viernes, 21 de diciembre de 2012



RAMONCÍN

 

Han imputado a Ramoncín por el caso de la SGAE. La imputación tiene algo de muerte social, de modo que al imputado se le hace una semi-necrológica. Que le imputen a uno es recibir, como Ruano, la necrológica en vida. De la imputación a lo mejor se sale inocente, pero sin duda también un poco muerto. Ramoncín ha padecido siempre el descrédito de ser Ramoncín y no ser Ramón, pero es que ya había habido Ramones en España, y Pacos, y Antonios y llamarse Ramoncin era una genialidad respetuosa. En la España actual ha ido desapareciendo el diminutivo, por paternalista, dirían, pero el individuo que lograba mantener vivo el diminutivo lo que estaba conquistando era la rebeldía. Ramonín era pueril y le podían haber tomado por tontito, pero Ramoncín tenía un deje despectivo que se mezclaba con su insolencia del roquero barrial, roquero de un rock horrible, la verdad sea dicha, pero que no prosperó quizás por la misma inteligencia del implicado (¡rey del pollo frito cuando nadie sabía nada del Kentucky!), que pudiendo haber reconvertido su roquismo hasta el rock senil, pasó a ejercer, digamos, la auctoritas social del roquero sin subirse al escenario. Era un roquero honorífico que se metió a tertuliano. El tertuliano-roquero, vamos, que daba la barrila con su tertulianismo redicho y vacilón en lugar de darla con el riff puñetero o la vocalización del ripio en español. Porque Ramoncín cantó el rock en crudo español y eso fue traumático hasta para él, que ya quedó para siempre con tono espantado de cantante con pantalones ajustados. No era chulería, es que le había visto al español el envés de su rudeza al adaptarse a las formas extranjerizantes del rock. Entre el rock y el rollo del tocho cheli y la jerigonza, casi se puede decir que Ramoncín vivió del barrio toda su vida, como los tíos que se ponen un kiosco o un ultramarinos. Ramoncín, que yo antes emparentaba con Cayetana Guillén Cuervo, porque me parecía un poco Ramoncina, ahora tendrá que responder ante un juez cuando le canten su verdadera nombradía: José Ramón Julio Márquez Martínez, que no es poca cosa. Ahí se ve lo que de endulzamiento ha tenido el rock, fuga de la fatalidad hispana. Ahora, descaretado, la pena segura será no ser Ramoncín. No se sabe si habrá más. O si con la excusa del caso SGAE, el juez, retratista último de la vida española, irá tirando de la manga y forzando el sumario hasta sentar en el banquillo a los autores-perpetradores: a Amaral, a Loquillo, a Mocedades...

lunes, 17 de diciembre de 2012



LIGA A BALÓN PARADO

El Bernabéu callaba aún más para despedir a la hija de Don Alfredo. Mou, que estrenaba trenka, saludaba a Aguirre, que no tiene sus problemas con la prensa. Aguirre explota perfectamente su franqueza macha y cuate de salvaequipos y parece que en las ruedas de prensa está a punto de sacar unos tequilas.

El español tiene un equipo raro: Casilla, que no Casillas; Forlín, que no Forlán, algo así como sucedáneo y luego a Simao sin sabrosura y Sergio García, delantero de cabalgada solitaria y coleta pensada como a propósito para que Pepe se agarrara a ella tras haber marcado.
El Madrid sacaba de nueve a Callejón, que se permutaba con Cristiano como Robin haría con Batman. Callejón igual hace de nueve que de lateral y en realidad todos los canteranos son él, aunque algo mate y desmontable limite su fútbol.

Lo cantaba Martirio: para meterme goles tienes que abrir el juego por las bandas. El Madrid jugaba con el estrabismo de las bandas invertidas. Özil iba de la derecha al centro para ganar panorama y le dejaba pasillo a Arbeloa, que también se centraba con el movimiento del cangrejo de Cabrales. Todos agolpados en el mirador de la mediapunta.

