UN RATO DE TELE: MÁS
QUE AMIGOS, MTV
He visto una
historia del programa ‘Más que amigos’, de la MTV. Sorprende la capacidad de
esa cadena, especializada en video-clips, para la creación de formatos de
tele-realidad. Este ‘Más que amigos’ consiste en que un adolescente enamorado
se declare a su amigo con el engaño de llevarlo de carabina a una cita con
un tercero misterioso. Es una exploración en la amistad, el amor y, no se
olvide, en el concepto clásico pero inmortal de la carabina. La carabina es
como el asistente personal del corazón, el bastón en la conversación, un
bastión del ego, el lugar donde descansar la mirada en el cortejo. La carabina
es la convención en medio del romance y un elemento de comedia.
El programa consigue
emociones (materia prima del producto televisivo) y el enamorado consigue una
forma espectacular de salir de la “zona de amistad”. La territorialización de
la amistad, con sus desagradables limites, sus fronteras. Quienes queremos a
los amigos, pero no de un modo romántico, vemos la amistad como un ilimitado
campo, pero el enamorado, ante la amistad, ve limitaciones, muros, alambradas.
La amistad puede ser un infierno.
La amistad puede ser un infierno.
Salir de la “zona de
amistad” a través de una declaración indirecta, que va dirigida a un tercero y
que el amigo recibe sorprendido.
El episodio que he
visto estaba protagonizado por una pareja gay. El enamorado era un chico con
algo de sobrepeso, pero no falto de atractivo, pues era un gordo
proporcionado, con bellos ojos claros y cierto encanto entre tímido e
inteligente. Llevaba un año de outing y en su amigo veía la encarnación de su
ideal, en un claro ejemplo de hasta dónde, hasta qué lejos, nos lleva la
imaginación. EL muchacho temblaba con solo recordar su olor. Perfect guy,
exclamaba, cuando el maromo no dejaba de ser un extravagante osezno de algún
lugar de Nueva Inglaterra, opositando a bombero, que es una cosa que hace medio
mundo, opositar a bombero, cuando parece que cada vez hay menos incendios. El
romanticismo funcionarial y vigoroso del bombero, que es el funcionario de la
fantasía sexual de ellos y ellas, con el que nadie se mete. Si llevas manguera a nadie molesta que tengas trienios. El muchacho
pretendido presentaba extraños dibujos capilares, piercings, tatuajes tras la
oreja y una estética muy mtv, de amaneramiento punk, de punk sucio y degradado.
Punk con complementos. Había, no obstante, una dureza en él, un fondo perverso
que no casaba con la enorme dulzura de su amigo, una auténtica montaña de
ternura gay y autolaceración romántica. Parecia que fue para él que escribió Evan Dando
su ‘Big gay heart’. Pon tu el cuerpo, le diría al amigo, que ya pondré yo el
incendio.
El amigo enamorado
se lo lleva a una isla gay friendly, lejos de todo, out of conventions o como
se diga, y allí, bajo la bandera transnacional y transexual del arco iris,
piratas del amor, se le declara. El amigo hardcore, que tenía el chollo del
best friend suave, solícito e inteligente le dijo que no, que amistad toda,
pero nada de tálamo. Además, y con razón, dijo sentirse manipulado,
avergonzado. Esta reacción es propia de algunos individuos ante la
tele-realidad. La desagradable dignidad humana, que queda muy mal en
televisión. El sentido del ridículo es el gran enemigo catódico.
EL chico dulce,
pasados los meses, sigue yendo a la isla, refugio gay, y se toma mojitos con
nuevos amigos. Su amistad con el aspirante a bombero se mantiene, pero redefiniéndose.
Territorializada la amistad, ha encontrado en la isla un nuevo ámbito, quizás
el que buscaba.
El éxito del
programa es la desaparición fulminante de la carabina. El fracaso: el llanto y
el repliegue hacia las formas más tácitass y convencionales de la amistad. Esa
amistad silenciosa del no tratarse mucho.
-Quiero salir de la
zona de amistad. Explorar lo desconocido junto a ti.
Estas palabras las
dice con ternura, casi con los ojos, azules, bajo la pérgola de un flequillo
rebelde como una mala costumbre, tras una enorme protección de timidez y
dulzura.
Viniendo de un
amigo, estas palabras quizás no suenen tan terribles.
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