miércoles, 14 de diciembre de 2011


PAPITOS DE LA PATRIA


En su excelente crónica de hoy, David Gistau propone cuidar a los frikis, las rarezas del ecosistema parlamentario del rajoyato, tan predominantemente marsupial. Los frikis son p'a cuidarlos, que diría Alejandro el Magno. Porque más que padres de la patria en esta legislatura hay papitos, papitos de la patria con minúscula. Ahí Toni Cantó, guapo y secretarial, escoltando a Rosa Díez, como una pareja de inspectores televisivos movidos por su furor cívico. Doña Rosa es la Petra Delicado de la política y con Gorriarán, siempre apretando los labios, -¡este hombre tiene pinta de tener ya escritas todas sus mociones!- ha dicho que la aplicación estricta del reglamento cameral es un "formalismo burocrático". Todos, como adolescentes, quieren tener grupo. Para un político el Grupo Mixto es compartir piso.


Ahí Cayo Lara, que juró la Constitución desde "sus firmes convicciones republicanas", que debe de ser como irse a comer un solomillo e interrumpir a los comensales para decir muy serio, cuchillo y tenedor en mano, que ese solomillo se lo come uno desde las firmes convicciones de su vegetarianismo.

Ahí Joan Tardá, troll en busca de rovellons, que con su tremebundez inofensiva de payaso con zapatones ha jurado lo que hay "hasta que no pueda tener su propia constitución".

Ahí los entes de Amaiur, papitos de la patria a su pesar y al nuestro, como cooperativistas, con el portavoz barojiano de elocuente apellido: Iñaki Antigüedad. Y es verdad que si les sacan de cerca nos dan respeto, pero si los sacan de lejos parecen un claustro de Instituto mirándolo todo entre la sorpresa y la incomprensión.

Todos ellos, papitos de la patria. Y no lo confesaremos, pero al fijarnos en estos excéntricos de la política, con su riqueza de colores, nos damos cuenta de lo cómodos que estamos en el bipartidismo, porque nosotros, como los diputados silentes del cabezazo aquiescente, entre la siesta y el voto, vivimos bajo la orden monocorde y eso no está del todo mal. La política también es una reducción.

Cuidado los entusiastas que aplauden a UPyD abominando de la partitocracia, del burocratismo y del bipartidismo. La democracia perfecta exige ciudadanos perfectos y eso es una lata.


 
La degradación del Juramento es lo que tiene haber matado a Dios. Si ya no hay nada por encima de la Ley, ¿sobre qué la vamos a jurar? Cada uno introduce sus morcillitas literarias o folclóricas, o sus cláusulas  de estricto interés personal y al final lo que parece es que estos señores no pueden comprometer su conciencia con un simple sí, cabal, honorable y justo, y meten todas las condiciones del renuncio. Jurar por imperativo legal, que al fin y al cabo fue un invento de los del brazo político, cuando el radicalismo vasco tenía dos brazos (ahora será como un manco, o una venus despeluchada), no deja de ser un candor, porque ¿hay algo que no se haga en la vida ya por imperativo legal desde que sale uno de la puerta de casa? Eso son los ridículos que tiene ser un revolucionario silvestre.


Por lo que enseña un telediario, la sesión constituyente es como el inicio de Vacaciones en el Mar. Gentes de lo más variado que sonríen, se saludan y reciben su acreditación en el inicio de una singladura llena de revolcones.


Contemporáneamente, Pío García Escudero constituía el Senado, la cámara oscura, a la que parece faltarle la España sobre la que legislar. El Senado se constituye y ya constituido parece que está esperando el país sobre el que tenga que tomar no se sabe qué decisión. Un montón de senadores sentados aguardando que les asignen un país o unos ciudadanos, mientras se miran unos a otros, cruzados de brazos, y dialogan, dialogan por romper el silencio, tan incómodo.




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