El Madrid se movía con la cadencia de general a caballo de Kedhira. De sus botas salió el centro que Cristiano remató con la planta, tratando a la pelota como se trata a un puf.

En la segunda parte, Di María alegró la cosa con su alegría de galgo en campo abierto. Marcó Coentrao y pudo haber más goles, pero el ultra del megáfono cantaba como un muecín y esa salmodia acabó durmiendo a todo el mundo. Y es que echar a Pep valió por dos ligas y ésta se fue a balón parado, como si el equipo aún estuviera ensayando. Ahora todos serán ataques a Mou, del que nadie ha querido ver “su alma de marinero portugués”. Índico y melancólico, nauta necesario (ecumenismo de Florentino) de ese bajel varado en Chamartín.

(ABC, 17-12-2012)

sábado, 8 de diciembre de 2012



REAL VALLADOLID, 2; REAL MADRID, 3. MI VERDAD MANUCHA.



El Madrid visitaba el estadio de la pulmonía, que es lo que siempre se dice cuando se viaja a Pucela. Es un frío indudable, pero también un frío retórico. De Valladolid, como no se sabe lo que decir, se dice que hace frío. Este año, sin embargo, había algo más, porque estaba Manucho, el delantero Manucho, que recuerda lejanamente a Balboa, ese canterano exótico, negrísimo, trenzado, muy Milli Vanilli. El delantero Manucho es un nueve temible que lo remata todo en las dos áreas y juega con una altivez principesca y un arrojo previo al fútbol, previo al deporte mismo.

Mou comparecía semiembozado, aunque para disgusto de sus detractores sistemáticos aún se le veían los ojillos. Djukic, sin embargo, se quitaba el abrigo y se quedaba en suéter de pico. Presentaba así su candidatura a entrenador de moda porque desde Pep no se es nadie en el fútbol si no se luce perfectamente el suéter de pico, que es una dificultad mayúscula para el hombre elegante.


A balón parado y a través del temible delantero Manucho llegaron los goles pucelanos. Íker pudo hacer más, dirán sus críticos, y quizás acierten. Íker ha sido siempre un genio de la cal, de la postrimería (la cal del cementerio) de la raya blanqueada y ante el dilema de mejorar su salida o no salir parece que eligió lo segundo o que como pasa siempre, y hay que comprenderlo, sobre el ser humano, pasados unos años, se aposenta el conservadurismo que huye la aventura. ¿Debió salir a por las uvas improbables que le pugnaba el delantero Manucho, de pómulo perfecto y trenza funky o fiarlo todo a su reflejo? Era Manucho, potencia zulú, contra el felino de Móstoles en el pasto helado y castellano.

La afición vallisoletana, contenta, agitaba las bufandas, algo que a estas alturas de año tiene su mérito.

Mourinho colocó de lateral izquierdo a Nacho, que es apenas voluntarioso. Es rápido y juega muy concentrado. Es el tipo de jugador que recupera la posición muy circuspecto y que a medida que el partido avanza adquiere semblante de estudiante encerrado en una biblioteca. Nacho es ligero y hermoso, sí, y versátil, también, pero… el espíritu canterano está encerrado en Callejón, que es el Eto’o de Mourinho y ha acabado hoy de lateral. Intenta vaselinas con la tibia y se ha descarado en la diagonal, saliendo del encarrilamiento primero. Babieca que fuera de Mou, rocín sin enjaezar apenas, se ha convertido en una proyección del portugués y en un jugador completo y peluduro.

El Madrid empataba por dos veces con excelente actuación de Özil. Este jugador es tan misterioso como misteriosa resulta la pronunciación de su nombre y parece que mientras esté en Madrid nunca se aclarará ninguna de las dos cosas. El techo de su fútbol es el de un Balón de Oro, pero el problema es la constancia de su chorro. Tobillo carioca, orientalismo, zurda cristalina, diagonales por pasillos imprevistos que sólo ve él, la claridad del pase, la visión (compeljidad de ojo lo permite) amplia, de ángulos que parecen ojivales y una zurda, un zurdismo absoluto, completo, de ese estilo que al que primero descoloca a es a él mismo, que en tantas jugadas parece que se tiene que rectificar.

