BÓTOX
Todo
el mundo habla del pueblo, pero estos días se ha cercado un parlamento y se ha
disuelto otro. La democracia es algo insatisfactorio y la gente echa de menos
lo de ser consumidor. Llamar al camarero, montarle el número y pedir el libro
de reclamaciones. Hasta los antidisturbios sienten la llamada popular y se
infiltran, con lo que ya va a costar verles en plan globulitos blancos o
ejército de anticuerpos de porra blanca que salían en los dibujos de Érase una
vez el cuerpo humano.
El
Pueblo son los pechos de la manifestante del otro día, que se los enseñaba al
Poder, señor rijoso y tocón. El Pueblo acaba siendo siempre un par de tetas
ideales.
El
Azorín parlamentario hubiera flipado estos días, cuando los diputados
escuchaban de fondo el tamtam de los bárbaros. Otra vez el antiguo rumor
tumultuario en la hora de la más sutil luz de claraboya. La Soraya PSOE
interpelando a la Soraya PP (la partitocracia es esa gemelización pili y mili),
Soraya aleonada y tinaturner que en la tele parece que tiene delante a cuatro
diputados soplando para provocarle el efecto wind de su melenón; y le decía su
homónima homóloga que lo que el pueblo pedía en la calle eran políticas. El
pueblo no quiere pan, quiere políticas, porque una de las cumbres de la
democursilería es haber pasado de la Política, abstracción macha y enjambre,
Carrillo enganchado al eterno cigarro ideológico, a las políticas disueltas,
femeninas y naif de la implementación.
Mientras,
en Freedonia se convocaban las elecciones de la independencia. La independencia
de Mas, que es Scream 4 y cuando llegue ya parecerá un chiste intertextual y
postmoderno.
Para
resistir en el Parlament, Rajoy tiene a Sánchez Camacho, un pasmo político
mirando mucho a Mas. En su congelación gestual se simboliza la parálisis facial
del derechismo y del constitucionalismo, pues la derechona, metida a centrista,
siempre acaba pareciendo puesta de bótox.
El
centro es bótox, así que para combatir el nacionalismo surgieron Ciutadans y
UpyD, pero el nacionalismo se irá y ellos se quedarán. Toni Cantó, que cada vez
se parece menos a Toni Cantó y más a Gorriarán, pedía el otro día el cambio de
sistema desde dentro, cambiarnos el sistema, como si fuéramos el Atleti del Cholo.
Democursi Toni Cantó, o Cantuvo, que en su ser menos él y más Gorriarán
representa la politización funesta del individuo, que de bello pasa a
concernido.
Lo
más extraordinario es que con este panorama Rajoy se fuera a la ONU, donde ya
no le confunden con el presidente de las Salomón, y le pidiera Gibraltar al
Reino Unido. Esto, que suena a geopolítica vintage o a espasmo de hidalguía,
parece la reacción del señor que ante el desahucio inminente, grogui perdido,
niega la realidad y se encierra en casa para buscar en Idealista un chalé en la
playa:
-Mariano,
por Dios, déjate de Gibraltares.
Gibraltar,
al final, es lo más español que nos va a quedar. Una vieja nostalgia que mejor
si nos la conservan los ingleses, que siempre fueron mejores conservando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario