LO DE RAJOY
Viendo ayer a Rajoy me acordé de cuando Sheldon Cooper decidió comunicarse
con el mundo mediante un engendro compuesto de ruedas y una pantalla en la que
salía él por videoconferencia . Yo ya me veo a Rajoy encerrado en Génova tirando
de skype y un robotillo que le moverá Floriano. Además, la conferencia fue
abusivamente azul, pero un azul sin frescura. La fidelidad corporativa de la
derecha al azul empieza a cansar. El azul balcón, azul derrota, azul Escorial,
azul contable, azul cuaderno, azul auditoría. Se sabe que un partido está
necesitado de renovaciones por cuánto nos cansa su color. Génova es un cuarto
azul en el que ya han pasados muchas cosas. Es un azul sin caracola, pero con
psicofonías. Azul gluglú, azul submarino en el que Rajoy parecía un delfín del
Oceanográfico, un tiburón si se quiere, pero tiburón acristalado. Así que
Rajoy, encadenado a la verdad (Camacho) como a una bola penitenciaria, va a
moverse rodeado de metacrilatos, como en un papamóvil, huyendo de las preguntas
como una folclórica en Santa Justa o como un padre huye de la primera pregunta
sexual del niño. Rajoy, en la hora de la verdad, se hundió en su biografía: él
es un registrador record y absuelto que con ese triunfo se ganó la
independencia:
-Yo me sé ganar la vida.
Eso no se lo van a perdonar los españoles, que
precisamente tienen el problema de no saber hacerlo.
Rajoy si ha sido algo ha sido un independiente. Un
opositor que dejó su carrera y un político que no necesita la política.
-No estoy aquí por dinero, ni por vanidad.
¿Pero por qué está Rajoy?
Quizás lo (cor)recto
al estallar lo de Bárcenas hubiera sido organizar un Valencia inverso en que la
cúpula se fuera en directo, bajándose uno a uno como se bajan los castellers,
para “dejar trabajar a la justicia”, la pobre, tan curranta. Esto es una
candidez, claro.
El poder no puede ser sólo el BOE. No pueden ser todos
los céntimos contados de una auditoría. Si así fuera, se haría necesaria una
trama de sobres e iniciales para darle interés. El poder debe de ser, usando la
fórmula de levedad de Rajoy, la sombra de la sombra de algo. Del miedo, quizás.
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