Si Cristiano Ronaldo fuese zurdo se le querría más, pero es diestro, y eso es imperdonable. LA previsibilidad de su fútbol recto lo hace parecer contumaz, insistente, moralmente determinado. Eso molesta, claro. En los zurdos hay algo divino.

Özil podría haber iniciado hoy algo nuevo en su carrera, el punto de inflexión, pero no, es un ramalazo más, una buena racha de forma. ¿Acaso no es diciembre el mes favorito de los fumadores?

Tan bien lo hizo, tan bien jugó, que a Sarabia le salían exclamaciones y reverb, como si la cabina de comentarista fuera también posible cabina de dj.

La segunda parte, lejos Manucho de la cal casillesca, era un único argumento: el Madrid arrojándose a por el gol y Mou quitándose ropajes tácticos, como en un estriptís desesperado. Cómo no sería que acabó con dos defensas. Entre eso y su manía última de jugar con canteranos, se nos empieza a parecer al ideal de sus detractores. Si es que, ay, ellos tuvieran la capacidad para el Ideal.

jueves, 6 de diciembre de 2012



MAD MEN

Me pareció una serie feminista, luminosamente feminista. Hay un capítulo maravilloso en el que las mujeres de la serie descubren el vibrador. La terapia, al contrario de lo que sucede en Los Soprano, es un recurso femenino, pero como herramienta matrimonial. Lo que la mujer del protagonista le cuenta al psiquiatra acaba en los oídos del marido.
 
El psicoanálisis como un instrumento masculino, no como una forma de profundización en la psique femenina, sino como instrumento de dominio. Pero hay más… el aburrimiento de las amas de casa en los suburbios, un poco como en Vía Revolucionaria, y, sobre todo, el acceso de la mujer al mundo laboral. Ahí destaca la visión de la secretaria, cuyos ojos son la voz narradora de lo que sucede en la oficina. Es curioso que su ascenso laboral vaya aparejado a la pérdida de la figura femenina y, al coronarse, sea puesto en peligro por la propia maternidad.

Una maternidad que ni esperaba, como un sabotaje implícito a su rebeldía. El machismo, la desfachatez masculina son parte de la serie, como esas encantadoras oficinistas llorando en los servicios de Sterling Cooper. Hay más de un homenaje a El Apartamento deWilder, pero es curioso que Wilder retratando los 50 nos parezcaDisney y, sin embargo, qué insoportablemente acerado nos resultó ver Vía Revolucionaria o esta Mad Men. El punto de vista actual es de una crudeza incomparable. Hay citas cinéfilas descaradas, como las fiestas en la oficina, que recuerdan absolutamente a El Apartamento. Pero aquí, ya digo, Lemmones, sobre todo, la mujer.
 
Ya lo dijo el tío de Tony Soprano: la jodimos con el psicoanálisis y el cunnilingus. Pues eso es la serie: Mad Men es el inicio de la terapia femenina y su apoderamiento de su sexualidad, del poder consumista y de terrenos de poder en el trabajo. En los cincuenta, tras la guerra, nace la terapia como algo institucionalizado. La serie es un catálogo fascinante de referencias sociales, literarias y audiovisuales. El hombre del siglo XXI aprendiendo de los años 50 y la mujer liberada por la publicidad.

(LAGACETA, 6-XII-12)

