UN
RATO DE TELE: MYHYV: LA SEMIFINAL DEL JOSÉ LUIS
José
Luis es el tronista al que ha ensombrecido Ferchu. Cierto es que no tenía su
encanto. José Luis es un mecánico mallorquín con unas orejas retorcidas de
soplillo, como mordisqueadas por arriba, como si se las hubiera dejado así un
jesuita que le regañara de niño a base de tirones. A mí este chico me ha
recordado a un joven Manolo Escobar y alguna vez hasta ha cantado y todo, en la
estela Triunfito, canciones muy dulces de amor. Una vez tuvo una cita coral con
una chica en un parque. Le entró el ataque bucólico y a la chavala le respondía
trinando, luego la chati resulto que era actriz porno y nuestro tronista se
derrumbó un poco.
José
Luis ha sido el amor masculino edificante y desesperado.
Las
chicas que le han sobrevivido a la semifinal son cinco morenas: Saray, Nadia,
Marina, Yasmin y una exnovia, Inma. Todas morenas y todas con la constancia
vocálica de la a y de la i, de ai, de lamento, porque José Luís, hay que
decirlo, es un sensible, uno de la estirpe de los efrenes. El programa va
desmoronando fachadas y cuando le toco a él, apareció el trauma de la infidelidad.
Carga el tronista con unos cuernos traumatizantes y necesita seguridad y por
eso va con pies de plomo, siguiendo el “método de la balanza”, según sus
propias palabras, separando grano y paja en cada mujer y sopesándolos en la
balanza ecuánime de su desconfianza.
Inma
es una exnovia comprensiva y dulce que aún ama y está buena, pero tiene un pelo
malva que combina arriesgadamente con zapatos verdes, en estilismo brujeril.
Yasmin
es una madre rotunda y llana, a la que quizá le falte aliento romántico. José
Luis, que es muy niñero, no penaliza la carga familiar, sino que lo considera
un atributo.
Las
dos favoritas son Nadia, con pasado anoréxico y buenas piernas y Marina, dulce,
pija, ardillita y muy sentida, que llora desgarrada cuando José Luis besa a
otra. Marina es la favorita en el corazón sopesador y tenderil de José Luis.
La
que quedaba era Saray, jamonísima andaluza, favorita mía –qué ojo tengo-, algo
siesa, que no terminaba de llenar al tronista, porque era distante, fría. Esas
bellezas que siempre están a dos metros, por mucho que uno se acerque. Saray,
viendo que no llegaba a mayores, salió una noche y cruzó miradas con un varón
que la cautivó rompiendo las reglas de castidad tronista. Luego se ha sabido,
en trance de expulsión, que el maromo en cuestión era un futbolista. A Saray le
da lo mismo, ya le acompaña al traumatólogo y parece que se pega el lote en
callejones oscuros (¡Callejones! Dios no lo quiera). A la chica la han echado y
ha tenido que sufrir la vergüenza de ese plano en que la expulsada sale del
mismo mientras recibe, vejada y sin poder defenderse, la condena de Rafa Mora: “¡suelta,
que eres una suelta!”
Saray,
que era la más hermosa con diferencia, ya no podrá volver a MYHYV, y pasa a
formar parte del mundo de tinieblas de La Posada, sin bolos, ni eventos, a
merced de la depredación de los futbolistas. Es la severidad moral de este
programa, que no castiga el desliz, ni la cama, sino la falta de sinceridad. Se
puede ser todo lo suelta que se quiera, pero si se cuenta en plató: la
fidelidad es al guión y al programa. Y hay chicas que engañan al programa con
el futbolista y esa es la tentación a la que se tienen que someter. Ante la
fidelidad al programa (todo el romance, romance de plató), el futbolista les
exige secreto y anonimato y, claro, sucumben.
MYHYV
es el vivero de las personalidades televisadas.
José
Luis se ha quedado con tres ara su final y ha montado un numerito viendo
fantasmas y desconfiando de todas. A Yasmin la ha echado por mirar a un
italiano. Es un intenso, José Luis. Tan intenso que a una le ha dicho que hay
que estar “a las duras y a las canutas”. Como Álvaro, el pretendiente de Laura,
que está siempre al borde del ansiolítico. Individuos fornidos que lloran ante
las mujeres y tienen que abandonar el plató porque no pueden con la tensión. Al
programa le faltaba la credibilidad calzonaza del tronista y los del casting se
deben estar volviendo locos por los gimnasios buscando cachas hipersensibles
que, después de Ferchu y su besuqueo loco, besen como besaban nuestras abuelas.
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