POETA EN NUEVA YORK
No podía Pep Guardiola soportar por más tiempo la sombra
del pájaro sobre la pleamar de la blanca mejilla de Iniesta y se fue a Nueva
York, y se fue a Nueva York porque venía largo tiempo escuchando rumor de
Harlem y quería ser él mismo rey de Harlem y andar con la cuchara desojando
cocodrilos. Pep, harto del fútbol níveo, vencido por el árbol de muñones sin
canto de Mou y su tropel negro, negro, negro y carmesí, harto de que la forma
se le quedase en cristal se ha ido a Nueva York para “reconciliarse” con el
fútbol, que es como si yo riño con la parienta y para reconciliarme con ella me
marcho a Benidorm. Ya se notaba que Pep quería romper a hablar en inglés en las
ruedas de prensa con su vacilación inicial (¡ya mugía neoyorquino!) y que el fútbol se le quedaba chiquitín. Ahora
se enriquecerá en Estados Unidos o enriquecerá al deporte yanqui y podrá ser
que Iniesta en unos añor salte al campo con gorra y con los pantalones largos
de Busquets senior para correr a trozos como en el beisbol, o que el fútbol
americano se esmalte en tiquitaca y se haga un vals de corteses reenvíos del
balón apepinado. Pep, como intelectual que es, se marcha a la capital del mundo
y no sabremos qué será de su romanticismo de petit pais, si se hará colegui de
Elvira Lindo, si cambiará de acento como Alejandro Sanz.
(LAGACETA, 17-VIII-2012)
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