
Jorgeja, es un domador
de emociones de sus colaboradores. Un príncipe sádico que logra la lágrima como un orgasmo exacto.
Luego estuvo Brenda,
una joven valenciana que participó en MYHYV y en el reality de la granja. Fue a
contar su proceso de desintoxicación. Por momentos, lo que contaba se parecía
al programa Hermano Mayor.
-Yo era un monstruo.
Hablaba mal a mis padres, pero era porque consumía…
Bueno, visto así, y
entendiendo la amplitud del consumo, todos hemos sido un poco Brenda alguna
vez.
Brenda se equivocó
de casting y en lugar de ir a Hermano Mayor acabó en la factoria risueña de Telecinco y pienso ahora en la
relación que pueda haber entre Hermano Mayor y Gran Hermano…
Brenda consumía,
pero ya no consume. Ha dejado el escarceo del porno y sigue siendo amiga de su
novio Gerard, que es “antidrogas total”. El acento valenciano de Brenda es tan
fuerte que todo le suena abierto, irritado, torrencial.
Luego salieron las piernas de Adriana,
que hizo con ellas una operación muy parecida a la de Sharon Stone. La lágrima, el
consumo, el improbable parrús… Un programa con audiencia es eso: presente
sucesiones de bochornos.
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