ENTREVISTA A RUBALCABA
Entrevistaron el otro día a
Rubalcaba en la primera. Le sentaron frente a
la intemporal Victoria Prego (la transición es un animal mitológico con
la cabeza de Victoria Prego y las piernas de Victoria Vera) y además de hacer algunos
trabalenguas con la palabra ajuste e inventar el ajuste justo, vino a decir que
el autonomismo es ya un federalismo, un federalismo sottovoce, para luego
confesar algo:
-A mí me escribe una señora de
Cuenca.
Y si le señora de Cuenca lo
hace es porque le responden, así que Don Alfredo se escribe con una señora conquense
y esa ternura no la conocíamos. Es algo
que está entre los primores democráticos de un político virtuoso de listas
abiertas, fiel a su circunscripción, y las confesiones del sexagenario
voluptuoso que escribiera Delibes. Los enemigos hablan de espionaje y misterios,
pero el secreto de Rubalcaba quizás esté encerrado en esas cartas con la señora
de Cuenca donde vuelque tristezas, anhelos, incluso soledades que se quedan
siempre soterradas en la madurez, porque la madurez es mucha memoria y la
memoria a veces es el cruel soterramiento de cosas vivas. Y claro que Rubalcaba tiene una voluptuosidad: la
política. Hay un alborozo en Rubalcaba, una fidelidad a la máquina electoral
que es casi inhumana. Político puro, Rubalcaba renace con cada ciclo electoral,
aparentemente inasequible a las melancolías.
Deslizó en la entrevista la
catalanofobia del PP y su radicalismo centralizador, aunque luego salga Feijóo
(jó, Feijóo) para decir que cómo va un gallego a decidir entre Galicia y
España, si eso sería decantarse entre papá y mamá, como si la soberanía fuese
una custodia compartida. En eso coincide con Rubalcaba, para quien Cataluña y
España son dos vecinas a las que les ha ido bien juntas y la nación, claro, una
unión de hecho conveniente.
Confundir federalismo y
autonomismo es una especie de revolución por la vía del tocomocho. Como un país
que se dejara pasar de la democracia a la plutocracia sólo por confundir las
palabras. Como si fuera lo mismo vivir en la casa familiar –familia- que
compartir un piso –contrato-.
-Tras cuatro años de gobierno
de Patxi López, todos los vascos saben que son vascos.
Y esto es un ejemplo de
perogrullada federalista sobre la que construir una convivencia. Con esto y con
un perdón de Otegui, que es el perdón formalito, falso e inane del futbolista
que mete un gol a su exequipo.
Blasillo gesticulante,
fisiología socialdemócrata perfecta, Rubalcaba ha sido malévolamente comparado
con el tío del Anís del Mono, mono fáustico, vórtice darwinista con algo
agazapado, juguetón y sulfuroso. Y ahora se nos descubre un nuevo mono, el
lesula, cuyo rostro es como Emilio Aragón saliendo de un kiwi y en sus ojos no
vemos un antecedente del hombre, sino un hombre encerrado y acaso una
caricatura. Unos ojos claros, juntos, tranquilos y levemente desesperados que
ya nos van diciendo algo. Si en el lesula hay una melancolía deliciosamente
humana de primate cesante, ¿cómo no va a haberla en Rubalcaba?
(LAGACETA,
21-IX-2012)
No hay comentarios:
Publicar un comentario