ALDERDI EGUNA
Sale en la tele el político
Patxi López, con un lema de fondo: “Patxi Lehendakari” y desarrolla una
gestualidad exculpatoria, con mucho subimiento de hombros y de cuello,
desestructurando el tronco, la caja sólida del tronco de un político. ¿Puede
alguien imaginar a Fraga juntando las manos, subiendo los hombros en señal de
excusa? López, secuela última del zapaterismo, ascua final del tinglado
zapateril, parece una fusión perfecta de Zapatero y Máximo Pradera y en su
mensaje hay una mezcolanza alterna de socialismo, de socialsensiblería, de afectividad
irresuelta de caridad no dicha e identidad vasca, y las dos cuerdas las va
tocando, como en un banjo roto. Vasquismo, obrerismo, obrerismo, vasquismo, con
una coloquialidad y un tono confidencial y humano que causa un repelús dominical
de gato. Sale entre jóvenes, no uno, ni dos, ni pocos, sino muchos. Sale
rodeado de jóvenes, en un asedio juvenil a su espacio vital. Le falta solamente
salir dando un mitin en el centro de un botellón porque esto ya no es hablar al
joven, ni hablar con los jóvenes de fondo, sino un hablar entre ellos, mezclado
con ellos, en apandillamiento de profesor enrollado de instituto. Así, voto
joven, juvenalismo desenfrenado, sensiblerismo y vasquismo, un vasquismo
difuso, inconcreto, federalista, quebecois, turbio, propio, inmarcesible,
informal, blando, adaptativo, pero vasquismo al fin.
En frente, Urkullu. Urkullu
versus López, atrapándonos con contradictorio encantamiento en su apellido de
sonar sumerio. Ur, ulular, pajarería, exotismo, dulzura de flauta, voz de
monte, gutural y añil, con las
consonantes fuertes, metalúrgicas, ensambladas de Erkoreka. Y junto al apellido, el mitin en las carpas
del Alderdi Eguna, la terrosidad del mitin, la naturalización de su mensaje exterior,
patricio, propietario. La mágica genealogía y la seguridad de una política
mineral, de trastornado y excluyente amor al terrón que mezcla lo atávico con
lo de antesdeayer.
Estoy en Cádiz. Por la calleja
sonora y hueca pasa un borracho ahora mismo y se marca un Himno de España con
titoriros y marcha sin pito, con marcialidad chusca de carnaval y desplante y
yo estoy a un pelo de salir a la ventana para unirme a él.
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