EL DIÁLOGO
Hace unos días, con ocasión de recibir el Premio Paquiro, José Tomás reprodujo parte del diálogo mantenido con un toro. La original confesión, sin embargo, no fue completa. A través de un monosabio de fino oído, mi garganta profunda, he podido conocer el diálogo completo. Es el que sigue:
TORO: ¿De qué caverna me sacan con estrépito? ¿Qué luz es esta que me hiere? ¿Qué me aguarda, qué falsa libertad es esta?
TORERO: Golpe en la sangre y también golpe de la forma. Bulto. Negrura. Faena presentida, imaginada. Ahora pensamiento toma cuerpo en ti, media luna, cuerno incesante.
TORO: Una humanidad sea esto. Círculo perfecto, rumor. ¿Pero y la dehesa, y la vega? ¿Por qué este cielo prisionero?
TORERO: Me ciño, te espero y estoy ciñendo también un pensamiento.
TORO: Verdugo brillante que me esperas. Yo seré bulto –vida- o negra muerte. Vas a matarme.
TORERO: No, te voy a trascender.
TORO: Yo no soy forma, ni objeto y nada represento. La humana carga de la cultura sea más triste que morir aquí. Qué seca intransigencia el hombre.
TORERO: En esta muleta, que es beso, te sintetizo. Tú, instinto, mar, volumen; yo, aire, flecha, idea.
TORO: Tu quietud me asusta. En tu quietud veo la tristeza muda del árbol, lo fulminante del rayo.
TORERO: Calla, bestia. ¿No oyes ya la música? Ya estás siendo espíritu…
TORO: Mi música es mi sangre y mi respiración. Tú eres seriedad y estoque, virtud y concepto.
TORERO: Mi primer descuartizamiento tuyo, toro, va siendo conceptual. Te voy a poner banderillas filósofas. Sentencias como dardos. Tú ya me perteneces.
TORO: Siento yo que mi primera naturaleza me la roban, que me quieren hurtar mi ser animal dándome raras significancias, también mi soledad en la muerte, mi soledad de morir y sentirme muriendo. Tus formas pretenciosas, tu conceptuosidad me hieren.
TORERO: Has nacido complementario, te faltaba yo.
TORO: Lejos está el mediodía, con su sentencia justa, y aún no me llega la atenuación morada de la tarde. Fanatismo a las cinco, humanas formas que no son mías, concepto al que me atan.
TORERO: En ti presiento también mi muerte y el tiempo y todos los absolutos. Eres un estremecimiento.
TORO: Nada de eso me importa. Yo soy mi impulso, y el amor quizás con que te busco.
TORERO: Eres amor también cuando te besa mi muleta. La muleta es beso y el pase o verónica es tramo hegeliano. Tú y yo juntos. Amor conseguido. La ligadura de todo en tiempo absoluto y detención divina de las cosas.
TORO: Tu tiempo es tuyo, mi tiempo es la tranquila tarde y la altura y no tengo recuerdos, ni aspiro a nada más que al ímpetu que me vas robando. Con todos tus conceptos, nunca has podido nada contra el vacío inexplicable de mis ojos.
TORERO: Esa nada de tus ojos es lo que yo toreo.
TORO: Eso soy yo.
TORERO: ¡Nada!
TORO: ¡Totalidad que no comprendes, faquirizado verdugo!
TORERO: ¡Nada y a un tiempo Todo!
TORO: Mú.
TORERO: Húndase el estoque y sea flecha de amor que a dos nos duela. ¡Seamos uno en este hierro frío!
TORO: Mú. Múuuu.
TORERO: Gloria. Tiempo. Muerte. Espanto.
(Publicado en LAGACETA el 15-V-12)
No hay comentarios:
Publicar un comentario