UN RATO DE TELE. MYHYV:
VÍCTOR, UN CHULETA CON FLOW
He visto un rato del
trono de Ainhoa, ex de Toño. Este chico pretendía a Laura, ganadora de Gran
Hermano. Parte de Laura ganó GH, luego se puso tetas y cabe decir que la parte
ganadora de GH pasó a ser minoría en ella. Hay más Laura no concursante de GH
que Laura ganadora de GH. Por eso, creo yo que ella se salió del ámbito Milá
para buscar el amor en MYHYV, donde se fue a encaprichar (jate tú) de Toño, un
guaperillas sin demasiado fuste que mientras trataba de reconquistar a su ex,
Ainhoa, engañando a la chavala y (lo que es peor) a las guionistas del
programa, que van siempre por ahí con sus carpetillas de estudiantes de BUP.
Ainhoa, muy guapa y sencilla, acudió al programa para corroborar las recaídas
sentimentales de Toño y gustó tanto que se quedó.
Toño estuvo un rato
dando pena, haciendo un poco el papel de Fran menor, para luego desaparecer en
la noche.
Ainhoa tiene un puntín
choni, pero es discreta y educada. A mí, la verdad, no me termina de decir
mucho porque me ha sucedido con ella lo que con el resto de las tronistas, que
su falta de sustancia emotiva (que no intelectual) me las ha deserotizado, pero
reconozco que el trono “lo lleva con dignidad”.
Ha tenido un gusto extraño
para la elección de maromos pretendientes y al final parece que se está
quedando con Erik, que mueve mucho los brazos y me pone nerviosísimo, y con
Víctor, que lleva cuatro años entrando y saliendo del programa, arrastrando
consigo la mayor fama de don juan y conquistador. Víctor
enloqueció a Indhira y cuentan que es un embelesador decepcionante y
marañónico.
Víctor entró, Ainhoa se
prendó y luego él marchó a Miami. Desde allí enviaba videos caseros en los que
lanzaba besos y promesas. De allí se trajo una maleta llena de camisetas de
basket que ahora luce sin parar. Víctor era chuleta, meloso y algo farfulloso,
hablaba siempre parpadeando pesadamente y con un tono que a mí me parecía
amanerado. Había una escandalosa contradicción entre su éxito de asaltalechos y
sus maneras tan suaves y sonrientes. Víctor, con acento madrileño y evidente
madrileñismo, quería hablar como un cubano o, quizás, empezó a hablar como un
cubano forzado por las circunstancias. Puediera ser que de tanto follar se
acabara cubanizando. A algunos hombres les pasa: de tanto ser boy de las
señoras en las discotecas se acaban latinizando y cubanizando y a Víctor parece
que le ha pasado eso.
Y la genialidad de
Víctor, donde Víctor demuestra ser una posible figura televisiva y rozar (sólo
rozar) el status de un Rafa Mora es cuando decide resolver ese problema suyo.
Se va a Miami, y allí, en la metrópoli latinorra, en la redoma de todas las
latinidades, fragua un Víctor chuleta, vacilón, cachondo y rítmico por el
sistema de comprarse muchas camisetas de basket que ya no se quitará y comenzar
a andar y gesticular como un negrata.
Víctor vuelve de Miami y
parece que vuelve de rodar en Baltimore unos The Wire. Se levanta a abrazar a
Ainhoa, que (¡espaloña eterna!) “no se fía” y avanza disparando el antebrazo
derecho, muy acompasadamente, con gesto de empezar a rapear y es porque a
Víctor le ha salido flow, ha venido de EEUU con flow, aprovechando bien el
viaje, que para él ha sido como un postgrado.
Él se cree LeBron.
Así, el seductor implacable
pero blando, ha reconciliado su blandura y su cubanidad salsera e impuesta
reconquistando una negritud de maneras que ya le da la chulería internacional
para ir por el mundo y soltura ante cualquier mujer, ante cualquier plató.
Víctor tiene el relax
total del saxofonista en la balada, del base en la cancha callejera.
Frente a él, más joven y
manejable, Erik, que no pone nerviosa a Ainhoa. El dilema de Ainhoa evidencia
la simplicidad de planteamiento: el galán indomable (aunque blando) y el tierno
muchacho amancebable.
Erik gesticula muchísimo
siempre, excesivamente, y cada vez más. Sube los hombros y junta las manos
hacia sí, como en un palmeteo y después
suelta los brazos en una cascada de incapacidad expresiva. Víctor, por su
parte, es cada vez más negro y su galantería azucarada evoluciona hacia una
negritud de maneras, haciendo del amaneramiento un flow.
De Erik podemos esperar
poca cosa; de Víctor se cacarean desplomes amatorios, enormes petardazos en la
cama. Yo, que también soy hombre pirotécnico, apuesto por Víctor, que quizás
sea un rompecorazones por no poder ser ninguna otra cosa.
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