CERVEZA SOL
No soy un gran consumidor de
cervezas, vaya por delante. La hegemonía meridional de Cruzcampo me empieza a
cansar y he decidido responder a su patrimonialización del sur con más sur, con
algo más lejano, sureño y evocador: la cerveza Sol, de la Cervecería
Cuauhtemoc, allá por Moctezuma. Lo normal sería tirar por la Coronita, pero es
que siempre que me ponen una Coronita me acuerdo de Pepe Domingo Castaño y de
su claque gritando lo de fresquita, rubita, coronita y como que no. La cerveza
Sol es muy rubia, muy poco amarga, con poco alcohol, una cerveza ligera a la
que una gotita de limón o un gajo en el cuello bastaría para convertir en
clara. La botella me encanta, es muy internacional, en el casco se lee
Moctezuma, Malasia, Hong Kong, Singapore y Sevilla, tiene algo del encanto
comercial del siglo diecinueve, un romanticismo import-export. Cuando la bebo
pienso que estoy saliendo al extranjero y ese sol surgiendo de las nubes, con
ojos tristes de azteca, me encanta. Es una marca futbolera, de estadio y
cuentan que su nombre se le ocurrió a un cervecero al observar un rayo de sol
cayendo en una olla. Esto recuerda a aquella definición del dry martinio
perfecto como ginebra y sólo un rayo de sol atravesando una botella de Noilly-Prat.
Esta maravillosa Sol parece que está poetizando la cerveza, como un rayo de
rubio sol dorando algún precipitado divertido.
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