martes, 4 de diciembre de 2012



LA ENÉSIMA BELÉN

Bajó Belén las escaleras estelares del Deluxe con Coldplay de fondo, como si llegara de una charla psicológica de Guardiola. En el plató se habilitaron filas para más público, creando una dimensión teatral en el Sálvame, que de alguna forma con Belén recupera su lado más humano, cálido e imprevisible, pues el dominio del Eje del Mal estaba deparando una tele fría, maledicente y dura. Belén, rubia deshecha con mirada de Lady Di (croátide que aguanta cualquier plano), es más importante de lo que pensábamos. Aporta emoción y entraña, es materia televisiva pura, ascua, lágrima y hasta humor rompedor y era, en sus mejores momentos, otra diabética acelerada. El viernes presentó nueva psique y casi otra figura. Con casi 15 kilos encima parecía Rosa Benito y hasta la voz le sonaba distinta. Guapa, pero algo gruesa para todos los días, que diría Ruano. Los últimos años han sido un converger de la Benenito y Belén, ambas en similares tesituras, una con isla y otra con problemas, pero las dos rompiendo con el marido. “Soy adicta a la vida”, reconoció pletórica Belén con Adele de fondo sentimental. Dejó claro que el problema de su vida no era Aurelio Manzano, sino alguna adicción y con ella quizás pase como con Carmina, que nunca se sepa del todo. Con Belén se ha bordado el eufemismo muchos años.
 El viernes fue ringtopic y rompió el share porque además presentó su ruptura definitiva con Fran. Su rollo Burton-Liz Taylor no podía durar y parece que él amenaza ahora con piarlas por los platós, pero lo tiene crudo porque Belén ya le habló el viernes mirando a la cámara como hablaba a Jesulín. Su desamor es un hecho y ella ha cambiado el Bar Rasca por el Bar Mosquis, donde irá con sus tres amigas rubias e idénticas, un poco Supremas de Móstoles, a tomarse el cafelito con leche y hablar del bachillerato de Andreíta.
   Belén ha decidido hacer caso a Turgueniev cuando recomendaba no tratar de decir la última palabra y los viernes pasan de la tele ansiolítico a una tele tranquila en que ya sólo queda esperar un novio para esta Belén jamona.

(LAGACETA, 5-XII-12)

lunes, 3 de diciembre de 2012



CHICOTE Y LOS COCINEROS IMPOSIBLES


El personaje televisivo actual es Chicote. Se dice que este año dará las campanadas y ya no nos va a importar el vestido de Anne, sino la chaquetilla roja que le diseñe Agatha, en la que parecerá un Santa Claus confitado. Porque Chicote es un señor gordito que como ya pasara con Tony Soprano empieza a resultar interesante a las mujeres. Tiene la dureza televisiva de un Risto, pero sin gafas de sol, con ternura en sus ojos de hacerle el coaching a los hosteleros descarriados. Y es que en este mundo de entrepreneurs, un coaching es un must. Su programa tiene un aire a ese Ajuste de Cuentas que en los inicios de la crisis quitaba la tarjeta de crédito a los españoles.

Chicote es un salvapymes, que es lo que necesita España y está siendo el reformismo de la hostelería española, aunque lo de menos con él sea la gastronomía. Todas sus soluciones pasan por eliminar la cocina de la carta. Cercena de raíz toda veleidad culinaria allá donde va:

-Platos simples, alimentos restallantes.

Y les pone a cocinar cocina de soltero. Que si un atún plancha, que si una ensalada de rúcula salvaje…

En los restaurantes que visita Chicote uno se puede encontrar a Lucía Echeberría, un ratón en la vajilla, la carne fermentando el pescado y el pedido como una cadena del absurdo: el comensal pide una croqueta y a través de sucesivos encargados le llega un carpaccio, y los cocineros son siempre eres atribulados, como presos en las mazmorras de sus cocinas infectas. Un mexicano novelista, un marroquí iracundo, una rumana beata… Son seres fascinantes que no saben cocinar. Ahora, cada vez que pasamos por un restaurante nos preguntamos por el tipo de prodigio que nos estará rebozando el croquetamen y ya miramos con más desconfianza (si cabe) por la ventanuca de la cocina.

Chicote nos ha enseñado a salir del restaurante enfurecidos parando en seco ante una cámara imaginaria para decir:

-   ¡Este sitio es un puto desastre!

¿A quién habla Chicote? Ni se lo dice al cámara ni nos lo dice a nosotros. Hay un tercero. ¿Un apuntador? ¿El tan temido inspector de sanidad?


(LAGACETA, 1-XII-2012)