LAS
PALABRAS QUEDAN
Modificando
la vieja definición de González Ruano podría decirse que es la cordialidad al
servicio de la necesidad. Hablo de la entrevista en el mediodía de Intereconomía,
hermana mayor de estas páginas que se conoce mucho por su noche y su trasnoche
de debates, pero poco por su tarde, cuando deben de ser muy pocas las cadenas
que a la hora incierta del café, en esa hora de cielo alto Y sol iniciando el
tramo de los rendimientos decrecientes –marginal tristeza vespertina-, le abran
el plató a la entrevista o emitan columnas habladas de catedráticos de economía
(¡los viejos del Íbex!) o informen sobre logros ingenieriles españoles como el
cubípodo, un cubo de cemento al que le salen espolones geométricos perfectos.
Todo lo mejor que puede ser esa derecha pensada de Intereconomía está en su
tarde de pro-vidas, ingenios, conversaciones, músicas, comedimiento,
tranquilidad y silencio. Tras las noticias, Javier García Mateo rehabilita la
entrevista en el programa De Buen Café. En un plató pequeño recibe a personas
que presentan algo, un libro, un espectáculo, una película y conversa con ellas
en tono menor y en un ambiente que al entrevistado le empuja a la confianza.
Allí he visto últimamente a Sole de Presuntos, al flamenco Negri, a Chimo Bayo,
a Sánchez Dragó, que confesó no beber café, sino masticarlo o a Pedro Ruiz
hablando del amor como un filósofo. Si las cadenas grandes van alterando
formatos, Intereconomía recurre al clasicismo de las entrevistas y luego al
magazine, zepelín que atraviesa la tarde con estilo hermidiano. La telebasura
es metatelevisión, profundiza el género y violenta la relación con el
espectador; esta televisión clásica de la derecha parece revolucionaria al restablecer
la importancia del individuo y su obra (protagonistas). Una tele sin zoom, de
plano sostenido, con voluntad de contenido: televisión acorde, modesta y
elegante. Este fenomenal programa de García Mateo se pasa por el arco del
triunfo el twitter, la crisis y lo rabioso urgente y le deja a uno, quieto en
el sofá, serenidad y palabras.
(LAGACETA, 29-XI-12)
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