EL TROLLEY DE LA JUSTICIA
Al Príncipe Harry de
Inglaterra, que es verdaderamente un “joven de su tiempo”, le han pillado
desnudo con varias mujeres en Las Vegas y en los periódicos lo han llamado
excentricidad. Una excentricidad sería estar con ellas haciendo petit point. Me
imagino a Harry de niño en Buckingham Palace rodeado de niñeras que sin éxito
intentaban domarle el remolino. Jamás estará en la lista de los más elegantes,
pero es un príncipe muy Lannister. En esa lista de elegantes, donde reina Lapo
Elkann con su mirada de after y sus trajes de arlequín, han colocado como a
poderosa hermosa (la rima es influjo veraniego de Michel Teló) a la Juez Alaya,
que parece otra Klopowitz que llevase consigo el fotosop. Ahora se celebra la
Comisión de los ERE, montada cual
congreso de imitadores de Harpo Marx y Guerrero se declara no putero y jovial,
que no es lo mismo que declararse inocente. Frente a tanta austeridad y al
rigor mortis de la ejemplaridad: la jovialidad. La Juez no sólo ha alumbrado
este caso, también ha cambiado la imagen de la Justicia. De la señora de la
venda (bondage) y la balanza de tendera, hemos pasado a una justicia milf que lleva
en el trolley el secreto de la independencia judicial. La vemos entrar y salir
de los Juzgados con la libertad terrible con que nos abandona en el hotel la
amante de fin de semana. Ese trolley es la independencia de la justicia y
resulta inconcebible en el escalón de la Audiencia Nacional, escalón en el que
se podría apuñalar a un Julio César.
(LAGACETA,
24-VIII-2012)
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