NOCHE DE
REYES
Hay un
clamor crítico esta noche de reyes porque los Baltasar de las cabalgatas no son
negros verdaderos. Se dice, no sé sabe si por austeridad o por verismo o por un
afán de integración, que habiendo tanto negro o subsahariano, el rey negro de
la cabalgata no debiera ser un blanco betuneado.
Nadie
quiere reparar en que a lo mejor los negros no quieren ser Baltasar, que sería
como ser mayordomo, trompetista de jazz o la negra de Lo que el viento se
llevó. Los negros lo que querrán es que un blanco haga de rey simpático y
exótico. Hay tanto negro cargado de regalos y cacharrería ambulante, buhoneros
de la ilusión africana y colorista, siempre con su regateo de sonrisa -que
estos africanos dulces no tienen aún la radicalidad del precio y fluctúan como
un Ibex- y van cargados algunos de ellos con tanta cultura al hombro o tanto
bibelot, que lo último que querrán es rendirse a la ensoñación occidental y ser
el contrapunto negrata en la fiesta del regalo, como el rapero que aparece en
todos los video clips con gafas de sol y actitud gangsta. No, Baltasar era el
Puff Daddy de las epifanías, pero considero que no es lo mismo un Baltasar que
un negro. El Baltasar era el rey sonriente, maraquero, y concordante, pero es
que era un blanco exagerando su bonhomía, ¡un blanco haciendo de negro! Un
negro real, lejano o aborigen, seguramente no sería tan simpático, de la misma
forma que los tíos disfrazados de mujer son infinitamente más femeninos y
accesibles que las verdaderas mujeres.
Ya tienen
bastante muchos negros subsaharianos con hacer de Baltasar sonriente de la
fruslería en las playas, terrazas y esquinas de España entera. Dejémosles
descansar.
Baltasar
era la falsa negritud, la fantasía nuestra de lo que era un negro. El Tío Tom
lejano de nuestras navidades, en las que estábamos ansiosos de exotismo t concordia universal.
Y sabemos
ya que los reyes son los padres, pero ¿quiénes son los reyes de las cabalgatas,
de todas las cabalgatas de España? ¿Y quiénes los Baltasares?
Mi amigo
vive en un pequeño pueblo cercano a la ciudad y allí el ayuntamiento ha
municipalizado la fiesta de los reyes Magos. El Ayuntamiento confisca/recoge
los regalos y los entrega a los niños en una ceremonia socialdemócrata en el
Polideportivo local. El gobierno municipal gestiona la celebración y unos
concejales, entre lo entrañable y lo carnavalesco, hacen de reyes magos, pero
unos reyes magos cada vez más papa noel, con mucho jojojo y mucha palabrería
jocunda, porque esa ha sido otra reciente contaminación anglosajona: los reyes
antes eran de pocas palabras, porque venían de muy lejos y resultaban
misteriosos como chinos. El caso es que al hijo de mi amigo el regalo se lo va
a dar el Ayuntamiento. Ni los padres, ni un negro del África con sonrisa de
marfil y atavíos de oro: un ente público, cargado de buena voluntad. Al menos
por este año, antes de que Soraya pueda enterarse.
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